José Ignacio Wert es víctima de un nuevo antisemitismo, y no porque sea judío, que no lo es, sino porque sus ideas políticamente incorrectas, su desparpajo, conocimientos y cosmopolitismo provocan que sus envidiosos enemigos lo odien como aquellos nazis tabernarios que exterminaron, primero, a los más brillantes judíos de entreguerras.
Wert no tiene nada de judío. Su apellido es flamenco, de Flandes, aunque él sea algo flamenco a la española, sarcástico y chispeante.
Entre sus antepasados quizás estuvieran el compositor renacentista Giaches de Wert, o el famoso y detestado por tantos educador estadounidense del siglo XIX John Howard Wert.
Wert está sufriendo una campaña de mentiras descalificadoras lanzadas desde el secesionismo y el atolondrado PSOE-PSC que se le ha adherido, qué vergüenza.
Unos y otros rechazan que en las CC.AA. con dos idiomas naturales, como Cataluña, los niños deban formarse en ambos; y no en uno, como con Franco pero al revés.
Como propone que estudien equilibradamente en los dos, lo acusan de destruir el catalán, y acaban presentándolo como los nazis al siniestro judío que corrompía la pureza del alma alemana-catalana.
De 62 años, Wert es un respetado sociólogo y profesor, un intelectual políglota como los mejores del mundo más cultivado, que con su ironía y lógica cartesiana desconcierta a sus oponentes, mucho más ignorantes y toscos.
Y estos, desarmados, necesitan falsear lo que propone, presentando sus ideas como agresiones a “sus” pueblos. Y muchos de "sus" pueblos son tan patanes que se lo creen.
La mentira sobre el contendiente es la primera arma del nazismo y el fascismo. Si consigue engáñar a muchos puede convertirlos en verdugos: ese es el peligro.
Así mienten, como mienten también las camarillas ideologizadas que han hundido la educación en el fondo de la calificaciones internacionales.
Todos lo presentan como un vampiro, una rata, mientras el resto del Gobierno y el PP no responden denunciando ese acoso inmoral como un inicio del nazismo, que triunfó así.
Como esto no se corrija, uno llegará a pensar que el Rey viene a ser como el presidente Paul von Hindenburg y Rajoy y sus antecesores el canciller Franz von Papen.
Ya lo vimos en Weimar.
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SALAS