Xesco Espar: “El entrenador tiene que ser como un fontanero y disponer de muchas herramientas”

Publicado el 11 mayo 2010 por Toni_delgado @ToniDelgadoG
Espar, durante una conferencia -X.E.
Si Xesco Espar (Barcelona, 1963) fuese pintor seguramente (re)crearía imágenes llenas de colores, trazos con autonomía propia y estilos diferentes. El ex entrenador del primer equipo de balonmano del Barça tiene múltiples ocupaciones y preocupaciones y se autodefine con un optimista capaz de transmitir a los demás ese punto de vista inconformista y positivo. En esta segunda y última parte de la entrevista con Cronómetro de Récords, Espar nos habla del papel que debe tener un técnico, de cómo debe comportarse e interactuar con los jugadores para poder gestionar sus emociones. Además, confiesa cuál es su mayor motivación para ser entrenador.
– Durante 20 años tu prioridad fue trabajar para llegar a ser el técnico del Barça de balonmano.
Digamos que no fue algo consciente. Cada etapa era lo suficientemente satisfactoria. Entrené a los juveniles, me gustaba mucho, y a los júniors, y me lo pasé muy bien. Simultáneamente fui profesor de universidad, un hecho que suponía una sinergia porque iba traspasando conocimientos de un sitio a otro. Después tuve la opción de ir a entrenar a División de Honor o ponerme de ayudante del primer equipo. Como quería dirigir al Barça pensé que era más fácil ponerme de ayudante del primer equipo en preparación física para estudiar lo que necesitaba realmente. Y lo hice durante siete años.
– Los preparadores físicos saben exactamente cómo está el jugador física y mentalmente. Sí, pero yo no era un preparador físico normal. Siempre me sentí y quise ser el entrenador. Si no hubiese pensado que podía conseguirlo, me hubiese ido a otro club para entrenar en División de Honor. Tenía ofertas.
– No te has movido de aquí porque tu aspiración es volver a ser entrenador del primer equipo. No ahora, que sería políticamente incorrecto, pero de aquí a un tiempo…
No, no lo sé. Me lo he pasado muy bien escribiendo el libro [Jugar con el corazón, Editorial Plataforma]. A lo mejor me hago escritor. Intento sacar lo máximo a la vida. Me encantaría volver a ser entrenador del primer equipo, pero el que está ahora [Xavi Pascual] lo está haciendo muy bien. Me parece perfecto que esté él.
– ¿Cuál es la primera imagen que recuerdas de la final de la Champions de 2005? Los 15 segundos de después abrazado a Toni Gerona, mi ayudante, y a Guti [José Antonio Gutiérrez], el médico. Hacía muchos años que los conocía y fue una explosión de felicidad. Hicimos una cosa increíble. – Sobre todo porque teóricamente había equipos mejores como el Ciudad Real. Y el Kiel también. Eliminamos a campeones de Europa. Estaba contento porque era la demostración de que había una forma de entender el deporte que funcionaba, diferente de la anterior que también había funcionado en su momento.
– ¿En qué consistió esa nueva forma de hacer las cosas?
Mis alumnos decían que iban a clase de Xescología. Era como una ciencia. Una forma seria, consistente, disciplinada, muy metódica, creativa, apasionada, arriesgada…
– Pareces un poeta, un filósofo, un maestro o todo a la vez. Soy profesor por vocación. Lo he sido en un instituto, en la universidad, soy formador de directivos, hago conferencias y enseño cosas a la gente. Tengo un talante inspirador y docente.
– ¿Te verías como comercial?
Un buen comercial es quien da a la gente aquello que necesita. ¿Estás acuerdo?
– Pero si realmente no lo necesita… Tienes que hacerle ver que sí. En el fondo, un profesor tiene que vender un concepto. En un curso profesional de negociadores aprendí que para vender una cosa tienes que vivir en el mundo del otro y hacérselo atractivo desde su universo. Entrenar y enseñar es eso. Si quiero que los alumnos me presten atención, tengo que transmitir contenidos que vean útiles para su mundo. Enseñar es vender.
