El año pasado la ganó Carmona, compañero de equipo de los 101 y puesto a que tanto casi todo el equipo como los compañeros de los circuitos de diputación acudirían, este año no me la podía perder.
Llegaba con ganas y ni el sueño (tuve que parar en El Ingenio a tomarme un café porque había dormido regular la noche anterior) ni el calor, de 36º cuando llegamos al pueblo, hacían mella en mi entusiasmo.
Carmona, que está de obra en su casa, nos comentó que este año no venía fino y Antonio Cazorla, que también la había ganado previamente, me contó en la recogida de dorsales que llevaba varios días con pinchazos y que tampoco se veía para disputarla.
Aún así había muchos bichos este año, como Rubén Ariza, Cristian Vilchez, David Jiménez o Sergio García, entre tantos otros.
Tras recoger la camiseta, muy chula por cierto, y encontrarme con un nutrido grupo de compañeros del Club Atletismo Fuengirola, dejé a Mayte y Leo en la zona del castillo hinchable y subí a la furgoneta a tomarme el pre entreno y cambiarme.
Una vez de vuelta nos pusimos a reconocer el circuito unos cuantos corredores, liderados por Carmona y José Miguel Valverde.
Por lo visto este año se cambiaba el circuito con respecto a años anteriores en los primeros kilómetros y dimos una vuelta al interior del pueblo y al parque del exterior, pero debimos confundirnos de subida ya que al final de una fuerte rampa había echada una cadena.
Me notaba las piernas algo lentas y el pulso elevado, pero hacía aún mucho calor y el pre entreno aun no había hecho efecto así que ya de vuelta en Benamargosa y con una idea general de qué esperar de la carrera, decidí mojarme la cabeza y colocarme a la sombra a esperar que comenzase nuestra prueba.
Dábamos por hecho que saldríamos a la derecha, como me habían dicho que se hacía otros años, pero Sergio observó que la moto de policía estaba escorada a la izquierda, así que este años sería distinto.
Tras la cuenta atrás comenzamos al sprint tras la moto de policía, en un rápido comienzo por parte de Rubén Ariza al que seguía muy de cerca, con Sergio pisándome los talones.
El comienzo de la prueba era como la segunda parte que habíamos hecho calentando, subiendo la cuesta hasta Casa Carmen y dejándonos caer hacia el río.
Tras la pendiente inicial cogí con ganas el descenso y, sin pasarme de ritmo pero apretando, le tomé la delantera a Rubén en el lecho del río, mientras rodeábamos el parque y subíamos una rampa larga, aún más que la que habíamos ascendido calentando.
No quería pasarme de rosca porque sabía que quedaba mucha prueba y comenzaba a notar sabor a sangre en la garganta, así que aproveché la bajadita de asfalto hacia el puente para respirar profundamente y estabilizar el ritmo cardíaco.
Pasamos el primer kilómetro en 3:25 y estábamos de vuelta en el punto de salida y subiendo ahora por Calle Camino de Vélez Málaga hasta que pasada la gasolinera, cogimos el primer desvío a mano izquierda por la Avenida Andalucía, buscando el polideportivo.
Escuchaba muchos pasos muy cercanos y esperaba que en cualquier momento me adelantase algún corredor, pero como no sucedió en la subida, me lancé en la bajada, corriendo por sensaciones y sin querer mirar el crono hasta que volvimos al río.
Ya solo se oían un par de pasos cercanos, de Sergio, así que, aprovechando que soplaba un fuerte viento en contra y llevábamos la pendiente también en contra, bajé un punto el ritmo.
Esperaba que me pasase, pero hasta el avituallamiento fue tras de mí y aprovechó que yo bebí un poco de agua y el pasó de largo para coger ventaja, pero no tardamos en volver a intercambiar posiciones.
Ambos sabíamos que la carrera se disputaría entre nosotros, ya que no se veía por detrás al tercer corredor y sería raro que ya con 4 kilómetros encima, algún corredor llegase desde atrás dando la sorpresa.
Hubo un momento en el que el sendero se bifurcaba hacia la izquierda y hacia la derecha, donde había un cartel de Trops en la entrada de una plantación de mangos y por un momento no sabía donde tirar.
