Xoximilco es un digno homenaje del emblemático Xochimilco, ese lugar que muchos hemos visitado y que algunos guardamos incluso en un rinconcito del corazón. Subir nuevamente a una trajinera y escuchar la música de este mi México fue mucho más que un paseo por las aguas de aquellos canales en Cancún, Quintana Roo.
Mi mente aún guarda el recuerdo de un último paseo con mi padre y fue precisamente en Xochimilco (en la Ciudad de México) hace unos 40 años. Entonces era un lugar lleno de belleza y alegría, a donde las familias iban los domingos a disfrutar de los platillos típicos, a reír, cantar y convivir. Trajineras austeras y otras más producidas, pero eso a nadie le importaba si lo que se buscaba era pasarla bien y ser parte de ese sitio icónico de México llamado Xochimilco, que significa “Lugar en la sementera de las flores” en lengua Nahuatl. Las flores, el color y la música eran lo principal, lo que debía estar presente en abundancia. Lastimosamente, regresé unos 25 años después y me encontré con un espacio totalmente opuesto al de mis recuerdos.
Hoy, puedo decir que en Xoximilco me reencontré con un pedacito de aquél sitio de mi niñez, aunque con menos flores naturales, en otro clima y mucha más producción, pero retoma la esencia de lo que fuera Xochimilco, porque es un ambiente familiar, con rica comida, fantástica música y haciendo honor a México.
Así, Xoximilco toma la esencia de aquél lugar lleno de México y lo lleva hasta Cancún para que los visitantes se antojen de este país, gracias a su tequila, la comida, los colores y la música. Y por qué no, también que se antojen de conocer el Xochimilco original para qué no les cuenten.
Yo fui en compañía de mi hija y pasamos una velada adorable: cantamos, comimos, reímos, bailamos y sí, fue un buen pretexto para que ella preguntara los antecedentes del Xochimilco, así como para sacar a colación historias familiares de antaño, de padre e hija… de mi niñez.
Bien por Xoximilco y su homenaje a México!