Wim Mertens - Der Heisse Brei (2000)

Publicado el 21 enero 2017 por Syntheticman @vozdelosvientos

Los alemanes tienen una curiosa expresión para referirse a alguien que no termina de decir o hacer lo que está deseando. Un equivalente lejano al “dar muchos rodeos” castellano. Le comparan con un gato dando vueltas alrededor de la comida caliente por la reticencia de estos felinos a comer algo que no esté a temperatura ambiente. La expresión, simplificada, sería algo como "Um den heissen Brei herumreden". El título del disco que hoy comentamos sería algo así como “el puré caliente”, expresión que no tendría demasiado sentido sin la explicación anterior.
Lo cierto es que algo de verdad hay en el título. Cronológicamente, el disco se encuentra perdido entre dos grandes ciclos de esos con los que de vez en cuando nos desafía Wim Mertens. En 1999, tras publicar su “Integer Valor” y la banda sonora de la película “Father Damien”, el compositor belga publicó “Kere Weerom”, una extensa obra compuesta por siete discos. En 2001 llegaría “Aren Lezen”, el último de sus ciclos hasta el día de hoy, que abarcaba la friolera de trece cedés más. En medio de ambos trabajos, se publicó “Der Heisse Brei”: un nuevo disco para piano y voz. Ignoramos si concibió así la obra Mertens, como el resultado de una gran divagación que incluyó la composición de dos ciclos alrededor de ella para no terminar de dar el paso. La propia portada sugiere que algo de eso podía haber: en los cuatro ciclos monumentales que Mertens ha publicado a día de hoy, la imagen de portada era una escultura de madera del artista belga Teo Groenen. Sólo en una ocasión más se utilizó ese recurso al margen de los ciclos y fue en el críptico trabajo “Instrumental Songs” que era un claro antecedente estilístico de estos. “Der Heisse Brei volvía a tener una obra de Teo Groenen como imagen de portada. En todo caso tenemos el disco situado como una isla en un momento concreto de su discografía. Es Wim Mertens delante de un piano y con un micrófono para cantar. Ni más, ni menos.

“Von Ganz Unten” - El primer tema entra de un modo directo, sin introducciones, con una melodía característica que se repite en varias ocasiones antes de empezar a desplegarse en forma de sucesivas variaciones. Con el regreso al tema central se cierra una pieza breve pero muy interesante.
“Eine Kugelrunde Null” - Lo primero que escuchamos en la segunda composición es a Mertens ¡silbando!. En efecto, el compositor comenzó a utilizar ese “recurso” en “Sin Embargo”, su disco para guitarra clásica, como acompañamiento de la misma. Aquí lo usa como introducción de una tremenda pieza de piano que nos recuerda en muchos aspectos a la recientemente comentada aquí “The Land Beyond the Sunset”. Tras los primeros compases de piano, Mertens comienza a cantar con su inconfundible falsete un tema de aire melancólico. La composición termina como empezó, con un silbido.

“Geräusch” - Un esbozo de melodía que parecía fácil de prolongar por el seguidor más acostumbrado a la forma de componer del músico belga termina por evolucionar de un modo algo diferente, gracias a unos peculiares cambios de ritmo que siempre hemos visto como insólitos guiños flamencos de Mertens. Flamencos en el sentido de cercanos al género musical, nada que ver con la procedencia geográfica del compositor que, recordemos, nació en Flandes. No es la primera vez que creemos notar este tipo de giro en la música del autor, particularmente en alguna de sus obras para piano y voz. El final de la pieza tiene momentos más intimistas pero sin perder en ningún momento la fuerza de los momentos anteriores.
“Das Unststthafte” - Nueva canción que, en la voz de cualquier otro artista pasaría, incluso, como un tema “pop” (con un tratamiento instrumental distinto, claro está). Igual que ocurre con la mayor parte del disco, las melodías llegan de inmediato, sin divagaciones de ninguna clase. Quizá esa esa la característica más notable del disco, el enfoque diferencial frente a trabajos anteriores del compositor belga. Frente a piezas de épocas previas del músico, a las que nos costaría calificar de ese modo, “Der Heisse Brei” es, principalmente, un disco de canciones.

