Siempre me ha sorprendido la memoria que tienen los cantantes, capaces de hacer frente a una actuación en directo con veinte o treinta temas sin olvidar la letra. Por supuesto que a veces se equivocan, aunque en muchas ocasiones ni nos damos cuenta; en algún caso -no muy frecuente- se bloquean y enmudecen; otras veces salen del paso con soltura y maestría. La historia de la canción “Land of a thousand dances” va indisolublemente ligada a un genial fallo de memoria. Inspirada en un viejo gospel, titulado “Children go where I send”, fue compuesta, hacia 1962, por Chris Kenner con el propósito de sumarse a la moda de los ritmos bailables que surgieron al compás del twist y el rock & roll. Con el ánimo de hacerla más popular, Kenner presentó la canción a Fats Domino y éste consintió en grabarla con la condición de recibir la mitad de los derechos que se generaran y la co-autoría del tema. Sin embargo, y a pesar de los esfuerzos de Kenner, la canción tuvo más éxito en boca de su autor que de Fats Domino. En 1965 Frankie García, cantante del grupo Cannibal and the Headhunters, se olvidó de la letra en una de sus actuaciones, sustituyéndola por un pegadizo tarareo (“Na, na, na, na, na, na, na, na, na”) que hizo las delicias del público. A partir de entonces, creo que todas las versiones que se han hecho de “Land of a thousand dances” han incluido este ingenioso recurso, con la consiguiente modificación de la letra original. He ido dejando enlaces a las primeras versiones de Chris Kenner y de Cannibal and the Headhunters, pero quien realmente hizo popular la canción fue Wilson Pickett, a quien dedicamos el primer vídeo de hoy; la segunda versión elegida es la de Tina Turner (un monográfico sobre esta artista ha sido publicado en “We are Rock“); y la tercera, la del guitarrista estadounidense Ted Nugent. Por supuesto, existen otras, como las de Bill Haley & His Comets, Little Richard, The Kingsmen, Roy Orbison o Patti Smith.
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