Una de las mejores cosas del aerógrafo es el poder realizar transiciones de color muy difuminadas en superficies grandes, lo cual a este cazador le hacia mucha falta.
Otra cosa que me animé a hacer al usar el aerógrafo es usar las pinturas muy diluidas, textura leche, que permite ir haciendo veladuras para iluminar la mini.
También he empezado a usar los lavados menos, sólo en los puntos en los que quiero dar la sombra al final del proceso, en lugar de un lavado general después de la capa base.
Cargué la peana de pigmentos para quitarle gris a las rocas, bastante gris es el lobo y no quería que se camuflase con el suelo.
En fin, ¡un pedazo de miniatura que empezó como muñeco de pruebas y ha acabado siendo una de las minis favoritas que he pintado últimamente!
¡Saludos y seguid pintando!