Lo siento, pero no lo he podido evitar. Llevo muchos años intentando comprender qué hay de festejo en matar a un animal en directo de forma bárbara y salvaje, y no le veo sentido por ningún lado. Es por ello que cuando ocurren cosas así, las contemplo como lo único que son en realidad: actos de defensa de un pobre ser vivo al que, después de tenerlo en condiciones deplorables, de arponearlo para que pierda sangre y, en consecuencia, fuerza, sueltan en medio de un numeroso grupo de individuos que disfrutan con la tortura de un animal. Y a veces, pasa lo que pasa. Igual si pasara más a menudo se acabaría esta vergüenza nacional. Y me vais a perdonar, pero con este tema se me calienta la boca y no quiero seguir, porque ya me conozco. AQUÍ teneis un enlace a lo ocurrido el pasado 21 de mayo.
Rojo, sangreun color muy nacionalmorbo, suertesol y arena, ¡vive dios!arte, muertesirve de alimentopase, valientey vuelta al ruedo.Cuando el acero me traspasa el corazóny se le llama fiesta; y otra vuelta de tuercacuando el sadismo se convierte en tradicióny la faena en gesta, y nadie se molesta.
Pinchos, sienterecital multicolorpasodoble, ambientede nobleza y de pasión¡la oreja presidente!los pañuelos al vientoalza la frentey mira al cielo.