Wonderfuleando: esas pequeñas cosas de la vida.

Por Sutherland

**La frase ideal para una autora romántica**

¿Cuál será la primera actividad de Patricia en cuanto pone el pie en su estudio? ¿Escribir?¿Responder el correo? ¿Consultar su agenda electrónica y echarse las manos a la cabeza con la montaña de cosas por hacer? Frío, frío, frío…

Mi nueva primera actividad es… atención…

¡Wonderfulear!

Disculpa el *palabro*, es de mi cosecha; así llamo a los diez minutos que dedico a poner a tono mi mente y mi estado de ánimo antes de empezar a trabajar: abro mi agenda de Mr. Worderful y me sumerjo en ese mundo de colores pastel y mensajes positivos. Diez minutos enteros dedicados a averiguar -sin dramas- cómo me siento (y cómo me gustaría sentirme, si me descubro en un momento bajo). A destacar esas otras cosas normales de mi vida, que no tienen que ver con la autora ni con la editora, sino con la persona: un libro que estoy leyendo y me encanta, una nueva serie televisiva que pinta fenomenal, un nuevo cantante/banda alucinante que descubro (¡ya sabes que me encanta la música!), un encuentro casual con alguien que no veía hacia siglos, un regalo inesperado de alguien que adoro… Cosas que me hacen ilusión y que normalmente se perderían en el maremágnum de mis días… si no hubiera conocido a Mr. Wonderful ;)

Y simple como parecen, esos diez minutos son poderosísimos. Evitan que funcione en piloto automático (algo que detesto y en lo que es tan fácil caer) y avivan mi pasión porque me permiten ver en perspectiva, sin trampa ni cartón, que estoy donde quiero estar, haciendo lo que quiero hacer. No tengo una vida perfecta, ni mucho menos. Nadie la tiene. Pero saber que estás en el camino adecuado hace mucho más llevaderos los baches y, sin duda, te anima a continuar.

Conocía la “filosofía” Mr. Wonderful desde hace bastante a través de las famosas imágenes con sus frases que circulan por Internet, pero nunca se me había dado por visitar su tienda. A mediados de verano, cuando empecé a ver fotos de la agenda en las redes, se me pusieron los dientes largos. Entonces, un miembro de mi grupo de lectoras (Verónica Parra) posteó en Facebook un estado sobre el tema y voilà… ¡cayó la breva… bueno, la agenda!

En casa se asombraron al verla sobre mi escritorio. Fue algo en plan: “Mmm… Sé de alguien que ha vuelto a la adolescencia”. Y vale, lo admito, es algo totalmente orientado a esa edad en la que eras el centro de tu mundo, hacías “collage” de fotos de tus ídolos y lo pintarrajeabas todo con colorines. Un día de la agenda ocupa siete centímetros de la página y está partido en dos columnas, la de la izquierda dedicada exclusivamente a describir, a través de emoticonos y stickers con mensajes humorísticos/positivos, cómo te sientes (se llama así: “Me siento”) y la de la derecha dedicada a tus notas. Tengo letra pequeña y te aseguro que cuatro frases allí son multitud jajaja Las distintas secciones de la agenda, que son varias, siguen el mismo criterio. Así que sí, es la agenda que le regalarías a una adolescente.

Pero, ¿sabes qué?, para mí de eso se trata. De recuperar un poco de ese desenfado juvenil, de ese interés por las propias emociones y estados de ánimo, de esa ilusión por las cosas simples de la vida que entonces te llevaban a escribirlo en tu diario con días o semanas de antelación y que ahora, si acaso, recoges en la galería de fotos de tu móvil o tableta, a tiro pasado. De volver a ser el centro de mi universo durante diez minutos todos los días. Y da igual qué herramienta me permita conseguirlo, puede ser esta preciosa agenda con la que estoy encantada o cualquier otra cosa que se invente en el futuro, lo importante son los diez minutos. Obran maravillas, te lo aseguro.

¿Y tú, wonderfuleas? ;)

¿Acaso lo dudabas? ;)


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