La semana que viene vendrá Nikolaus como todos los años y cada una de ellas tendrá que dar la cara y responder sobre las promesas que hicieron el año anterior. Aprovecharemos la ocasión para recordarles lo que Nikolaus –bien adiestrado por los padres tigre- espera de ellas para el año que empieza: de La Primera un dictado sin faltas, de la Segunda que se aplique en aprender a leer y a sumar, de La Tercera que deje de destrozarnos el tímpano con sus gritos en mí bemol y de La Cuarta, si es posible, que abandone de una vez por todas su afición a las escobillas de wáter. Les recordaremos también que son unas niñas estupendas que nos ayudan muchísimo, cuidan de sus hermanas más y mejor de lo que podríamos haber soñado y nos llenan los días de risas y besos.
Cada domingo de adviento haremos galletas y bizcochos de temporada según las recetas de la suegra tigre. Encenderemos las velas que toquen en nuestro cetro de pino, haremos chocolate del de verdad y merendaremos al son de Sinatra y su “Santa Claus is comin’ to town”. Nos pasearemos por los mercados de navidad buscando algún adorno nuevo y el segundo o tercer fin de semana de adviento iremos al bosque a cortar el árbol.
No será hasta el veinticuatro por la mañana cuando los niños lo llenen de adornos de fieltro y le pongamos la velas. Iremos a la misa de navidad donde los niños del barrio representarán el nacimiento y a la vuelta descubriremos qué les ha traído el niño y encenderemos las velas del árbol para brindar por la navidad. Luego vendrá la cena pantagruélica. El veinticinco si hay nieve iremos a montar en trineo para hacer sitio para el ganso relleno.
Casi sin darnos cuenta tocará despedir el año con sus uvas, sus turrones y sus campanadas. Le daremos la bienvenida al nuevo con una hoguera en el jardín para ver los fuegos artificiales. Haremos nuestros propósitos para el año que empieza y empezaremos a preparar la llegada de los reyes. Les dejaremos turrón, champán y agua para los camellos y por la mañana entraremos en el salón en fila india. Abriremos los regalos por turnos y las niñas se pasarán toda la mañana en bata y zapatillas remoloneando con sus regalos. Haremos roscón y lo comeremos con cuidado para no tragarnos el haba o el euro. Quién sabe.
Así pasaremos las fiestas, con el jolgorio de los amigos y la familia que van y vienen. Con la resaca de haber compartido muchos buenos momentos. Con la ilusión de que el año que viene volveremos a encontrarnos. Porque la navidad es eso, una sucesión de pequeñas tradiciones que nos recuerdan quiénes somos y de dónde venimos.
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