XVIII La Legión 101km24h 2015, Sábado 9 de mayo

Por Juan Andrés Camacho Fernández @CorredorErrante

(Estoy a la espera de obtener más fotos de los 101 kilómetros de Ronda 2015, en cuando encuentre más imágenes de los 101 las añadiré a la crónica).

El año pasado cometí casi todos los errores posibles al afrontar mi debut en esta mítica prueba: entrenamiento insuficiente, falta de experiencia, exceso de material y sin embargo carencia de material fundamental (como las sales), carencia de estrategia, salida el mismo día de la prueba...Todo ello hizo que en mi primera edición de los 101 kilómetros de Ronda acabase en 17 horas 7 minutos 10 segundos (5 horas 6 minutos los primeros en los primeros 50 kilómetros, 12 horas 11 minutos en los segundos 51), tiempo que estaba dispuesto a pulverizar en esa edición.


Para ello llevaba entrenando desde la semana posterior al día de Reyes, con una planificación específica para rondar las 13 horas, que en su "test" en marzo, a dos meses de la prueba, me dio tan buenísimo resultado en el Ultra Trail Tabernas Desert, en el que pasé por el kilómetro 100 en 14 horas 2 minutos, bajando en más de 3 horas el tiempo que establecí en la pasada edición de los 101.

Llegaba preparado, motivado, con un plan de carrera consistente, todo planificado hasta el último detalle y testado en carrera previamente, salvo las sales, ya que al desaparecer del mapa las 5 Electrolytes de Powerbar me decidí por las Salts de 226ers, probadas la semana previa a la competición para ver como asimilaba mi cuerpo el cambio de formato.

Pasaría la noche en un cortijo en Setenil el viernes y el mismo sábado tendría a Mayte y mis padres como grupo de apoyo en carrera, en diversos puntos; nada podía fallar.



Expectante, seguro y motivado, pero con cabeza fría, me dirigí a la salida poco antes de las 8 y media de la mañana, llegando tras aparcar a la cola de entrada al estadio poco después de las 9 y llamando a José, a quien había recogido el dorsal el día anterior.

Allí me encontré con multitud de marchadores conocidos, así como con mi compañero del Club Atletismo Fuengirola José Luis, que por vez primera afrontaba una prueba de distancia superior a maratón.

Mientras charlábamos e intercambiábamos impresiones sobre la aventura que nos esperaba fue avanzando la cola, recibimos el primer sello en nuestro pasaporte y nos adentramos en el estadio de fútbol, donde el ambiente era increíble.




Los primeros 20 minutos dentro del estadio se me pasaron volando, saludando a multitud de amigos y conocidos, del Club Atletismo Fuengirola, Grupo Alpino Benalmádena Irontriath, Amigos del Canal de Puente Genil, Media Trail Mijas, Susmuráis...

