Bajamos en la estación central Wroclaw Glowny y caminamos en dirección al centro histórico.
Durante los siglos XIV y XV, la ciudad formó parte de la Liga Hanseática y bajo el control bohemio y austriaco, se fue desarrollando hasta convertirse en una de las ciudades más importantes de Europa Central. Continuando con las tres particiones de Polonia del siglo XVIII, la entonces Breslau continuó bajo control germánico, prusiano y austriaco. A finales del siglo XIX, Breslau era la 2ª ciudad más importante de Alemania. Después de la II Guerra Mundial, la población germana tuvo que partir hacia Alemania y la población polaca de Lwow, que pasó desde Ucrania, se reestableció en Wroclaw, aportando su cultura.
La ciudad quedó enormemente dañada durante la II Guerra Mundial y el 75% de los monumentos quedaron destruidos. Al finalizar la guerra, empezaron rápidamente los trabajos de restauración y el aspecto actual es de una bonita ciudad resurgida de sus cenizas.
Nos dirigimos primero a Ostrow Tumski, el lugar donde nació la ciudad.
Aquí se encuentra la Catedral de San Juan Bautista (Cátedra Sw.Jana Chrzciciela) del siglo XIII. Destaca el magnífico pórtico renacentista y el púlpito de alabastro. Este templo acogió al Papa Juan Pablo II en 1983, cuando el país se encontraba todavía bajo régimen socialista. Se reunieron más de un millón de fieles que ni tan siquiera cabían en la pequeña isla.
Unos metros más adelante cruzamos el pequeño puente de la Catedral (Most Tumski) que comunica la isla de la Catedral con la Isla de la Arena (Wyspa Piaskowa). Es un bonito puente de hierro del año 1889 y uno de los más famosos entre los más de 100 puentes sobre el río Oder. Como también se ve en otros puentes de algunas ciudades europeas, una infinidad de candados sellan en sus barrotes el amor eterno que aquí se vienen a declarar muchas parejas polacas.
En el 6º piso se encuentra la Wieza Matematyczna, una sala que recoge documentos, pinturas y muchas fotografías que muestran el estado deplorable en que quedó la ciudad durante la II Guerra Mundial, un verdadero cúmulo de escombros amontonados en las calles.
Desde aquí y por una escalera de caracol se accede a la terraza de la Torre Cuadrada, al llamado Observatorio. En cada uno de los cuatro ángulos se levanta una estatua que representan la Teología, la Ley, la Astronomía y la Medicina. Desde aquí hay unas vistas estupendas sobre la ciudad, el río Oder y sus afluentes. Wroclaw no tiene rascacielos y los campanarios de las iglesias se levantan erguidos sin que nada les haga sombra.
Caminamos en dirección a la cercana Iglesia de Santa Elisabet que, con la torre más alta de la ciudad, se distingue desde cualquier punto. Unos gritos de “viva los novios” nos llaman la atención y se ven algunas mantillas españolas. Parece que el novio es un andaluz que ha conquistado el corazón de una bonita polaca.
La Plaza del Mercado comunica con la Plaza Solny con edificios renacentistas y góticos y donde se encuentra el edificio antiguo de la Bolsa. Actualmente en esta plaza se celebra el mercado de las flores.
Se construyó en 1913 para conmemorar la victoria en Leipzig de las tropas alemanas sobre Napoleón cien años atrás. El mérito del arquitecto Max Berg, fue construir la sala más grande del mundo y la primera cubierta con cúpula de cemento de tales dimensiones. Con 65 metros de diámetro y 42 metros de altura, supera en un tercio a la cúpula del Panteón de Roma. Como anécdota, se cuenta que el día de la inauguración, el Káiser Guillermo II se negó a ponerse bajo la cúpula por lo que pudiera pasar.
Comemos cerca de la Plaza Solny y después de un tranquilo paseo vamos bajando por la calle comercial Swidnicka hasta llegar a la estación donde esperamos el tren que nos traerá de nuevo a Poznan.