Como se comenta en las páginas interiores del número publicado por Panini, la primera cabecera con el nombre de X-Men, arrasó en número de ventas, consiguiendo alrededor de ocho millones de copias. En un momento en el que ni siquiera el mas vendido consigue las cien mil copias, parece casi ofensivo comparar ambas series. Aunque, es cierto que el primer número de esta nueva colección, consiguió mas de 140.00o copias el pasado verano, así que tampoco está nada mal.
Pero vayamos con estos nuevos vampiros marvelitas. Y, aunque Julian M. Clemente comente en la columna que acompaña al cómic, que el mito del vampiro se ha desvirtuado hasta la náusea por “una saga de best-sellers pacatos pero muy seguidos por adolescentes histéricas” (algo que por otro lado suscribe servidor), no creo que justamente el cómic que tenemos entre manos consiga elevarlo hasta donde se merece.
Puede parece grandilocuente pretender cambiar el rumbo de los vampiros dentro del Universo Marvel. Y Victor Gischler, el elegido para ello, lo hace partiendo del típico momento de inflexión, donde el viejo orden desaparece para dejar paso a uno nuevo. Y, aunque bien construida, justamente en ese cambio de orden puede estar el fallo para los mas puristas. Aunque comienza bien la partida, tomando prestado el recurso de los clanes vampíricos que tanto uso ha tenido últimamente, precipita la acción haciendo que parte de lo que uno espera se desmorone. Admito que la moda vampírica de libros o series actuales, son casi para mi como el sol para el vampiro, así que verlo casi trasladado al cómic me parece poco interesante.
Si el primer especial me deja algo indiferente, el segundo me deja, al menos intrigado. No creo que el comienzo de la historia sea el mejor, con un diálogo hueco entre adolescentes mutantes (al menos una de ellas) puestas ahí para dar juego y posterior “explosión” que nos llevará a ese primer número de la nueva serie. A propósito, qué le ha dado ahora a Marvel por las explosiones como desencadenante de la acción. Stanford, luego en el comienzo de Asedio y ahora en La Maldición de los Mutantes. Efecticismo puro cuando se sobreutiliza.
Con total seguridad compraré el número uno de esta nueva cabecera de los X-Men. Aunque solo sea por recordar a la Tormenta vampírica de hace años y que aparece en la portada de este número cero. Luego, ya veremos si sigo con la serie. Al menos, sirve para pasar un buen rato.