Y entre otros atletas (los iré mencionando a lo largo de la crónica conforme vaya recordando, fueron muchísimos), quiero destacar a Emilio, de Medrunning, Mark Wooley y Joao Oliveira (ganador de la edición 2013 del Spartathlon), con quienes compartí unos momentos antes de comenzar la prueba.En las gradas mis padres y Mayte nos animaban, y cuando se abrió el acceso a la zona de salida y entramos en ella, se desvivieron animándome, especialmente mi padre.Quien me lo iba a decir, el año pasado aun ni le habían diagnosticado el cáncer y no le pude ni contar que iba a participar en la prueba... este año, tras un duro tratamiento y muchos meses de medicación había insistido por activa y por pasiva en acudir, y quería recorrer los últimos kilómetros conmigo; le había comprado una camiseta de legionario para dársela en meta, pero él aun no lo sabía.La espera tras el arco si se me hizo más larga, ya que pese a haberme puesto crema factor 50 el sol quemaba en la piel, y la espalda se me comenzaba a entumecer por el peso de la mochila (apenas 2 kilos); no sabía como el año pasado pude aguantar la espera con algo más de 5...José Luis y yo matamos la espera charlando sobre la prueba, entre nosotros y con los compañeros de nuestro alrededor, observando las maniobras del helicóptero de la Guardia Civil y disfrutando del ambiente a nuestro alrededor y en las mismas gradas; era toda una fiesta, solo por vivir ese ambiente merece la pena estar allí, como corredor y como público.El mundo es un pañuelo, y prueba de ello es que un grupo de corredores que estaban a escasos metros de nosotros me reconocieron, y me comentaron que Cristóbal, el último fichaje del club, es compañero suyo, así que aprovechamos para charlar un rato.Finalmente, tras los vivas reglamentarios y desearnos suerte entre nosotros, el cohete estalló, dando inicio a una nueva aventura.A diferencia del año pasado, no tenía nada de nervios, sabía muy bien lo que me esperaba, qué debía hacer y cómo debía correr en cada momento, aunque al pensar en ello sentí un poco de nostalgia al recordar como partía el año pasado, tan iluso pero cargado de energía, hacia lo desconocido; los primeros 50 kilómetros me fue bien, el resto... ya lo conocéis.Al pasar bajo el arco de salida mis recuerdos se esfumaron y me metí de lleno en la carrera, activé el GPS y comencé a "escurrirme" entre los corredores que avanzaban caminando por delante de mí.Por los laterales de la marea humana que emanaba del estadio avanzaban varios corredores a buen paso, así que me separé del centro de la Calle Díaz Machuca y entré a buen paso en la Avenida de Málaga.El primer kilómetro me permitiría salirme un poco de lo establecido a fin de evitar el tapón de la salida, aunque una vez el perfil se neutralizó e incluso lo tuvimos a favor, llegando a la zona peatonal, simplemente con alargar la zancada iba ganando posiciones.Pasé a Marcos y Ana, del Club Media Trail Mijas, y vislumbré a José Luis a pocos metros, al cual me pegué y recomendé que bajase el ritmo, ya que aun teníamos 99 kilómetros por delante.La vuelta a la plaza de toros fue una experiencia increíble, si de mi depende, la dejaría fija para todos los años, se me erizaron hasta los vellos de la nuca...A José Luis le dio una pequeña molestia en una rodilla, pero en cuanto dejamos atrás el Puente Nuevo me pasó como un relámpago, descendiendo a gran velocidad por el empedrado hasta Calle Real; lo fui perdiendo, pero al llegar a la primera subida lo alcancé, ambos andando, y nos pusimos a la par.Pasamos el primer avituallamiento, sin parar, en 24 minutos, algo más rápido de lo previsto, aunque había ido controlando pulsaciones en la bajada; aun así lo compensé en las posteriores subidas, que realicé andando sin pensármelo mucho (al principio me costó), pero recordando los consejos de Alex Barrera y la experiencia del año pasado, cambié el trote por paso.Al igual que