– Motivar parece bastante cansado. Depende de la energía que tengas y del reto. No es sólo una cuestión de motivar a la gente, sino también de diseñar un entorno en que la gente viva motivada.
– Y hacer que la gente se concentre, algo que no se enseña en la escuela. Porque a veces en la escuela se utilizan listados de contenidos que salen en los libros en vez de preguntarse qué es lo que les interesa a los alumnos. O eres muy bueno explicando aquello y relacionándolo con el mundo de los alumnos o éstos no aprenden. El fracaso escolar, muchas veces, es fracaso docente.
– Un entrenador viene a ser como un base de baloncesto: debe dominar el tempo del partido y no utilizar el mismo discurso con todos.
El entrenador tiene que ser como un fontanero y disponer de muchas herramientas. A veces hay que coger un martillo; otras, un destornillador, otras, una llave inglesa… Pero claro, si tienes que colocar un clavo, no te va bien un destornillador, tiene que ser un martillo. Necesita muchas habilidades, disponer de muchas armas, saber motivar, estudiar al rival, planificar...
– En el libro defiendes que tampoco debe presionar a los árbitros.
Porque, de entrada, desenfocas el partido táctico hacia el árbitro. Para los entrenadores hacerlo puntualmente es inevitable, pero hacerlo sistemáticamente es un error, ya que los jugadores se concentrarán en los árbitros en vez de centrarse en la táctica y el partido.
– Supone una excusa ante el jugador. Tiene demasiado riesgo de convertirse en una excusa. Cuando pierdes un partido tienes que pensar que si hubieses jugado mejor habrías ganado. Si te quejas del árbitro, aunque tengas razón, hazlo, pero poco tiempo. Lo importante es corregir los defectos tácticos.
– Está de moda poner películas para motivar a los jugadores. Es una forma de trasladarlos a un estado emocional para todo. Son imágenes, diálogos, cosas que pasan, pero insisto, son una herramienta más, como un grito al descanso. – No está claro el concepto de motivación. Se suele decir, como recuerdas, que los jugadores no están motivados, cuando seguramente lo que no han encontrado es el camino a seguir. Sí que están motivados, pero quizás no desesperadamente motivados, que es lo que hace falta para ganar. Vienen entrenados, luchan, se entregan, pero a veces les falta algo de más concentración y estar menos distraídos con el entorno.
– ¿Qué tiene que hacer un entrenador para motivar al máximo a sus jugadores? Hacerle ver que sale ganando si trabaja. Se les motiva desde su mundo. Las razones por las cuales el entrenador hace sus cosas le importan relativamente al jugador. Tenemos que conocer a los jugadores para motivarlos.
– Y para construir su emoción. Eso, ayudarles a que lo hagan. Inspirarles.
– Se cae en el tópico de defender que el riesgo es de valientes e inconscientes, pero es algo racional. La apuesta sí que es inconsciente. A veces se confunde arriesgar y apostar. Apostar es cuando no tienes controlar sobre lo que dices o pasará. Arriesgar es cuando quieres algo y estás dispuesto a trabajar para conseguir. Arriesgar implica formación.
– ¿Cómo se construye una visión? Instalándote en el futuro. Piensa cómo te gustaría verte en tres años. ¿Qué estás haciendo? ¿En quién te has convertido? ¿Qué sale ganando de ti la gente de tu alrededor? Eso es una visión. Si la describes bien es muy impactante y te atraerá para que te conviertas en eso.
– Como un anuncio. Sí, es una buena forma de definirlo. A veces los coachs hacemos la visión con recortes de diarios o revistas: de aquí a tres años quiero esto, este cuerpo, este coche, esta casa, estos ingresos, quiero ser así. Tengo la portada del Men’s Health en la nevera de casa. Así cuando voy a abrirla pienso “No, Xesco, no. ¿Quieres este cuerpo? ¡Pues deja el queso y la longaniza!”. Te lo prometo. Estoy loco. La Xescología es imparable.
