WOLF CHILDREN | Reseña

Publicado el 28 mayo 2022 por Juleswk @jules_wk

Un tenue llanto se escucha en la habitación, un par de ojos la observan curiosos y para Hana es el momento más feliz de su vida. Pero todo cambiará con la muerte de su esposo y será entonces cuando ella muestre todo su coraje y empeño para darle una maravillosa vida a sus hijos. Porque esta es una historia sobre la familia, sobre el crecer y sobre los retos y alegrías de la maternidad ... Esta es la maravillosa hisotria de Mamoru Hosoda: Wolf Children.

Ookami Kodomo no Ame to Yuki

|Director: Mamoru Hosoda|

|Drama, Fantasía, Romance|

Ame y Yuki son dos hermanos comunes y corrientes, o bueno lo serían si no fuera por un pequeño detalle: Son mitad humanos y mitad hombres lobos debido a la herencia de su difunto padre. Así que junto a su madre Hana, quien es su unica familia, los chicos irán creciendo y enfrentando ambos lados de su vida al tiempo en que se nos plantea una poderosa pregunta: ¿Qué es capaz de hacer una madre para sacar adelante a sus hijos?...

Ookami Kodomo no Ame to Yuki también conocida como Los niños lobo Ame y Yuki o simplemente como Wolf Children, es la 3er producción personal del reconocido director Mamoru Hosoda (antes trabajó en franquicias como Digimon) siendo estrenada en 2012 trasLa chica que saltaba a través del Tiempo y Summer Wars y convirtiéndose en la primer película del estudio Chizu, creado por el propio Hosoda. Dentro del staff a cargo podemos encontrar además del propio Hosoda a Yoshiyuki Sadamoto (FLCL, Great Pretender) a cargo del diseño de personajes, Hiroshi Ohno (Usagi Drop, Akira) en la dirección de arte, Osamu Mikasa (Dororo, Kiznaiver) en el diseño de color y Masakatsu Takagi (El niño y la Bestia) al frente de la música.

La historia de Wolf Children comienza con Hana, una estudiante universitaria dedicada y centrada en el trabajo quien cierto día encuentra a un joven misterioso en su clase, quedando de inmediato intrigada por su presencia y comportamiento. Sin embargo, lo que en un comienzo es solo curiosidad pronto cambia y tras un primer encuentro poco afortunado y una posterior convivencia entre ambos, ellos pronto se enamoran y él decide contarle su mayor secreto: es un hombre lobo, ultimo descendiente de los lobos exterminados en Japón, con lo cual le dice que entenderá si Hana decide alejarse de él. Claro esta, la decisión de Hana resulta todo lo contrario pues aunque con duda, ella no se deja intimidar por este hecho y es así como comienzan a vivir juntos y dichosos. Y su felicidad crece cuando ella queda embarazada de una niña a la que llaman Yuki, completando su pequeña gran familia al año siguiente con el nacimiento de un niño llamado Ame. Es así como ambos llevan una vida feliz y completa junto a sus bebes... o al menos así sucede hasta que el padre de sus hijos repentinamente muere ahogado. Ahora Hana tiene frente a ella la misión de criar sola a sus hijos, aprendiendo en el camino cosas buenas y no tan buenas que la ayudarán a afrontar todos los desafíos que implican 2 pequeños niños lobo...

El trabajo más satisfactorio del mundo

Y con esta premisa es que hemos de adentrarnos en la particular (y la que sería una de muchas) historia y visión de Mamoru Hosoda respecto a los lazos familiares, en este caso el de la maternidad. Porque durante las casi 2 horas de metraje seremos testigos de la vida de Hana al lado de sus hijos mitad humanos y mitad lobos, teniendo como eje narrativo (al menos en la primera parte del filme) los esfuerzos y baches que tendrá que ir atravesando Hana para sacarlos adelante: El conseguir una nueva casa, obtener alimento y cosas tan básicas como educarlos para comer o llevarlos a dormir serán el pan de cada día para la nueva madre soltera. La cosa claro, no será tan fácil teniendo a 2 hijos lobo y Hana deberá redoblar esfuerzos con el fin de que crezcan a salvo y felices, de la manera más natural posible, teniendo algunas escenas que marcan dicha situación de manera más profunda, como cuando debe ir al médico a tratar a Yuki y esta indecisa sobre elegir un hospital humano o una clínica animal, resultando en una dualidad bien tratada y que se construye de a poco.

Y es aquí cuando se notará de mejor manera el ritmo entre drama y comedia por el que apuesta Hosoda, brindando la intimidad y naturalidad suficiente a cada momento entre madre e hijos, sucesos felices, tristes y algunos de duda por parte de la pequeña familia que sin embargo, se verá apoyada por secundarios como lo son sus nuevos y alegres vecinos una vez se mudan de la ciudad al campo.

Gracias mamá...