el año pasado el apoyo del público se hizo patente desde los primeros kilómetros, donde, con la ayuda de mangueras y mesitas nos avituallaban, complementando los no escasos avituallamientos que los caballeros legionarios tenían preparados para nosotros.Llegamos a la Pista de Ronda a Yunquera (tramo final del HOLE) en 46 minutos, notando bastante ya el calor y quedándose José Luis poco a poco atrás.Iba bebiendo cada 15 minutos, alternando agua e isotónica y aguantando las pulsaciones, bastante altas aunque el ritmo era el estimado, pero la incesante hilera de corredores que me dejaban atrás me hacían dudar por momentos; no, el ritmo estaba calculado al detalle, y los excesos se pagan con creces más adelante... tenía que mantenerme firme...El tiempo "de menos" que había invertido en llegar al avituallamiento de la Circunvalación lo había "recuperado" al llegar al Pilar de Coca, que estaba exactamente como lo recordaba; llegué en 1 hora exacta, 1 minuto antes de lo previsto.Aproveché el pilón para refrescarme, me avituallé y continué la marcha, camino a Navetas.Ya pocos corredores me adelantaban, sobre todo equipos, como los Balas Perdías o varios "TERLEG", pero nos íbamos cruzando mientras atravesábamos un tramo de "sube y baja" constante.Me acordé de David, que este año estaría presente en la Transvulcania, y mentalmente le mandé energía positiva, que en este momento rezumaba por todos los poros.Estaba exultante, habían pasado meses hasta que había llegado el día de la prueba, soñando incluso con ella en estos últimos días, y ahora estaba ya caminando en la parte izquierda de la A-366, llegando al tercer avituallamiento, repleto de energía y clavando los tiempos de paso como un reloj suizo.La pendiente del puente por el que dentro de varias decenas de minutos descenderíamos estaba colapsada por los ciclistas, que bajaban a muy buen ritmo, muchos de los cuales animaban con fervor, aunque nada comparado con el público en ese tramo, que prácticamente te lleva en volandas.Notaba calor, más de lo que recordaba del año pasado, pero la brisa que ocasionalmente soplaba ayudaba mucho a refrescarnos, y los ánimos de los corredores y el público que me conocían, de vista o de lectura, me daban alas.Llegué al avituallamiento de Navetas en 1:29:00 y salí en 1:30:00, clavando de una forma espectacular la previsión.Seguía con la mirada a los ciclistas en la otra parte del circuito, evadiéndome de la mecánica tarea de avanzar paso a paso, casi flotando sobre el suelo, sin mucho esfuerzo pese a que comenzaba a notar el calor, motivo por el cual cambié el patrón de ingesta de líquidos a 10 minutos en lugar de 15.No obstante, pese a que no tenía ganas de orinar, notaba que iba asimilando muy bien la estrategia, y los gajos de naranja y trozos de plátano que iba cogiendo de los avituallamientos me estaban sentando fenomenal.En el tramo de mayor concentración de subidas hacia Ascari me disparé de pulsaciones, así que subí varias pendientes, aunque cortas, andando, perdiendo varias posiciones, pero como el pulso seguía muy alto acabé por silenciar el GPS (aunque continué andando).Muchos de los corredores que me pasaban se detenían un rato a charlar conmigo, me felicitaban por las crónicas, el blog o por algunos consejos de los que había compartido y retomaban su camino; la sensación todavía se me hace rara, pero he de admitir que da mucha alegría y motivación.En el descenso hacia el avituallamiento de Ascari (unos grifos donde me refresqué, me tomé la primera pastilla de sales y rellené mi bidón derecho) alargué la zancada y subí un pelín el ritmo, llegando en 2:00:00, 1 minuto antes de lo previsto.Por ello, rodeando el gran árbol que nos comenzaba a devolver a Navetas (la hilera de corredores avanzando por el otro lado del campo, a varias decenas de metros de nosotros, era espectacular), cambié la carrera por trote hasta que estabilicé las pulsaciones, y