Tras un segundo mandato 1951-1955 en el que Churchill combatió a sangre y fuego el desmembramiento del Imperio Británico, el viejo león se retiró de la vida pública y se dedicó a la escritura. Para siempre quedará en el recuerdo sus luces y sombras pero, es incuestionable que no se entiende la historia del siglo XX sin su figura.
Este lunes fue el aniversario de
la muerte de Winston Churchill (1874-1965), genio y figura de la política del
siglo XX. Fue militar, estadista, premio Nobel de Literatura, reportero de
guerra… Su persona despierta las mismas pasiones que odios debido a su larga
vida en las covachuelas ministeriales. Criado en una familia pudiente de Oxfordshire
(Inglaterra), fue un niño feliz en sus primeros años como mozo pero, cuando sus
padres le obligaron a entrar en el colegio Ascot, el futuro primer ministro
reaccionó rebelándose ante todo. Sus notas no fueron brillantes pero los profesores
reconocían el talento que tenía.
Suspendió dos veces el examen de
ingreso a la prestigiosa Academía Militar de Sandhurst -que tuvo alumnos de
noble cuna como el rey de España Alfonso XII-, es ahí cuando entró en razón y
comenzó a base de testarudez, centrarse en su vida. Gracias a sus influencias
familiares, una vez graduado, estuvo como voluntario en la guerra de Cuba
(1895), y combatió en la India (1898) y el Sudán (1899). Es ahí cuando
plasmo todas las lecturas que en su juventud bebió sobre ‘el arte de la guerra’,
porque para él, como reconoció años más tarde, “la guerra era sólo un juego que
había practicar con una sonrisa”. Participó en la Primera Guerra Mundial
(1914-1918) encuadrado en el Almirantazgo británico y, ahí fue donde cosechó su
mayor fracaso militar en su larga carrera y el nombre que le persiguió para
siempre: El Carnicero de Gallipoli.
Pero si por algo es reconocido
Sir Winston Churchill es por su papel crucial desempeñado durante la Segunda
Guerra Mundial (1939-1945). En 1940 fue nombrado Primer Ministro y, aunque su
nombramiento no fue muy aceptado entre algunos funcionarios que trabajaron con
él, el tiempo demostró que fue un acierto. En los primeros meses de la guerra,
cuando Gran Bretaña luchaba sola ante el peligro nazi, el recién nombrado
Primer Ministro se dirigía en horas bajas al pueblo británico ante la BBC en
una serie de discursos que quedarán para la posteridad. Desde el Finest
hour, pasando por el Blood, toils,
tears and sweat hasta llegar al famoso We
shall fight in the beache.
Tras el fin de la contienda el ya
ex Primer Ministro, perdió las elecciones para su infelicidad pues, a pesar de
haber sufrido varios infartos durante los años de guerra, jamás se sintió tan
joven de espíritu. Churchill fue pionero al defender la idea de la unión de
Europa, para evitar futuros conflictos entre Francia y Alemania, cuyas
relaciones bilaterales eran vitales para el futuro del Viejo Continente según
entendía éste. Sin embargo, consideraba que el Reino Unido no debía ser parte
de esa Europa unida, sino que su futuro debía estar ligado a sus ‘primos’
americanos.
Tras un segundo mandato 1951-1955 en el que Churchill combatió a sangre y fuego el desmembramiento del Imperio Británico, el viejo león se retiró de la vida pública y se dedicó a la escritura. Para siempre quedará en el recuerdo sus luces y sombras pero, es incuestionable que no se entiende la historia del siglo XX sin su figura.
Tras un segundo mandato 1951-1955 en el que Churchill combatió a sangre y fuego el desmembramiento del Imperio Británico, el viejo león se retiró de la vida pública y se dedicó a la escritura. Para siempre quedará en el recuerdo sus luces y sombras pero, es incuestionable que no se entiende la historia del siglo XX sin su figura.