Autor/a: Stella Gibbons Título original: Westwood
Traductor/a: Laura Naranjo y Carmen Torres García
Edición: 3ª ed.
Editorial: Impedimenta
Año de edición: 2012
Número de páginas: 460
ISBN: 978-84-15130-21-5
Cuando vi este libro en la biblioteca me llamó la atención su portada y, tras leer la sinopsis, me lo llevé a casa sin dudarlo porque pensé que me encontraría con una historia amena y entretenida. En parte, así ha sido.
Nada más abrir sus páginas nos encontramos con unas descripciones maravillosas que nos ambientan en el Londres de la II Guerra Mundial y ahí conocemos a Margaret Streggles, una joven maestra de espíritu soñador que tiene una facilidad pasmosa para pasarse el día en las nubes y no poner los pies en la tierra. Su vida trascurre apaciblemente entre la rutina de las clases, los paseos con su vivaracha amiga Hilda y evadirse entre los libros de su habitación cada vez que su madre le dice que no encontrará marido porque no es el tipo de mujer que atrae a los hombres.
Todo esto cambia cuando un día encuentra una cartilla de racionamiento y se le abren las puertas del mundo que siempre había soñado: un mundo elitista poblado por artistas e intelectuales entre los que destaca Gerard Challis, un famoso dramaturgo al que Margaret admira profundamente. A partir de este momento se establecen una serie de acontecimientos que muestran a nuestra protagonista las sombras de un mundo no tan idílico como ella pensaba y en el que las diferencias sociales son más que palpables, así, hasta llegar a un final predecible y no del todo redondo.
Como lectora que gusta de novelas ambientadas en época de guerra he echado en falta que la autora no profundice en un período tan interesante como lo fue la II Guerra Mundial y, de no ser por las pincelas que da sobre los bombardeos, las cartillas de racionamiento y los soldados que vienen y van a los campos de batalla, la obra podría haber estado ambientada en cualquier otro momento del siglo XX.
Cierto es que Gibbons no pretende hacer una novela de guerra sino más bien una crítica social de la época que le tocó vivir y lo hace con mucha ironía y ese sentido del humor tan particular que poseen los británicos, mostrándonos las consecuencias de la guerra de una forma muy particular, por un lado, y, por otro, la decadencia de la aristocracia intelectual. Para ello se basa en un sinfín de personajes los cuales aportan, en mayor o menos medida, su granito al desarrollo de la trama en la que Margaret soporta todo el peso de la misma.
Pese a ser una obra muy bien escrita, y tener Gibbons un estilo irónico y mordaz que me ha gustado, tengo que reconocer que no ha conseguido en ningún momento que conectara con Margaret ya que me ha parecido un personaje insulso, el ritmo narrativo me ha resultado lento y el argumento no me llamaba nada la atención. Esperaba cada vez que pasaba página que algo emocionante sucediera pero no ha sido así hasta el final de la obra y, pese a todo, tampoco ha sido nada del otro mundo ya que no ha alterado ninguno de los acontecimientos que te ves venir.
Con esto no quiero decir que sea una mala novela, ni muchísimo menos, simplemente a mí no me ha gustado. Puede que no la haya leído en el mejor momento y que dejarla para volverla a coger al cabo de un tiempo haya influido en que no la haya apreciado como se merece.
Por último, mencionar la estupenda labor de las traductoras que con todas las notas a pie de página –cosa que agradezco mucho- hacen que se comprenda mejor el argumento cada vez que la autora menciona a algún personaje histórico o hace referencia a algún pasaje de obras que nos pueden ser, en muchos casos, desconocidas.
Por favor, que nadie se desanime si realmente le atrae el argumento, como digo, es una buena obra y el que no ha cumplido mis expectativas no significa que no vaya a cumplirlas para otros lectores.
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