seguí a muy buen ritmo.Prefiero ir bebiendo las sales poco a poco, alternando su ingesta con la de agua, ya que antes de tomar el primer comprimido iba fenomenal, pero en algún tropezón había notado algún dedo un poco acalambrado, y tras tomarla noté como si se me relajase de más todo el cuerpo, perdiendo todo rastro de calambre o fatiga en pocos minutos, pero notándome más lento.Sin duda prefiero ir poco a poco y controlando la ingesta en cada momento.Mientras avanzaba "en solitario" envuelto en esos pensamientos (había muchos corredores por delante y por detrás, pero pocos a mi alrededor en ese momento), y de repente escuché unos pasos agitados, avanzando a gran velocidad.Me adelantó un corredor y se volví y me dijo "errante, como curiosidad, me he metido en el recorrido de las bicis y llevo 6 kilómetros de más ya" y se volvió con una sonrisa, siguiendo su camino; creo que se llamaba Rafa, si mal no recuerdo, desde aquí le mando un saludo y espero que acabase genial sus "107 kilómetros de Ronda".Las dos tachuelas previas a la bajada se me hicieron más largas de lo esperado, pero como mis tiempos de paso eran una guía, pese a superarlos (no por demasiado tampoco, aunque pasé un par de parciales a 6:40), decidí aguantarme y seguir por pulsaciones; en la segunda mitad tendría tiempo de "recuperar" si iba en condiciones, y eso era lo importante.Atravesamos un par de "bajadas peligrosas", convenientemente señalizadas, y recordé el resbalón y caída de David el año pasado, justo al final de la misma.Pese a que avanzaba en compañía de cientos de corredores, muchos de los cuales se paraban a hablar conmigo y animarme, estaba echando de menos la compañía "estable" de algún corredor.Pensé en Mayte y Jesús Ortigosa, mi entrenador, y rápidamente, en el último ascenso hasta el avituallamiento, les mandé un mensaje a cada uno con mi posición e impresiones hasta el momento de la prueba.Nada más guardar el móvil, a los pocos metros, me adelantó un grupo de corredores de Maratón Jerez, con los que compartí camino y charla durante varios metros.Uno de ellos me preguntó, de forma personal, si llevaba algún tipo de grabadora en carrera para acordarme de todo, y medio en serio medio en broma me dijo que no se podía creer que me acordase "de todo" (hay muchas cosas de las que no me acuerdo, aunque quienes me lean no se lo crean, por ejemplo, los nombres de muchos de los corredores con que compartí camino ayer, lo que da coraje porque me gustaría agradecérselo a todos).Comenzamos a cruzarnos a pocos metros con los corredores que ahora se dirigían hacia Ascari, y vimos entre ellos a... ¡Súper Paco!Le gritamos ánimos, pero el siguió impertérrito, concentrado en su objetivo y avanzando a muy buen paso, incluso adelantando a varios corredores que se estaban tomando un respiro caminando unos metros.Antes de despedirnos, ya que ellos llevaban mejor ritmo, uno de los corredores del Maratón Jerez, el que me explicó el por qué de su lema "dolor y victoria", me deseó suerte, y me dijo "de aquí a unos años tú vas a ser más famoso que Súper Paco"La verdad es que no lo creo, por muchos motivos, pero el mero hecho de compararme con una leyenda como él hizo que hasta se me subiesen los colores, que entre el moreno y el esfuerzo de la carrera disimulé bien.En el avituallamiento de Navetas, ahora en el lado opuesto, entré en 2:27; eché una ojeada a la chuleta con los tiempos de paso y comprobé, algo preocupado, que había empleado 10 minutos de más (según lo estimado) en llegar a este avituallamiento, pero confiaba en poder "recuperar" el tiempo más adelante.Me bebí un sorbo de coca cola muy fresquita y un buen buche de isotónica, me refresqué en los grifos de fuera y afronté la bajada a buen ritmo, animado fervientemente tanto por el público como por varios corredores y corredoras que me conocían y avanzaban por el carril opuesto, ascendiendo hacia Ascari.

