El efecto de la publicación de miles de comunicaciones (cables) de distintas embajadas de Estados Unidos ha sido algo así como la pérdida de la virginidad de la sociedad occidental. O eso nos están queriendo hacer creer… Porque a la fecha (seguirán dándose a conocer más cables en los próximos días) no he encontrado nada que no fuera clamor popular o hipótesis de partida de cualquier analista o ciudadano de a pie. ¿Qué Estados Unidos seguía de cerca a Chávez? Vaya sorpresa… ¿Que en la ONU (templo donde los juegos de espías están teóricamente prohibidos) se espían con la misma naturalidad que quedan a tomar café? No es ninguna sorpresa que incluso algunas películas nos han puesto en la pantalla. ¿Que el Gobierno español no estuvo donde tenía que estar en el caso de José Couso? Aunque sea lo más doloroso de todo, tampoco es ninguna sorpresa.
Lo que sí me sorprenda es la ausencia de crítica y contextualización por quienes lo están haciendo público. Echo de menos más espíritu crítico. Lo que se publica se hace con el tinte intencionado de verdad absoluta, y cuando se entra en el detalle, resulta que son informaciones que un embajador escuchó de un político en una cena, de un asesor jugando al golf o mientras acudía al excusado para evacuar (y es que hay que tener cuidado con las conversaciones que se tienen en los aseos que nunca se sabe quién escucha…).
No encuentro dilema en la publicación en sí misma (siempre que no se ponga en riesgo a personas) pero sí encuentro criticable algo más de contextualización y crítica por cómo se está contando-hay titulares dignos de análisis.