Pese a todo, si en algo se diferencia y sobresale la obra, es en su enfoque a la otra parte de la maternidad (y de tener hijos en general), esa etapa alejada ya de los recuerdos de infancia y en donde muchos de nosotros hicimos sufrir a mamá: La adolescencia y consecuente madurez. Porque es aquí cuando se forma el criterio y las bases de lo que eventualmente será la vida adulta y en el caso de Ame y Yuki, donde decidirán su propia identidad, cambiando sus maneras de infancia y volviéndose el extremo opuesto: ya sea lobo o humano. Es en esta segunda mitad también (o mejor dicho por consecuencia) en donde Hana pasará a ocupar un lugar menos estelar pero igual de presente, afrontando ahora la tarea de ayudar a sus hijos a encontrar su camino peor siempre desde un plano secundario (que no menos relevante): Que si Ame ya no quiere asistir al colegio, o que Yuki empieza a sentir curiosidad por los chicos, o que ambos tienen días en los que no cruzan palabra y se comunican casi a gritos... Hana siempre se mantiene como el apoyo de ambos, aún cuando las dudas vuelven y ella misma debe enfrentar los probemas de ahora, no saber bien como comunicarles su afecto o de guiarlos en su accionar.

Y nuevamente aquí somos testigos del tacto de Hosoda, en este caso para retratar la profundidad de dicho tópico sin caer necesariamente en falsos sentimentalismos o decisiones forzadas por parte de los hermanos, brindando tiempo y espacio para que cada uno vaya descubriendo lo que de verdad les gusta y de poner a Hana como esa voz casi silenciosa pero siempre preocupada por ellos. Por ello es por lo que Wolf Children se queda cerca de ser una obra maestra, pues aunque tiene algunos momentos apresurados el resto de la película es incontestable, con el equilibrio y tiempo perfecto entre sus partes como para atraparnos dentro de la historia, resaltando la importancia materna tanto en la infancia cuando se adquieren los valores, como sobre todo en la adolescencia que es cuando más dudas e inseguridades se tienen; la primera es laboriosa pero disfrutable, la segunda es verdaderamente complicada y la que mayor voluntad requiere. Cosa bastante curiosa el que Hosoda no pudiese repetir el nivel de naturalidad después en El niño y la Bestia. ..

Pero Wolf Children no solo maneja el estilo narrativo futuro de Hosoda sino también el avance en las bases de su animación y eso se refleja en el aspecto técnico, con un trabajo cortesía de Yoshiyuki Sadamoto en el que los diseños de cada personaje siguen el estilo característico de estudio Chizu, con caras redondeadas, con facciones suaves y que otorgan esa sensación de fantasía propia del Niño y la Bestia o de Summer Wars. Y esto no es algo estático pues la variedad de expresiones faciales es suficiente para lograr transmitir los cambios y el crecimiento de Ame y Yuki volviéndose algo orgánico y que se complementa muy bien con el otro punto maestro: los escenarios. Porque así como en Summer Wars fue una casa laberíntica, en La chica que saltaba a través del tiempo una colina y en El niño y la Bestia el mundo animal, aquí Hosoda juega con la amplitud propia del campo, mostrando la armonía entre la casa familiar y las laderas del bosque, y lo hace empleando todo tipo de recursos, desde tomas abiertas, secuencias prolongadas y sobre todo, enfoques y planos de cámara que potencian cada espacio y cada luz y sombra. Mención especial a la secuencia sin corte en la que se muestra como Ame y Yuki van avanzando de grado escolar, una escena en donde el director no mueve los elementos pero sí intercala la vista y ese simple hecho permite jugar con la narrativa y acelerar los hechos.

En cuanto al aspecto sonoro cortesía de Masakatsu Takagi, Wolf Children apuesta por lo instrumental, alejándose de los potentes coros y regalándonos a cambio voces tenues pero directas, cargadas de sentimiento y acompañadas de delicados pianos y cuerdas que nos abrazan y nos entregan esa melancolía de estar presenciando los momentos de la infancia. Ejemplo claro de ello son las conmovedoras"Meguri" y "Ubugoe" o la más íntima "Anata ga Amu Sekai" sin olvidar la divertida"Gasabura Taata". Sin embargo, lo mejor no llega sino hasta el final de la película y con la tierna carta de amor que es "Okaasan no Uta" un suave arrullo que no solo despide, también rememora y agradece por haber sido parte de la vida de la madre, una sutil pieza que lejos de caer en el cliché entrega una "narración" tenue, sin gritos pero con la profundidad necesaria para tocar al espectador en lo más profundo. En fin que es el mejor ejemplo del tacto que tiene Hosoda y compañía para presentar algo tan complejo y puro de manera indirecta (y que pese a lo "sentimental" realmente funciona...)

Wolf Children es sin lugar a duda, la película más emblemática de Hosoda, quedando cerca de ser una pieza maestra (como sí lo es Minari). Y lo es gracias a esa enorme virtud del director para transmitir lo que es la familia y lo que implican sus relaciones. Con una narrativa tierna, intimista, que nos entrega melancolía sin renunciar a la alegría; unos personajes entrañables y que coexisten con sus virtudes y defectos, un trabajo técnico que apela y refina el estilo de su autor y un aspecto sonoro que brinda el cierre perfecto,Wolf Children es un excelso retrato de la maternidad, un recuerdo de lo mucho que debemos a esa persona que nos trajo al mundo... Y aunque ciertamente jamás podremos pagarle, este podría ser un buen momento para ir y abrazarla, llamarla o porque no... Agradecerle por todo.