Sergio me dijo que siguiésemos rectos y eso hicimos, por el ramal de la izquierda, pero iba mosqueado porque no se veían carteles con los kilómetros en la distancia, ni a nadie.
Bajé un poco el ritmo por si tenía que dar la vuelta en algún momento hasta que al final divisé unas mesas y le comuniqué a Sergio que íbamos bien.
Cogí un botellín de agua, mucho más fría de lo que esperaba, bebí un par de tragos y me eché el resto por encima.
Aprovechando que el terreno y el viento estaban ahora de nuestra parte, lancé la zancada justo cuando nos cruzábamos con Rubén Ariza, que venía en tercera posición, pero lo mismo debió pensar Sergio, que cambió de ritmo con autoridad y empezó a escaparse.
Metí una marcha más para ir a su rebufo y tras hacer un kilómetro a 3:18 empezaba a arrepentirme de llevar las gafas de sol, ya que corríamos a la sombra, a un ritmo muy alto y compartiendo la pista, con bastantes piedras, con los corredores que subían.
Justo iba pensando en que tenía que pisar con cuidado para no tropezar cuando Sergio se dobló el tobillo y bajó bastante el ritmo, dejándome pasar.
Estaba preparado para hacer el final de la prueba a fuego y disputarme con él los aguacates, ya que llevábamos un buen margen con respecto a Rubén y estaba claro que ambos teníamos todavía un par de marchas disponibles, pero no quería ganar así.
Bajé un poco el ritmo y le pregunté a Sergio que como iba y aunque habíamos aflojado un poco el ritmo e íbamos hablando, seguíamos a 3:23 tras pasar el avituallamiento a la vuelta.
Le pregunté cuanto pesaba y me comentó que 64 kilos, así que le propuse dividirnos los aguacates, ya que seguíamos destacados en primera y segunda posición respectivamente y aunque sabía que Sergio iba tocado, me sabía mal dejarlo atrás aprovechando el tropiezo que había tenido.
Vengo de haber pasado muchos meses lesionado y se lo mal que se pasa, hacía un kilómetro tropezó él, pero si bajábamos a fuego podía ser yo el que tropezase cien metros más adelante, así que le fui esperando aunque el insistía en que apretase yo.
Entramos juntos en meta en 37:54, con muy buenas sensaciones por mi parte y la sensación de que podía haber apretado mucho más de haber sido necesario, pero prefería acabar con fuerzas y entero que jugarme el tipo o pasar luego dos días sin poder correr para recuperarme de la paliza.
Finalmente llegó la entrega de premios, en la que hubo premios para todos, pocas carreras he visto con tantísimas categorías.
Y por último el momento que tanto yo como Esther estábamos esperando más que ninguno... ¡el pesaje!
No contentos con una camiseta técnica de calidad y con un diseño muy original, el recorrido y los premios por categorías, los campeones masculino y femenino nos llevaríamos a casa nuestro peso en aguacates y mangos, dos de mis fruta preferidas.
Me tuvieron que ayudar los compañeros a bajar las cajas ya que no podía con ellas, creo que es el mejor premio que he ganado nunca en una carrera.
Fiel a nuestro pacto, le dije a Sergio que al ser las cajas impares, cogiese tres y repartiésemos otra a medias, pero insistió en quedarse con esas tres, así que así lo hicimos.
Nos volveremos a ver en el 5000 del día 29 en el Arroyo de la Miel, donde espero rodar como poco a 3:15, pero el objetivo, si me encuentro bien, será bajar de 16 minutos (3:12 de media el kilómetro).
Me hubiese encantado quedarme al sorteo, ya que había muchos buenos premios, pero estaba agotado y fue saliendo tras cargar la fruta en la furgoneta y llegar a casa a las dos de la mañana, así que hubiese sido demasiado ya.
Tengo pendiente volver otro año, no sé si a disputar los aguacates, pero sin duda a intentar superar los segmentos de la prueba, aún en poder de Carmona, que el año pasado hizo un carrerón.
Enhorabuena a la organización por celebrar una carrera tan redonda en todos los aspectos, espero estar de vuelta el año que viene ;)