– Como la rosca de Iker Romero en el penalti decisivo de la final de la Champions. De improvisada no tenía nada…
Aunque no lo pareciese estaba estudiada. Nos jugamos la temporada, mi destino profesional con esa acción, pero en aquel momento era más arriesgado tirar fuerte, porque aquel portero es extraordinario y si Iker llega a lanzar fuerte quizás lo hubiese parado. El riesgo era relativo. – Jugar con el corazón suena a algo pasional, pero durante el libro recalcas que no es así.
Sostengo que los objetivos se tienen que definir con el corazón y que hay que salir a jugar para emocionar a la gente. Jugar calculadamente no inspira al público. Cuando jugamos en casa y queremos que la gente vibre y nos anime tenemos que mostrar muchas ganas de ganar, mucho coraje, que estamos jugando con el corazón y no sólo con la cabeza. El título del libro lleva por la película Jerry Maguirre. El protagonista le hice a su representado (un jugador de segunda categoría de fútbol americano): “¿Sabes por qué no tienes el contrasto que quieres? Porque juegas por dinero y eso no inspira a la gente. Juega con el corazón y tendrás ese contrato”. Jugar con el corazón es jugar sin freno.
– Y con sinceridad contigo mismo y los demás. Sí, y es decir “quiero llegar así de lejos, sé que no estoy preparado, pero es lo que quiere mi corazón y estoy dispuesto a prepararme para llegar”. Porque si no es una desilusión. No puedes pretender jugar con el corazón y no estar dispuesto a padecer para crecer. Crecer no es agradable. Si no defines los objetivos más lejos de tu poder actual, no creces nunca, siempre te quedas dando vueltas en el mismo lugar.
– ¿Qué es lo busca el público en un jugador para sentirse identificado?
Entrega. Busca una cosa que sea capaz de hacer y conseguir. Messi es un jugador muy talentoso, pero todo el público sabe que no la tocará como él. Todos podemos esforzarnos, vivir apasionadamente, pero no todos podemos desarrollar el trabajo de la misma forma. El talento causa admiración, pero el público se identifica con los que luchan y se ve con ellos, a su lado.
– Tu principal incentivo para ser entrenador es el público.
Me gusta la gente. Soy profesor de vocación y disfruto enseñando y viendo que la gente sale transformada de una clase o conferencia, como cuando salgo del cine y pienso que me ha inspirado la película.
– Entonces te hubiese gustado ser cantante de rock. Me hubiese encantado. La idea es transmitir a la gente.
– ¿Cómo escoger nuestros modelos? Puede serlo una persona que ha conseguido lo que quieres. Es una forma de ganar tiempo. Tienes que copiar lo que ha hecho y las cosas que él creía para conseguir lo mismo.
– ¿Una persona muy pesimista puede llegar a ser optimista con entrenamiento? Es una opción personal. No te puedes entrenar, pero tampoco se nace así. Es una decisión. Ser pesimista es ser cobarde, buscar una excusa para no intentarlo. ¡Qué narices! Arriésgate, pruébalo. No fracasas hasta que dejas de intentarlo.
– Te sobra optimismo. La Xescología funciona como un virus. Es contagioso. Me defino como un optimista contagioso. Hago que la gente crea en sí misma. Es uno de los talentos que tengo.
– ¿Qué se necesita para ser un buen orador?
De entrada tener una gran historia que explicar, un mensaje que interese mucho a la gente que te escucha. Tienen que verte como uno de ellos y no como una persona que tiene unas habilidades extraordinarias porque sino te admirarán. Por eso escribí el último capítulo del libro. Mucha gente me ha preguntado a qué viene. Si lees los primeros ocho piensas que Xesco lleva una vida de puta madre, pero no es así: me he divorciado, me han dejado, me han echado del trabajo, he quedado campeón de Europa. He tenido cosas extraordinarias y extraordinariamente malas. Como todos. Pero sigo, me levanto y continúo. Soy una persona absolutamente normal, pero hay momentos en que tengo habilidades extraordinarias. Como todo el mundo, sólo se deben encontrar.