La saga X-Men siempre ha sido la más filosófica de los cómics Marvel. En realidad el eterno conflicto entre Xavier y Magneto es una lucha de ideas: por un lado la convivencia entre el hombre y su versión evolucionada, los mutantes, también llamados homo superior y por otro la idea de Magneto de someter a la Humanidad, de acuerdo a las leyes de la evolución, de la inexorable victoria de los más fuertes sobre los más débiles, que siempre ha imperado, implacablemente, en la naturaleza. La mejor virtud de la saga cinematográfica filmada por Bryan Singer ha sido preservar la esencia de este planteamiento y adaptarlo para el público en general, evitando las complejas tramas y subtramas que caracterizan la versión dibujada de los personajes.
Después de la magnífica Días del futuro pasado, se produjo una especie de reinicio para la saga, una oportunidad para renovar a los actores que interpretan a los mutantes y rejuvenecerlos. Hay que decir que este aspecto de X-Men Apocalipsis, ha sido todo un acierto, pues los nuevos personajes ofrecen frescura y hay buena química entre ellos, aunque habrá que esperar a futuras películas para saber con más certeza qué pueden dar de sí. El que sí se consolida como uno de los grandes descubrimientos es Mercurio, que esta entrega vuelve a ofrecer humor y espectáculo a partes iguales y se lleva otra vez la mejor escena, aquella en la que salva a sus compañeros de morir en la explosión de la mansión de Xavier. Bien es cierto que dicha escena no resulta demasiado original, en comparación con la del Pentágono en la entrega anterior, pero en cualquier caso su contemplación es un goce, un ejemplo magnífico de cómo mostrar los poderes de un personaje emblemático en la gran pantalla.
Pero X-Men Apocalipsis no es ni mucho menos una película redonda. A pesar de sus dos horas y media, su técnica narrativa no está nada depurada, informándonos en exceso acerca de algunas de sus circunstancias y dejándonos casi en completa oscuridad respecto a otras muchas. Además, un elemento tan importante como los efectos especiales ha sido tan descuidado que resulta un hecho insólito en una película de estas características. Algunas escenas parecen haber sido concebidas por el programador de un mal videojuego, lo que les resta grandes dosis de verosimilitud, algo fundamental para que el espectador acepte la "realidad" de lo que está sucediendo en la pantalla. También hay grandes personajes desaprovechados, siendo el caso más sangrante el de Magneto. Michael Fassbender hace lo que puede para salvarlo del naufragio, pero su actuación está lastrada por un guión simplón, que necesitaba ser pulido. Pero lo peor, con mucho, de la película, es el villano. Apocalipsis, un Oscar Isaac bajo capas inmensas de maquillaje azul, aparece como una amenaza poco intimidante e inexpresiva, que en una escena muestra poderes propios de un dios, para verse derrotado en la siguiente de manera poco creíble.
En cualquier caso, lo bueno es que esta película sienta las bases de un nuevo universo mutante que puede desarrollarse de manera muy interesante en el futuro. No estaría mal que se terminara llegando a un acuerdo y pudiéramos ver a los X-Men junto a los Vengadores y Spiderman en próximas entregas. Por el momento, esta ha sido una de las entregas más flojas de una saga que ha sido capaz de entregar pequeñas joyas como X-Men 2, First Class y Días del futuro pasado. Esperemos que próximamente se rectifiquen los evidentes fallos de que adolece X-Men Apocalipsis y se mantengan sus virtudes.