«Quinn levantó los zapatos y los examinó con curiosidad, pero sus ojos inexpertos no hallaron en ellos ninguna diferencia a cuando los dejara debajo de su cama la noche anterior. Necesitaban una limpieza y decidió celebrar su vuelta haciéndolo.» ("No quisiera estar en tus zapatos", p. 15)
«Había resuelto el misterio secundario. Y dentro de ese misterio estaba la clave del otro, del misterio principal, como esas cajas de laca contenidas una dentro de otra hasta que pasando por varias se llega a la última.»("Fue anoche", p. 135)
No quisiera estar en tus zapatos
A mí la historia me ha entretenido mucho. En síntesis se trata de dilucidar si Tom Quinn condenado a muerte por la muerte de un avaro vecino suyo que vivía en el barrio logrará evitar la pena capital. Todo está en su contra especialmente por culpa de las huellas dejadas por sus zapatos especiales para pies planos que él acababa de adquirir. La desaparición de los mismos durante una calurosa noche de verano, al ser arrojados por la ventana en un arrebato para ahuyentar a unos gatos en celo que impedían dormir a Tom y a su esposa Annie, junto a la misteriosa reaparición de los mismos a la mañana siguiente a la puerta de la casa del matrimonio es difícil de explicar. A las sospechas se unirá el hallazgo fortuito en la calle por parte de Tom de una cartera que contiene una fuerte cantidad de dinero.
Annie, la mujer de Quinn, duda de la veracidad de las palabras de su marido respecto al dinero encontrado y le insta a devolverlo, algo a lo que él se niega. Para la policía la pista de los zapatos especiales hechos a mano es concluyente. Caso resuelto, se dicen. Sólo el inspector White duda de tanta facilidad. ¿Se salvará Tom Quinn de la pena capital a la que todo le conduce? Para saberlo hay que disfrutar con la tensión narrativa, el suspense, que William Irish imprime a esta novelita corta, casi mejor, a este relato corto extendido. Sólo diré para animar a su lectura que en Woolrich el azar es elemento determinante en muchos de sus relatos, y en este lo es claramente.
Fue anoche
Esta novela corta (1948) de William Irish está en la línea de la anterior que da título al libro que he leído de este escritor norteamericano del noir. Un autor que sabe dosificar al milímetro la tensión dramática, paseando la sospecha por unos u otros personajes muy al estilo de la reina del suspense Agatha Christie.
Fue anoche avanza un grado en el concepto del noir norteamericano al interiorizar en la vida de una pareja asediada por las deudas y los fracasos en ciertas compras y negocios. Precisamente esta situación es la que los lleva -especialmente al marido Gil- a ser sospechosos principales de la desaparición de un asentado industrial que en compañía de su secretario personal ha pasado un fin de semana en el rancho que el matrimonio se ve en la necesidad de alquilar por habitaciones.
Como es habitual en él, Irish recurre al azar para dar giros importantes a su narración. El azar en este caso es sorprender parcialmente una conversación entre dos particulares, despertarse a mitad de la noche y descubrir algo o cruzarse casualmente con un vehículo. Y junto al azar está el tratamiento del tiempo que en esta narración es determinante. Es el discurrir temporal lo que marca la sucesión de hechos acaecidos a lo largo de una semana, que es lo que dura la historia.
Me ha interesado mucho en esta novela corta la galería de personajes, algunos muy inspirados en la propia biografía del autor. Tenemos a Irene Robles, mujer cuyo matrimonio duró poco, sólo un día, algo menos que lo que el propio Woolrich permaneció casado. Quizás en Mistress Robles vierta Irish su rencor hacia la que fuera su mujer por pocas semanas:
«No era una mujer a la caza del hombre; era una mujer terriblemente temerosa de envejecer.»
Gil, siempre con problemas económicos, contiene en su personaje características propias del escritor. Y evidentemente Bud Arden, escritor en el dique seco, falto de inspiración por el momento y bebedor continuado («un barril sin fondo») se inspira claramente en el propio novelista que moriría víctima de su adicción a la bebida.
Los otros dos huéspedes del rancho de los Blaine, Carman y Marsh, son claramente candidatos a la culpabilidad e inocencia en el caso de la desaparición del señor Burroughs. Carman tiene un gran parecido con Corso, antiguo jefe de pistoleros desaparecido y según algunos muerto; en cuanto a Marsh, secretario personal de Homer Burroughs, su fidelidad al magnate es incuestionable.
Como ocurre en tantas novelas policiales de la gran Agatha Christie dentro de este abanico de seres se esconde el causante de la inexplicable desaparición. El suspense, los giros argumentales, las falsas y acertadas deducciones hacen que la lectura de esta novela corta suponga un enorme disfrute.
El escritor
Se le conoció con el sobrenombre de El Rey del Suspense y, según José María Guelbenzu, «ciertamente lo fue, el mejor escritor de suspense que ha habido nunca. Es autor de relatos y novelas maestras tales como No quisiera estar en tus zapatos, Lo que la noche revela, La novia vestía de negro, Marihuana o Me casé con un muerto, entre otras muchas. Era un hombre retraído, solitario, afectado de una relación amor-odio con su madre, que acabó viviendo en un hotel sus últimos años, alcoholizado, célebre y huraño». Murió en 1968.
NotaEste libro participa en los Retos siguientes: Autores de la A a la Z, con él relleno la letra I; y Nos gustan los clásicos.