Wir sind die Nacht (Somos la noche), Alemania 2010

Publicado el 01 febrero 2011 por Cineinvisible @cineinvisib

El expresionismo alemán de los años 20 trasladó el mito del vampiro al universo del cine sentando las bases de un género, que no ha conocido la crisis desde su creación, con míticas películas como Nosferatu (1922) de F.W. Murnau o M. el vampiro de Düsseldorf (1931) de Fritz Lang. Quizás el hecho de que años más tarde un energúmeno, chillón y con bigote, obligase a la mayoría de estos célebres cineastas a salir corriendo de su país, sea la causa de que, casi un siglo después, el cine alemán no haya recuperado aún este magnífico legado.

 

El director Dennis Gansel, con un excelente bagaje en su haber, Napola (2004) sobre el nazismo o la inquietante reflexión de La ola (2008) sobre el espíritu de equipo llevado al límite, se ha atrevido con este proyecto que había concebido en 1996, cuando aún era estudiante de cine, actualizando la figura del vampiro, en este caso, femenino. Los miembros vampiros masculinos han sido eliminados al resultar demasiado molestos, escandalosos y perjudiciales para el colectivo. Ya nos habían anunciado que el siglo XXI será femenino o no será, pero lo que esperábamos es que fuese menos sangriento.

 

El realizador ha modernizado los códigos de los glóbulos rojos en un explosivo cóctel entre Sex and the city, Millennium y Twilight, eliminando los obviedades de éstos y añadiendo elementos nuevos para crear una nueva generación de inmortales. La película destila una ironía que la bonifica (excelente el método de bronceado que utilizan) y posee una de las mejores réplicas de este género en los últimos años lanzada por una delicada señorita: podemos comer, beber, esnifar coca y f… todo lo que nos apetezca sin engordar jamás, quedarnos embarazadas o caer enfermas. Una declaración de principios digna de Epicuro.

 

Lena, una joven marginal, se cuela una noche en un club alternativo y conoce a Louise, la propietaria del lugar, que se enamora inmediatamente de ella. Lo que no sabe es que ésta forma parte de un trío de vampiras. El mordisco es a primera vista y, a partir de ahí, Lena saboreará las ventajas pero también los inconvenientes de su nueva condición. Menos mal que algo malo tiene sino nos apuntábamos todos.

 

El Festival de Sitges supo apreciar su calidad e ironía otorgándole el Premio Especial del Jurado. Sus defectos no ocultan los logros de un honesto trabajo de modernización del mito que, sobre todo, demuestra que Berlín es una ciudad magníficamente cinematográfica para este tipo de cine.