El nombre de William Ackerman ha sido mencionado en una gran cantidad de ocasiones en el blog pero nunca para comentar un disco suyo sino como fundador del sello Windham Hill y descubridor de talentos que llevaron a una pequeña discográfica a convertirse en una de las mayores referencias de la música new age. Ackerman, aleman de nacimiento y norteamericano de adopción (literalmente) tiene una historia que se sale un poco de los cánones de muchos de los artistas que han pasado por aquí. No fue un músico cuya vocación fuera antepuesta a todo lo demás, ni estudió con los mejores maestros ni nada por el estilo. Se trata de un tipo humilde que planeaba dedicarse a la carpintería, su otro gran hobby y en sus ratos libres tocaba la guitarra.
A finales de los setenta, juntó un puñado de dólares de sus amigos y familiares para pagarse unas horas en un estudio y grabar una maqueta con la que probar fortuna en la música. De ese modesto “crowdfunding” salió el que un tiempo después sería su primer disco pero no sin antes pasar por un largo e infructuoso periplo de discográfica en discográfica cosechando rechazo tras rechazo. ¿Qué hacer si ninguna discográfica cree tu música? Ackerman optó por creer en la discográfica. Dicho de otro modo, inauguró un pequeño sello con el que lanzar su trabajo. Así en 1976 salió la primera referencia de “Windham Hill Records”, que nació como un lugar en el que dar la primera oportunidad a nuevos guitarristas. Ese mismo año, apareció otro disco de corte folk de Linda Waterfall, compañera de instituto de Ackerman y meses más tarde lo haría una segunda grabación de nuestro guitarrista. Comoquiera que la cosa no parecía funcionar del todo mal, se fueron incorporando más artistas al sello como los también guitarristas Robbie Basho y Alex de Grassi, primo del propio Ackerman y uno de los mejores intérpretes de su generación. Con el tiempo, llegaron otros instrumentistas y los grandes éxitos, fundamentalmente de la mano de dos viejos conocidos nuestros: el pianista George Winston y el guitarrista Michael Hedges. El resto es historia conocida pero nos centraremos ahora en Ackerman.
Sin alcanzar el nivel con el instrumento de los citados de Grassi y Hedges, Ackerman es un guitarrista original, poco amigo de las afinaciones convencionales y con un gran talento para la melodía. Sus primeros discos eran grabaciones de solos de guitarra en su mayoría pero poco a poco fue incorporando otros instrumentistas de su sello para grabar, primero dúos y, más tarde, tríos. “Passage”, su cuarto disco, fue el primero de estas características y en él aprovechó para regrabar algunas composiciones de los trabajos precendentes con nuevos arreglos y acompañarlas de nuevas piezas para componer un precioso collage sonoro que define a la perfección lo que nos gusta llamar “sonido Windham Hill”.
William Ackerman en directo junto a George Winston
“Remedios” - La primera pieza del disco es un dueto con el violinista Darol Anger. Los primeros instantes de la pieza es la guitarra la que nos acompaña con el inconfundible estilo de Ackerman. Es música tremendamente agradable de escuchar, sencilla en apariencia y alejada de las estridencias de tantos otros estilos. La parte interpretada por Anger es de su propia cosecha como lo son las intervenciones de todos los invitados especiales del disco y tiene un regusto jazzístico muy inspirado.
“Processional” - Escuchamos ahora una de nuestras composiciones predilectas de toda la carrera de Ackerman. Originalmente formó parte del disco “In Search of the Turtle's Navel” y aquí se recupera en una versión no demasiado diferente de aquella pero igualmente brillante. Comienza como una sucesión de acordes más bien convencionales pero que tras una especie de pausa marcada por una serie de lentos rasgueos da paso a la melodía central. Sin alardes técnicos, el guitarrista nos ofrece un delicado tema de gran belleza que justifica su revisión aquí y alguna más que aparecería en el futuro.
“The Impending Death of the Virgin Spirit” - En una línea similar funciona este duo con el violonchelista Dan Reiter. El delicado sonido de las cuerdas operadas por nuestro guitarrista teje un tapiz ideal para las sutiles evoluciones del cello. Poco amigo del protagonismo, la discreta aparición de Reiter tiene la virtud de resaltar la interpretación de Ackerman en una pieza de extraordinaria factura.
“Pacific I” - Casi una miniatura, la preciosa melodía de Robert Hubbart, al corno inglés es lo más destacado de una pieza en la que nuestro guitarrista se limita a acompañar sin alardes. La pieza tendría una segunda parte un tiempo después en uno de los discos posteriores de Ackerman.
“The Bricklayer's Beautiful Daughter” - Continuamos con una pieza recuperada de “It Takes a Year”, segundo disco de Ackerman. Es una composición basada en una melodía que se repite una y otra vez como en un juego infantil, añadiendo una breve variación en cada una de las ejecuciones. A modo de interludio, la parte central nos muestra un tema algo más serio de aire folclórico antes de regresar a la propuesta inicial.
“Hawk Circle” - El último invitado del disco era el buque insignia de Windham Hill, al menos en cuanto a popularidad y ventas: el pianista George Winston. Quizá suene sorprendente pero no se trata ni mucho menos de una pieza sencilla, directa, como cabía esperar del dúo sino de una intrincada colaboración entre dos músicos que se complementan en todo momento. No se alternan en el protagonismo como es habitual en este tipo de duetos sino que en todo momento funcionan como una pareja compenetrada. Sólo en la segunda mitad de la pieza, escuchamos algunos momentos en los que Winston hace gala de su particularísimo estilo.
“Anne's Song” - El último disco del músico que faltaba por encontrar una representación en “Passage” fue el tercero publicado por Ackerman, titulado “Childhood and Memory”. Allí se encontraba la primera versión de esta pieza introspectiva con guiños folk. En ella el guitarrista se acerca ligeramente al estilo del gran Michael Hedges, especialmente con el tipo de afinación utilizado, muy propio del malogrado artista.
“Passage” - Como cierre tenemos la única pieza del disco que no es ni una revisión de otra antigua ni un dúo con otro músico. Escuchamos, pues, a Ackerman en su versión más pura en una composición reposada, sobria y serena que refleja como ninguna otra el ambiente más común en los discos del guitarrista.
Con el tiempo, Ackerman terminó cansado de una de las dos facetas principales de su carrera: la de empresario discográfico y terminó por vender en varias etapas su discográfica a una multinacional. Con ello, de modo inevitable el sello terminó por marchitarse dejando de publicar discos nuevos desde hace ya varios años aunque siguen apareciendo recopilaciones de artistas de Windham Hill cada cierto tiempo, incluyendo sus clásicos discos navideños. Eso no significó que el guitarrista se alejase de su mitad artística que aún nos tenía que brindar algunos trabajos notables, eso sí, muy espaciados en el tiempo. “Passage” es uno de nuestros discos favoritos de Ackerman, quizá junto con “Past Light”. Como siempre, está disponible en los enlaces acostumbrados.
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Os dejamos con una rara grabación de Winston y Ackerman interpretando en vivo "Hawk Circle":