Gracias a Mayte Córdoba por la instantánea

Por primera vez desde el comienzo de la prueba (ya me estaba empezando a preocupar), y justo en el punto en el que el año pasado paramos David y yo, noté ganas de orinar, así que me eché a un lado en el camino y micioné, apenas unas gotitas amarillas, pero menos era nada; supe que tenía que seguir hidratándome, así que, además de cada 10 minutos, daba un pequeño sorbito de vez en cuando, más que nada para refrescarme la boca, aprovechando para remojarme cabeza y cuello también.Recordé, al pasar bajo la A-367, en paralelo a la vía del tren (qué largo se hace ese tramo, sin un solo resguardo contra el sol), que el año pasado por ese punto aproximadamente a David y a mí comenzó a afectarnos la fatiga y realizamos algún tramo andando; este año estaba realizando de esa forma únicamente los ascensos, y porque me lo había planteado así, pero para nada me notaba fatigado o falto de fuerzas, y el mero recuerdo de las sensaciones del año pasado me reconfortaban, ¡tenía la marca a tiro!Llegué al avituallamiento de Parchite en 2:42, 8 minutos más lento de lo previsto, pero recortando 2 sin demasiado esfuerzo con respecto al tramo anterior; bebí profusamente, me refresqué, cabeza, cuello, brazos y piernas, y continué, a buen ritmo.Pillé un tramo con bastante brisa a favor y noté un alivio inmenso al sentir como bajaba mi temperatura corporal; estaba corriendo a gusto y disfrutando, parecía un sueño.Iba tan a gusto que en ese tramo me confié un poco, y aprovechando la bajada a placer, aunque me pasé un poco de pulsaciones, alargué la zancada y pasé un par de parciales a ritmos cercanos a 4 minutos el kilómetro.La gente en Arriate, como en todos los pueblos de paso e incluso caminos y cruces, estaba volcada con la prueba, animando, ofreciendo agua e incluso regándonos a manguerazos en la salida del pueblo.Fui atento por si veía a mi familia, pero como sospechaba no les había dado tiempo a llegar a Arriate, lo que confirmé en la cuesta de subida en la Pista de Ronda vía email.También hablé con Jesús Ortigosa, al que comenté que estaba haciendo mucho calor y veía difícil mantener el ritmo para hacer marca, aunque no se podía decir que no lo iba a intentar.Del kilómetro 31 al 36 subí andando a buen paso, aprovechando para darle un bocado a la primera barrita de plátano (llevaba 3, una de almuerzo, una de merienda y una de cena), y beber a pequeños sorbitos hasta vaciar por completo el botellín de agua.Llegué al Cortijo del Marqués en 3:13, 6 minutos más lento de lo previsto, pero a buen paso; aun así, la subida hasta el Cortijo Polear se me hizo eterna, gastando nuevamente mi recién rellenado bidón derecho de agua en ese mismo tramo, así como el izquierdo, de bebida isotónica.No sabía que me pasaba, pero aun así tenía muchísima sed, y aunque tenía ganas de orinar, me aparté un momento del camino y no fui capaz de miccionar, notaba una punzada en el costado derecho; desistí y continué, con ganas de llegar al avituallamiento.Al Cortijo del Polear llegué en 3:56, recuperando un minuto al margen de tiempo, ya que me preocupaba que pese a beber tanto siguiese con una sensación de sed acuciante y no orinase nada.Pasé varios minutos ahí, aprovechando para tomarme el segundo comprimido de sales (que me costó una barbaridad tragarme en esta ocasión), y, con la boca pastosa y como hinchada, me refresqué tanto por dentro como por fuera y recargué las provisiones.Además, avisé a Mayte de que tardaría un poco más en llegar a Alcalá (habíamos quedado allí), ya que había parado a recargar, y cuando estuve preparado, dejé atrás el avituallamiento, muy sofocado.Me notaba hinchado, me molestaba la banda del GPS en el pecho y hasta el ajuste ventral de la mochila, y cuando intenté recuperar la marcha noté que me flaqueaban las piernas.No estaban fatigadas ni acalambradas, simplemente las notaba como sin fuerzas, mientras la sensación de malestar estomacal iba en aumento.Un kilómetro después de dejar el avituallamiento el malestar se tornó en fatiga, y con unas ganas de vomitar enorme me retiré a la derecha del camino, entre los árboles, y traté de orinar nuevamente, para ver si bajaba la presión; no pude, pero me el esfuerzo me sirvió para ir al baño, y, mucho más aliviado aunque aun con fatiga, volví al camino.Me preocupé bastante, ya que pese a ir a un ritmo de trote cochinero (7:30 minutos el kilómetro, mucho más lento de lo previsto), iba a cerca de 170 pulsaciones, y cada zancada, con las piernas cada vez más pesadas, me provocaba ganas de vomitar.Intenté evadirme y pensar en otra cosa, y de repente, escuché una voz conocida que decía "... y entonces, en el kilómetro 38, me encontré con mis amigos Marcos y Ana, de Mijas..."Era Marcos, que me animó y preguntó como iba; le comenté lo del estómago y me dio ánimos y conversación, así que traté de pegarme a ellos.

