Había en él algo de precursor, se dice del protagonista barojiano al final de El árbol de la ciencia. Y ese mismo juicio se podría aplicar a William Gaddis y a esta novela, que en 1975, diez años antes de su celebrado Gótico carpintero, hablaba de estafas piramidales y de especulativos vendedores de humo virtual.
No sólo por ese tema, tan actual, se anticipaba a este tiempo Jota Erre. También por su estructura renovadora, por su construcción a base de diálogos fragmentarios generadores de un ruido y un caos que exige la intervención activa del lector y que provocaron el rótulo de Mr. Dificult que le colocó Franzen.
Esos diálogos son los que ponen en pie y en movimiento a unos personajes que anticipan el descontrol de una sociedad tan individualista como la estadounidense y la deriva liberal del capitalismo salvaje en esta novela extrema que toma su título del nombre de un niño de once años que en los recreos y desde el teléfono público de su colegio monta un negocio desde la nada y sin nada, en la que ha sido calificada como la mayor novela satírica de la literatura norteamericana.
Santos Domínguez