Título original: Les ruines
Idioma original: Asturiano
Año: 2004
Editorial: Baile del Sol (2014)
Género: Novela
Valoración: Muy recomendable
He de comenzar confesándome: mis raíces están en Asturias, en las cuencas mineras. Mi abuelo se ganó la vida dentro de las montañas, entre carbón, como muchos otros familiares. Esa es la razón por la que este libro (con el castillete de una mina de carbón en la portada) me atrajo antes de leerla. La razón por la que me atrajo según la iba leyendo es sencillamente que se trata de una gran novela.
Publicada por primera vez en asturiano en 2004, esta novela es considerada ya una de las obras clave de la literatura asturiana de las últimas décadas, pero no la hemos podido disfrutar en castellano hasta el año 2014, de la mano de la editorial canaria Baile del sol (gracias por el ejemplar).
Lo de que sea una gran novela no es una conclusión final del crítico tras la lectura, es un hecho que cualquier lector puede observar desde las primeras páginas del libro. Las primeras páginas siempre son cruciales, y en las de Las Ruinas el autor consigue algo muy difícil: plasmar un retrato perfecto del protagonista sin hablar directamente de él, sino sólo de lo que le rodea. Tras las seis primeras páginas el lector tiene una idea clara de él, sabe que es un profesor de universidad que vive en la ciudad pero que viene de las cuencas mineras, que su mujer está embarazada y que tiene una relación con una prostituta. Y eso sin haber leído las palabras profesor, cuencas mineras, embarazada o prostituta.
Ésa es la presentación de David, que puede ser considerado el protagonista pero que en realidad es sólo un eslabón de la larga cadena de personajes que recorren el libro: una cadena temporal que incluye al abuelo de David, a sus padres y a sus hermanos, y que llega hasta sus sobrinos y su futuro hijo. Porque Las Ruinas es una novela con muchos tiempos (la Guerra Civil, las huelgas mineras de los ’60, la Transición, la decadencia de la minería, los ’80, la actualidad…), pero con un único espacio: un valle asturiano (dos laderas agujereadas por infinitas galerías y unas pocas aldeas). En cada uno de los capítulos se alternan los diferentes tiempos, manteniendo el mismo escenario, llegando a simultanearse los relatos de épocas diferentes que ocurrieron dentro de una misma habitación. Así pues, la novela presenta una estructura original e inteligente que, a su vez, precisa de la inteligencia del lector para unir toda la línea temporal de la trama. Una trama cuyas claves están distribuidas a lo largo de la novela, haciendo que el final suponga la suma de todas las incógnitas o intrigas generadas a lo largo de la lectura.
Igual de inteligente resulta el lenguaje, en el que se mezclan registros populares, rurales o vulgares, con registros cultos, en un sorprendente equilibrio. Al igual que se equilibran referencias a Aristófanes o Pollock, con menciones a la música de Massive Attack o David Bowie.
En resumen, Las Ruinas supone una lectura muy gratificante, que implica al lector y que no le deja indiferente, pues transmite con agudeza la situación actual de las cuencas mineras asturianas: el drama de una sociedad dominada por mineros prejubilados a los 45. Una novela que mete el dedo en la llaga de maridos alcohólicos, esposas invisibles e hijos sin futuro, indagando en las raíces de la decadencia de toda una sociedad, excavando en sus ruinas.
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