Lo conseguí hasta pasado el camión cisterna de la CA-9122, cuyo refrescón me vino fenomenal, pero la fatiga era ya tal en ese punto que no me permitía ni caminar.

Me quité la banda del pulsómetro unos instantes, y el alivio fue inmenso, pero a mi pesar, me la volví a poner, ya que al quitármela, pese a ir andando, iba a 160 pulsaciones, lo que, unido al hecho de no orinar, me tenía preocupado de verdad, y cada vez más.

Notaba la boca súper seca e hinchada, el estómago completamente revuelto, y un dolor agudo en ambos costados, especialmente el derecho.

A pesar de tener muchísima sed y beber frecuentemente, no solo no se me quitaba la sensación de sed, sino que además la fatiga aumentaba.

Pude llegar intercalando trote y marcha al avituallamiento del Cortijo de la Manga, en 4:50, 12 minutos más lento de lo previsto y sufriendo como no recordaba en mucho tiempo.

En el tramo final de mi debut en la Ánimal Súper Trail del año pasado pude llegar a sentirme casi tan mal como en esos momentos, pero cada paso iba a peor y a peor, hasta el punto de convertirse con creces en el peor momento que he pasado corriendo en mi vida.

Ya había perdido toda esperanza de hacer marca, y de hecho, no sabía si quiera si sería capaz de llegar al siguiente avituallamiento.

Me notaba totalmente sofocado, muerto de sed, con unas ganas de vomitar inmensa y una fatiga estomacal increíble; en varios momentos me subió bilis a la boca, pero no venía acompañada de ganas de vomitar, así que simplemente la escupía sin más, notando un fuerte dolor en el costado derecho al escupir.

Sabía que tenía que seguir bebiendo, pero cada vez me costaba más, y ya no era si quiera capaz de marchar; me desabroché la mochila y ensanché ligeramente la banda del pulsómetro, notando un alivio increíble, aunque seguía queriendo que la tierra me tragase antes que seguir aguantando semejante calvario.

Ya ni en las cuestas abajo podía correr, y de hecho, cada pocos metros me veía obligado a pararme a la sombra.

Muchos corredores me reconocían al pasar y me daban las gracias por mis entradas sobre la prueba, algunos sorprendidos de verme en ese estado, pero ya me costaba hasta razonar adecuadamente y explicarme qué era lo que sentía.

Algunos me ofrecieron agua, sales, isotónica, dátiles... pero no me pasaba nada, así que lo rechazaba todo agradecido mientras les deseaba fuerza y suerte en la prueba.

Estaba casi seguro de que se trataba solo de un bajón psicológico acentuado por el calor y el peso psicológico de ver alejarse la marca por la que llevaba meses luchando, pero la parte más profunda de mi ser sabía que no era así...

En el kilómetro 45 tomé la decisión; estaba pasando uno de los peores momentos de mi vida, físicamente estaba machacado y anímicamente más aún, ya sin ninguna ilusión ni esperanza para recuperarme, aunque cada pocos metros probase a trotar de nuevo, infructuosamente.

Escribí a Mayte lo siguiente:



En otras condiciones posiblemente me hubiese hartado de llorar, pero apenas me quedaban fuerzas, consumidas de repente en cosa de 5 kilómetros, y sabía que tenía que llegar cuando antes, ya que de complicarse las molestias posiblemente necesitaría hasta asistencia; recordaba la evacuación de Julio, compañero del Club Atletismo Fuengirola en los 101, años atrás, que acabó con un ingreso hospitalario de varios días debido a un fallo renal.

Aunque intentaba alejar esos pensamientos de mi mente, pocos diagnósticos a mi estado se me ocurrían, aunque por más que buscaba lógica al por qué en ese momento y en ese día, no encontraba sentido.

Había seguido la estrategia que tantas veces me había funcionado, ingerido los productos de siempre, regulado el ritmo...

