Sinceramente me sorprenden mucho las buenas críticas que ha cosechado White God alrededor del mundo. Del mismo modo me sorprende que se alzase en el festival de Cannes de 2014 con el premio Una cierta mirada. No se puede reprochar bajo ningún concepto la originalidad de la mezcla de narraciones que el director húngaro Kornél Mundruczó emplea en el film. Pero la utilización de este recurso busca la transmisión de un mensaje a mi parecer insulso, fácil y en determinados momentos patético.
White God establece una dura crítica al hombre (el dios blanco) acercándolo al reino animal. Para ello se vale de una narración situada entre drama familiar y película didáctica infantil. La niña Lili, hija de padres divorciados, ha de pasar tres meses junto a su padre a causa de un viaje de negocios de su madre. Lili deberá enfrentarse a la negativa de su padre de acoger a su perro Hagen que será cruelmente abandonado. A partir de este momento White God entra en una dinámica muy extraña, en la que el propio animal ejerce como protagonista del film. Debe afrontarse a la dura realidad de las calles, a las persecuciones de los empleados de las perreras, incluso a peleas de perro. Es como si Mundruczó eligiese un capítulo de Amores perros y lo dilatase. La calle acaba convirtiendo al amable y dócil Hagen en un animal agresivo y furioso.
El realismo de White God desaparece o se difumina por completo a través de sus intenciones forzadas de hacernos creer que el animal posee un enorme intelecto y es capaz de establecer estrechas relaciones de amistad con otros perros. Paralelamente al desarrollo de este personaje, Lili, el verdadero personaje real de la película, sufre una crisis de adolescencia impulsada sobre todo por la pérdida de su mejor amigo y mascota. La obra acaba desembocando en un final en el que Hagen se convierte en líder de un ejército de perros que se enfrenta al hombre. Es esta parte la que las propias estrategias de marketing del film asocian con Los pájaros de Hitchcock. Similitud inconexa basada en la forma pero no en el fondo. Tanto Los pájaros como White God muestra a un grupo de animales atacando a la sociedad pero con objetivos totalmente distintos. De hecho en lo aterrador de pájaros es que desconocemos la razón de este motín animal, mientras que en White God los perros atacan como denuncia de los malos tratos que reciben.
Las intenciones del film acaban distorsionándose entre un ataque al comportamiento animal del ser humano y una denuncia ecologista del maltrato animal. Aun así la película se arriesga e intenta realizar algo muy difícil, conseguir que los animales razonen como los humanos. Si lo consigue o no es tema subjetivo aparte, aunque personalmente creo que contiene escenas poco realistas y que distancian al espectador. La denuncia establecida pese parecer profunda es muy superficial, evidente (enfatizando los momentos de tensión a través de una cámara móvil y mareante), demasiado pesimista y desilusionante.