Eso mismo le está pasando al Partido Popular y en especial a su portavoz María Dolores de Cospedal. Tiene dos asuntos bien diferentes entre manos: por un lado, la decisión del alcalde pepero de Yebra (Guadalajara) de postular a su pueblo para albergar un almacén de residuos nucleares, y por el otro al alcalde de Torrejón de Ardoz (Madrid), también del PP, que en una decisión xenófoba se niega a inscribir en el padrón municipal a los inmigrantes irregulares.
¿Y a quién quiere más la Cospedal? Pues al xenófobo, al que apoya sin reservas. Al alcalde nuclear lo amenza con expulsarlo del partido por brindar el término municipal de su pueblo al cementerio nuclear (que debe construir el gobierno socialista).
¿Pero el PP no es partidario de la energía nuclear? ¿No está ya Yebra dentro del ámbito de influencia de la vieja central nuclear de Zorita? Entonces ¿por qué reacciona así doña Cospedal ante una decisión municipal que además de parecer coherente llevaría muchas ventajas económicas a un pueblo deprimido como este de Guadalajara?
En cambio, lo de Torrejón es más dificil de explicar... sobre todo ahora que Vic, otro municipio con tics xenofobos, ha rectificado su decisión de no inscribir a inmigrantes irregulares.
Tenemos planteada una regla de tres de xenofobia nuclear, pero reconozco que no soy capaz de resolverla porque no sé si es directa o indirecta.
Es esta:
El PP condena al alcalde de Yebra aunque es partidario de la energía nuclear,El PP aplaude la decisión del alcalde de Torrejón, auque es (___?___)* de la xenofobia.
*Hay que despejar la incógnita.
Cuando despejemos este enigma sabremos a quién quiere más doña Cospedal, aunque yo creo que acabará entonando el ¡ay ay ay!