¿Te he mandado un Whatsapp y no me has contestado?
¡Estás en línea y no me hablas!
¿Tanto te cuesta coger el móvil y avisarme de que has llegado?
¡Te estoy llamando! ¿Por qué no me coges el teléfono?
Hace unos años, no hace tantos, cuando querías comunicarte con alguien que incluso vivía a kilómetros de tu casa tenías que esperar a que llegara al destino para poder usar un teléfono fijo y poder avisar de que todo estaba bien. Mientras tanto tu vida seguía y continuaba, no se interrumpía y todo estaba en orden. No sólo eso, también podías mandar una carta postal a alguien y para ello no sólo debías tener un folio, un bolígrafo, un sello que habías comprado o que comprarías en el estanco o una tienda, un sobre, ir a buscar un buzón para depositar la carta y esperar por si fuera poco un par de días hasta que la persona la recibiera, y no sólo eso, sino esperar a que pudiera o no llegarle y que te respondiera otros tantos días más. ¿Y sabes qué? ¡Que no pasaba nada!
A día de hoy, todo eso ya no sólo no existe sino que estamos inmersos en el mundo de la inmediatez, de aquí y ahora, a la de ya. No puedo esperar, no tardes, date prisa y si no lo haces en el tiempo que considero que debes hacerlo o yo considero que podrías haberme respondido, en base a mis propios criterios, me estreso como mínimo o incluso me enfado, frustro llegando a niveles insospechados de estas emociones. Ahora sólo hace falta un simple click para hacer todo lo anterior. Para mandar un mensaje sólo hace falta un móvil y en pocos segundos eso que quieres que llegue al destino de alguien ya ha llegado. Hasta ahí bien porque las tecnologías nos permiten llegar pronto a los demás y comunicarnos y facilitarnos las cosas, pero evidentemente el lado negativo es la impaciencia que puede llegar a ocasionar a determinadas personas.
Los seres humanos no estamos preparados para la tecnología
No, no lo estamos. Vamos por detrás de estos avances. Son muchas las personas que se frustran con la tecnología o con las personas que hay detrás y manejan las tecnologías. Por ejemplo, cuando alguien manda un Whatsapp a otra persona y la otra persona lo lee, todos sabemos que existe una opción que indique que esa persona ‘lo ha leído’, pero no, que esté el doble check azul no significa que lo haya leído, simplemente lo ha abierto en su móvil y lo ha visto pero quizá no le haya prestado la atención suficiente.
Realiza el siguiente ejercicio
¿Qué pensarías si tres familiares tuyos van de viaje y les dices, cuando lleguéis a x destino, me avisáis y no te avisan? Tú calculas que tardan 3 horas en llegar, han pasado 3 horas y media y no tienes noticias. Quizá, según el tipo de personalidad que tengas puedes empezar a ponerte nervioso/a, dramatizar e incluso empezar a pensar lo peor, quizás otros podrían pensar en llamar por teléfono para ver qué pasa antes de alterarse…Etc… Pues bien, imagina que aun estando en la segunda situación llamas por teléfono y ninguno coge el teléfono, ¿Qué es lo primero que pensaría tu mente? Son muchas las personas que dirían, ‘algo ha pasado’. Efectivamente, muchas pensarían eso, ¿y sabes por qué? La mente tiene un mecanismo automático y además negativo, que aunque seas una persona resolutiva en determinadas ocasiones se activa y tiende a dramatizar, pensar lo peor, preocuparse e incluso terribilizar…
Siempre existen otras alternativas a nuestros pensamientos
Pongamos otro ejemplo. Imagina que vas por la calle y ves a alguien paseando a unos plátanos con una correa de perro, como si de animales se trataran. ¿Tú qué pensarías? Pues bien, cuando preguntas esto la mayoría de personas dicen que eso no es normal y que pensarían que la persona que lo hace no se encuentra bien. Ahora bien, yo animo a seguir pensando. Aquí acaba de actuar el pensamiento de forma automática como hemos explicado. Es posible que esa persona no esté bien, pero quizá sí lo está y simplemente ha hecho una apuesta o participa en un programa de bromas con cámara oculta y simplemente está trabajando. Pues dicho esto, te animo a pensar, a relajarte y a usar tu mente de forma más saludable. Cuando escribas a alguien y no te conteste, pregúntate qué otros motivos puede haber para que no lo haga o simplemente no des por válido ese primer pensamiento que suele hacernos sentir mal.Quizá haya otras opciones. Por ejemplo, te animamos a que practiques tu pensamiento divergente, es decir a que pienses otras opciones diferentes a la que pensarías de costumbre.¿ Por qué alguien te ha leído el whatsapp pero sin embargo no te ha contestado? A parte de porque no le apetezca hacerlo, que estaría en su derecho, quizá no pueda contestar ahora mismo, quizá le hayan interrumpido y ha tenido que dejar el móvil, quizá se haya quedado justo sin batería en ese momento…Quizá, quizá…Hay tantas posibles opciones y alternativas a aquello que tú piensas, que quizá no debamos creer lo primero que viene a nuestra mente.
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