'X-Men: Primera generación': Desilusionante precuela de una gran historia

Publicado el 10 junio 2011 por Davicine
Las críticas de Carlos Cuesta: X-Men: Primera generación

¿Quién se resiste a hacer caja con una precuela? Si hay una personaje que merece una película que nos cuente por qué un villano se convirtió en lo que es, ese es Magneto y seguramente Michael Fassbender (Malditos bastardos) permanezca en nuestra retina como uno de los hombres que dieron vida a ese personaje de una forma brillante. El otro es Ian McKellen (El señor de los anillos) en su etapa ya madura, cuando la brecha entre X-Men y su facción está totalmente consumada.
Si tiene algún mérito X-Men: Primera generación está en la elección de Fassbender y la forma en que el actor responde al reto. Si hay que escoger una segunda razón la tenemos en la presencia de Kevin Bacon como el actor que da vida al villano Sebastian Shaw, el responsable de que Erik Lehnsherr terminara siendo Magneto. Tan solo la forma en que se articula la relación de odio entre ambos, la persecución desde un campo de concentración de la Segunda Guerra Mundial y hasta el clímax de la Guerra Fría mantiene en pie una película a la que haría falta pulir mucho.
X-Men: Primera generación se trata de un producto que se sube al carro de la moda de películas sobre superhéroes, tratando de aprovechar el precedente de las anteriores películas de X-Men (más nutridas de estrellas del cine) y el amplio público potencial. El film no desmiente la sensación que aporta el material promocional de que estamos ante una película de segunda categoría. Nada en ella compensa la sensación de que las prisas y la racanería han impedido que una película mediocre se convierte en buena o excelente.
La película tiene todos los elementos que no pueden faltar a una precuela que explique cómo se forjó la relación de amistad y rivalidad entre Magneto y el profesor X (James McAvoy) pero le sobran muchas cosas. No falta la tragedia familiar en un campo de concentración, que explicará por qué Magneto se niega a que los mutantes sean clasificados y separados y potenciará la contradicción del genocidio que planteará; está la forma en que seduce a Mystica (Jennifer Lawrence) para inculcarle sus tesis, cómo consigue su casco para resistirse al poder de Xavier, por qué éste se encuentra en silla de ruedas en su etapa adulta y por qué ambos se tienen el respecto que se profesan.
Como argumento, la excusa para sentarnos en la butaca son las intenciones de Sebastian Shaw de forzar a las dos potencias mundiales, EE.UU. y U.R.S.S, a la guerra nuclear para eliminar a la raza humana y conseguir que los mutantes reinen en una nueva era. Esto obligará al gobierno de Estados Unidos a buscar aliados que puedan pugnar con los poderes de los aliados de Shaw. A los mutantes dispuestos a ayudar les forzará a terminar con su anonimato para preservar la paz. Será Charles Xavier quien se encargará de reclutar a un buen grupo para hacer frente a Shaw. La duda trascendente es si una vez que la amenaza se extinga los humanos serán capaces de coexistir pacíficamente o si tratarán de deshacerse de los mutantes que les salvaron, por miedo e incomprensión.
A partir de ahí podemos contar lo que sea, pero los fallos de montaje, las escenas de deflagraciones que se quedan a medio terminar, las escenas ridículas como la de Emma Frost (January Jones) saliendo a por hielo o la sensación de celeridad atropellada con que los mutantes son reclutados estropean una historia a la que, a pesar de todo, le sorba metraje, o le falta donde corresponde. La épica que se logra en algunas escenas gracias al sustento de una banda sonora muy apropiada para la ocasión no son suficiente para combatir una legión de diálogos sin pulir y la ligereza de las escenas en las que los superhéroes nos van mostrando su catálogo de poderes.
Al final, lo que interesa son las escenas de acción, que no están mal, la forma en que los héroes combinan sus poderes con astucia para luchar contra sus enemigos, el dilema de Erik sobre su propio destino y la forma en que Xavier intentará ayudarle a sobreponerse a su deseo de venganza. Sin duda, el duelo entre Shaw y el futuro Magneto es fantástico. Y no hay más.Muchas más noticias en No es cine todo lo que reluce.