Xavi se unirá así a otras leyendas de nuestra Selección que han sobrepasado ese número de partidos disputados: Zubizarreta, Raúl e Iker Casillas. Casi na’.
Los primeros recuerdos que tengo de Xavi en la Selección son dos: el primero, aquel gran Mundial Sub 20 de Nigeria de 1999 que ganó España. En aquella Selección jugaban los Casillas, Aranzubia (que era titular), Gabri, Orbaiz, Marchena y el propio Xavi entre otros.
El segundo, la plata conseguida en los Juegos Olímpicos de Sydney 2000, en aquella triste final contra Camerún. En ese momento nadie podría imaginarse que teníamos ante nosotros, en ciernes, al mejor centrocampista que ha dado el fútbol español en los últimos 20 años y quién sabe si de toda su historia.
Casualidades del destino, Xavi siempre estuvo a la sombra de su actual entrenador, Pep Guardiola, tanto en el Barça como en la Selección. Camacho ya le llevó al Mundial de Corea y Japón de 2002, donde no jugó mucho. Año y medio antes, Xavi había debutado con la absoluta en un partido contra Holanda. Ahí comenzó todo.
Éxitos en los que Xavi ha sido el director de la orquesta, el mejor jugador, uno de los alma máter de un grupo que, pase lo que pase de ahora en adelante, ya han marcado época.
Lejos de las críticas que han querido ponerle contra las cuerdas en algunas ocasiones, el jugador del Barça siempre demostró compromiso, dio la cara y ofreció la mejor versión de su fútbol en los compromisos con la Selección. Como él ha dicho en estos últimos días, Xavi “es muy de la Roja”.
Por tanto, no sé cuánto tiempo nos queda para disfrutar de Xavi en la Selección pero lo que sí sé es que cuando no esté será el primero del que nos acordaremos. Por su elegancia, por su visión de juego, por su saber estar fuera y dentro del campo y sobre todo, porque la embarcación española no tendrá capitán que la dirija.