Me acordé de que llevaba geles con cafeína, y haciendo de tripas corazón, me tomé uno poco a poco, con agua, para ver si al menos conseguía llegar antes a Alcalá.

Craso error, me sentó aun peor añadir más carga al estómago, y ya descarté totalmente incluso trotar.

Fui charlando con un grupo en el que a uno de sus componentes le había pasado lo mismo, pero me descolgué porque ya hasta caminar me costaba.

Tardé prácticamente 1 hora en llegar a la entrada de Alcalá, donde, ante la proximidad de la evacuación y los ánimos de los corredores que me reconocían, me animé incluso a trotar un poco.

En pleno descenso me encontré con "El Último Bandolero", con quien coincidí en la bajada a Ojén en el II CxM Sierra Blanca, charlamos brevemente e incluso nos echamos una fotografía, pero en la misma entrada a Alcalá pagué el repentino sobreesfuerzo y me tuve que parar, sin aliento y con el corazón totalmente desbocado, a sentarme a descansar a la sombra en la parte derecha de la entrada al pueblo.

No quería preocupar a mi familia más de lo que estaban, así que les mandé un mensaje:


Tras un par de minutos recuperándome empecé a marchar, luego a trotar, y por último a correr; vi a Mayte con la cámara en la mano y a mi padre entre el público, les dije que iba al avituallamiento y al control y me retiraba.





Bebí profusamente en el avituallamiento, pasé andando el control, con mi padre, me puse en la acera y me quité el dorsal; ya estaba hecho.

6:24:06 en llegar al avituallamiento de Alcalá del Valle, 1 hora y 16 minutos más que el año pasado y en mucho peor estado; si hubiese tenido fuerzas, definitivamente, hubiese roto a llorar, pero el apoyo de mi familia hizo que me concentrase en seguir bebiendo, descalzarme y quitarme la ropa y centrarme en mis sensaciones para ver como estaba.

Vimos pasar a Félix, a muy buen paso, y se me cogió un nudo en la garganta, aunque las lágrimas seguían a raya.

Tras unos minutos sentado y bebiendo recobré las fuerzas y fui andando al coche, descalzo, notando el frescor de la carretera en los tramos de sombra y concentrándome en esa agradable sensación.

4 horas después, tras ingerir un litro de agua, uno de isotónica y dos jarras de leche con cacao, por fin pude orinar, escasamente, de color amarillo intenso y con fuerte olor, pero el dolor en los costados había desaparecido; no así las molestias en el estómago, que hasta que no cené, luchando contra mi fatiga, no se mitigaron.

Después de cenar pude miccionar de nuevo, como hasta ese momento, pero al menos, comenzaba a orinar; estaba más preocupado por mi integridad física que por la carrera, lo que creo que es una de las cosas más positivas que podría haber hecho, posiblemente hace un año hubiese acabado aunque llegase arrastrándome.

Durante la noche no paraba de ir y venir a la nevera, preocupado ya que de vez en cuando notaba pulsaciones en el costado derecho, peor pese a vaciar una botella de 2 litros de isotónica (a medias) y un botellín de agua (entero), no conseguí miccionar hasta después del desayuno, en una noche de escaso sueño.

Hoy ya he retomado la actividad urinaria casi normal, aunque sigo orinando muy poco pese a beber en ingentes cantidades y el color sigue siendo amarillo intenso, pero la fatiga no ha vuelto, ni el dolor en los costados.

Estos 49 y pico kilómetros me han dejado factura, no física, ya que salvaguardando los problemas con los riñones (me dicen compañeros que entienden que posiblemente sufrí una insuficiencia renal aguda), no tengo apenas molestias en piernas, espalda ni ninguna parte del cuerpo, estoy cansado por las horas corriendo, caminando y andando y por la fatiga del no dormir, pero podría hoy si quisiese.

Como le comenté a Emilio este mediodía, no estoy atravesando una crisis existencial porque por suerte, aunque es un gran pilar, mi vida no se sustenta en el correr (llevo para adelante estudios, oposiciones, trabajos esporádicos, pareja, amigos...), pero mentiría si dijese que no me ha afectado esta prueba.

