Aunque fuera innecesario realizar una nueva versión de un clásico tan magistral como West Side Story, una vez realizado por Spielberg no cabe sino asomarse con curiosidad para ver el tono que ha elegido el maestro para actualizar esta historia que ya era una actualización del drama de Romeo y Julieta. Y el director de Salvar al soldado Ryan ha optado sobre todo por la coreografía y por la espectacularidad. Aquí el territorio donde transcurre la acción es como un personaje más: un barrio en plena transformación que va a expulsar de su seno a los habitantes actuales para dar cabida a gente de mayores medios económicos. Pero mientras tanto, la batalla por el control de la zona no ha cesado entre los Jets y los Sharks. Una batalla que Spielberg va a filmar con mucho brío y sin obviar escenas violentas. Y en toda esa decadencia y disputas sin sentido va a surgir la llama de un amor tan imposible como efímero, una leve esperanza de reconciliación que nada puede contra la sinrazón de la mayoría. Una historia ya muchas veces vista, pero que consigue conmover de nuevo y cuyo largo metraje transcurre en un suspiro.