Tras la investidura fallida del candidato del PSOE, Pedro Sánchez, SM el Rey ha recibido por tercera vez a los representantes de los distintos partidos políticos para sondear una salida que no rematase la XI legislatura, pero sin éxito. Pedro Sánchez sabe que no cuenta con más apoyos de los que contó en febrero y el PM en funciones no quiso, una vez más, someterse a un linchamiento público en el Congreso. Por ello el Rey declinó nombrar a un nuevo candidato a PM. Estamos pues en los minutos de descuento de la legislatura hasta que, el 3 de Mayo se publique en el BOE el decreto de disolución de Cortes y la convocatoria de nuevas elecciones para el 26 de junio.
Algunos medios de comunicación han repetido machaconamente que es el fracaso de la clase política, que lo es. Pero tampoco creo que sea para tanto repetir las elecciones por caro que sea por dos cuestiones. La primera de ellas es que no seguimos en diciembre. Durante estos cinco meses el electorado ha visto cómo actuaban y se movían los nuevos partidos y cómo se enfrentaban los viejos a la pérdida de su hegemonía. Los viejos partidos tuvieron una actitud más predecible, el inmovilismo del PM es legendario y fiel a la doctrina sentada por Cela de que en España quien aguanta gana, se decidió a no hacer nada a la espera del desgaste de sus adversarios. Y puede que le haya salido bien. Mariano está esperando que la Moncloa le caiga cual manzana madura, parece que tendrá que esperar a unos nuevos comicios pero visto lo visto los encara con mayor amabilidad de lo que pudiera parecer en febrero. El PSOE por su parte, parece que se supo mover con más audacia y actuar, al menos en apariencia, conforma a la nueva política. Buscó un pacto de legislatura y lo sometió a su militancia, algo nunca visto en el partido.