Ha sido mi tercer abandono, el primero, el Ultra Trail Andorra Vallnord Mític, por falta de sueño y fatiga acumulada, el segundo, el Desafío del Tinto Ultra Trail, neutralizado por sufrir condromalacia rotuliana, y este el tercero.

Dos abandonos y una neutralización en 3 ultras en un año; da que pensar, especialmente después de pasar tantísimas horas entrenándolos y planificándolos.

Si fuese de improvisto o sin entrenar podría tener un pase, pero me he dado cuenta de que no puedo seguir así, por lo que he tomado varias decisiones.

La primera, olvidarme de marcas y tiempos de paso hasta que me apetezca de nuevo, seguiré corriendo, por supuesto, pero no me preocuparé por tiempos ni ritmos; correré por sensaciones y pulsaciones.

La segunda, espaciar más las competiciones; aun no me he puesto a indagar a fondo en las causas de la insuficiencia renal aguda en deportistas, pero intuyo que la falta de descanso puede tener mucho que ver, unida a las altas temperaturas y ritmos exigentes (aunque estuviese preparado para ello).

La tercera, que sigo meditando muy mucho, es dejar la larga distancia un tiempo, aunque sé que lo echaré mucho de menos.

De momento no me inscribiré ni en la Subida Internacional al Veleta, mi objetivo para el verano, ni a los 100 kilómetros de Madrid-Segovia, mi objetivo para el otoño junto a la Maratón de Murcia, en la que ya tengo claro que tampoco participaré, perdiéndomela por segundo año consecutivo.

Entrenaré bien para el Euráfrica Long Trail en Octubre, y quizás realice alguna competición de larga distancia pasado el verano, pero no será una prioridad; el maratón de Málaga si lo correré, vuelve a coincidir con mi cumpleaños y será un día especial, pero consideraré muy bien las competiciones que excedan la media maratón de ahora en adelante.

De momento participaré en las populares que me vengan bien en el calendario y me pillen cerca, y en una prueba que tengo ya pagada en junio, por parejas, pero si mi compañero quiere, nos la tomaremos como un entreno de calidad, ya que ahora mismo no me seduce la idea de competir "en serio".

Me "abre las carnes" la de muestras de apoyo que he recibido en las últimas horas, y eso que muy pocos saben de mi abandono... sois muy grandes, enormes, no sabéis la suerte que tengo al conoceros.

Muchos me decís, con razón, que una retirada a tiempo es una victoria, que tengo muchísimos años por delante para correr y que carreras hay todos los días.

Intento consolarme con ello, pero los 101 no son "una carrera", son "la carrera", una vez al año el año que consigues dorsal, y me duele en el alma no haber podido con esta segunda participación, en la que nada podía fallar.

Me tomaré unos días para descansar, reflexionar y dedicar tiempo a otros menesteres, pero cuando encuentre un ratito seguiré compartiendo inquietudes, noticias y demás a través del blog, aunque por las redes sociales posiblemente no esté tan activo.

Tengo que dar la enhorabuena:

-Todos los corredores, ciclistas y duatletas; ya con tomar parte en la línea de salida demostráis estar hechos de otra pasta.

-Al público, por su incansable apoyo.

-A los legionarios y voluntarios de todos los cuerpos, militares y civiles, por organizar el mejor ultra trail de España.

-Y por último y especialmente, a mi familia, amigos y mi prometida, Mayte, la roca a la que siempre puedo agarrarme cuando pierdo el rumbo.

No pude darle la camiseta a mi padre en los últimos kilómetros de la prueba, pero se la entregué en el cortijo; tengo la impresión de que algún año recorreremos la prueba juntos, aunque de momento, bastante tiene con salir vencedor en su ultra contra el cáncer.

Muchas gracias a todos por haber dedicado estos minutos a compartir mis experiencias sobre la prueba.

Gracias, de corazón.