“Weiter Und Weiter” - La afirmación anterior no es aplicable, claro, a todos los cortes del disco. Sin ir más lejos, esta pieza tiene un desarrollo mucho más elaborado. En el comienzo se suceden una serie de bocetos de melodías que terminan por desembocar en un tema precioso. Como caminar por un bosque en penumbra y dar súbitamente con un claro brillante y lleno de vida. Es la principal una melodía extraordinaria de la que se van dando ligeras pinceladas a lo largo de la composición pero que sólo cuando se revela en su plenitud nos permite apreciar su categoría. La voz del artista acompaña al tema pero podría funcionar igualmente bien como pieza instrumental.
“Sich Polieren” - Es este otro buen ejemplo de una forma de componer muy utilizada por Mertens. Comienza de un modo muy pausado, apenas unos acordes con grandes intervalos de silencio entre ellos. Aparece entonces la voz para cohesionarlos de algún modo y a partir de ahí comienza a crecer el tema de piano sin salirse del formato canción.

“Zutzig” - El talento para la melodía de nuestro músico se pone de manifiesto en esta pieza, una de nuestras favoritas del trabajo. La gran virtud de Mertens aquí es la forma en que parte de un tema muy atractivo y lo va descomponiendo poco a poco, transformándolo en uno completamente diferente para retomarlo al final y devolvérnoslo convertido en algo nuevo. Extraordinario.
“Rest Meines Ichs” - Y si la melodía anterior era brillante, esta, mucho más sencilla en sus primeros instantes, la consigue superar. No hay complicaciones ni artificios de ningún tipo, sólo música fluyendo con total naturalidad de un modo que Mertens sigue logrando tantos años después de empezar su carrera como compositor. El cierre, con el piano marcando el ritmo para que sea la voz la protagonista principal es, sencillamente, brillante.
“Sänger Ohne Stimme” - El disco concluye con un tema de comienzo grave, solemne, casi desolado. Casi nos obliga a esperar un repunte en cualquier momento pero no termina de llegar. Si acaso, mediada la pieza hay un pequeño cambio hacia un estado de ánimo aún más pesimista antes de retomar el motivo del comienzo. Es un cierre sorprendente para un disco jovial por momentos que acaba de un modo muy diferente.
La extensa obra de Wim Mertens es fácilmente clasificable en tres tipos de discos: los de piano y voz, los escritos para grupo y los ciclos instrumentales para diferentes orquestaciones pero con unas características en cuanto a estilo muy diferentes a las de los dos primeros grupos. Esta categorización es muy simplista porque no todos los discos encajarían claramente en una sola de las descripciones pero es útil como primera impresión. Cuando profundizamos en la música nos damos cuenta de que no todo es tan sencillo y de que aparecen pequeñas sub-categorías dentro de todas las anteriores. Así, en nuestra opinión, hay dentro de los discos para piano y voz al menos tres divisiones más: una más genérica que estaría representada por trabajos como “A Man of No Fortune and with a Name to Come”, una segunda más abstracta, con desarrollos melódicos que casi parecen improvisados pero que encierran una mayor complejidad de la que serían ejemplo “After Virtue” o “Poema” y una tercera a la que pertenecerían “Der Heisse Brei” o “Strategie de la Rupture”. Este último grupo tiene una mayor presencia de la voz, que pasa a protagonizar realmente cada trabajo. Podríamos hablar de estos discos como de auténticas colecciones de “lieder”, no sólo por la importancia del cantante sino por el propio esquema de las piezas, más melódicas y con una estructura más convencional.
Independientemente de la categoría en la que queramos situarlo, “Der Heisse Brei” es uno de esos discos de Mertens sobre los que volvemos periódicamente en la seguridad de que no nos van a decepcionar. Es, además, un trabajo muy versátil. Recordamos cómo el propio músico fue capaz de condensar sus casi 50 minutos de duración en apenas media hora en el concierto al que tuvimos la ocasión de asistir en el Museo Guggenheim de Bilbao sin que la experiencia se resintiera en absoluto por la velocidad con que Mertens despachó su obra. El oyente que se enfrente al disco disfrutará, claro está, de una versión más reposada que, estamos seguros, será muy satisfactoria.