Estados Unidos es un país tan sumamente grande y complejo que puede ofrecer tópicos y estilos de vida diametralmente opuestos sin que por ello cada uno deje de representar a la perfección la idiosincrasia de aquella nación. Estados Unidos puede ser surf y playa californiana, juego y desenfreno en Las Vegas, glamour y cosmopolitismo neoyorquino, polvo del desierto de Arizona o sudor y blues en el delta del Mississippi. Todo ello sin apenas rasgos comunes pero todo formando parte indiscutible de lo que entendemos por América, un país que acertadamente no se considera una unidad sino una amalgama de estados sin apenas más cosas en común que figurar como estrellas en una bandera.
Winter's Bone (2010) representa otra de las facetas de ese país, y lo hace de una manera cruda y descarnada. Ambientada en la meseta de Ozark, que abarca varios estados del medio oeste, la película presenta un paisaje desolado, donde el tiempo parece haberse detenido después de una catástrofe nuclear y donde los personajes parecen aislados en sí mismos, sin más equipaje que un gorro con orejeras y una camisa de franela y sin más inquietudes que asistir a la última feria de ganado o conducir su camioneta hasta un bar donde suena country barato y los litros de cerveza corren como una costumbre silenciosa. Ese medio oeste, esa inmensa tierra de nadie que supone el contrapeso a la modernidad de las costas, y donde la gente se rige por sus propias normas. El filme, además, retrata estos paisajes de una forma deliberadamente naturalista y feísta, escapando de la estilización y el pintoresquismo de los personajes de Fargo (Joel Coen, 1996) o la imagen de postal y anuncio de Marlboro de Brokeback Mountain (Ang Lee, 2005), por citar un par de ejemplos ambientados en zonas similares.
Empieza entonces la odisea de Ree para dar con su padre, un traficante de drogas cuyas malas relaciones le habían llevado a prisión. Asistimos en ese momento a un paso más en la decadencia del entorno, presentando a personajes ariscos, hostiles, cuyo código se limita a advertir a Ree de que no se meta en los asuntos de los demás. Incluso su propio tío, hermano de su padre, es quien con más vehemencia le insta a que deje de buscar. A pesar de todo, la joven mantiene su empeño para salvar a su familia, arriesgando su vida y descubriendo poco a poco la terrible verdad sobre su padre.
En definitiva, Winter's Bone es una película incómoda, nada autocomplaciente, que estira una situación mínima hasta la saciedad (la primera parte del metraje se parece más bien a aquellas aventuras gráficas a las que jugábamos de pequeños y que consistían básicamente en preguntar a los distintos personajes y obtener información útil) pero que atrapa desde el primer momento hasta el último. Y lo hace gracias al magnetismo de los dos personajes principales pero especialmente gracias a un paisaje desolado y desolador, un entorno hostil donde la felicidad y las oportunidades hace tiempo que pasaron de largo.