En esta entrada, por eso de organizar un poco, he intentado dejar las exposiciones de "lo tradicional japonés". Aunque quizás la primera que os voy a mostrar está muy cogida con pinzas.
A la que me refería era Dragones de papel: entre Oriente y Occidente. Una exposición donde lo más interesante era precisamente lo que no provenía del manga. Si os preguntáis por qué os diré que vuelve a pasar aquí lo mismo que sucedía en la exposición de Manga en construcción: se nota a kilómetros los gustos concretos y sesgados del comisario de la exposición. Entiendo que se reservase un espacio a Dragon Ball por la importancia que tiene este ser mitológico en la serie y por la trascendencia de la obra en sí. Sin embargo, la mayor parte del resto de muestras, como las de Toriko o Inuyasha, donde su importancia es muy secundaria, no sé a qué vienen (aunque reconozco que la "Ficha de ingrediente" de Toriko me hizo gracia). Da toda la impresión de exposición montada para la serie principal y a la que le fueron buscando obras con las que rellenar.Aunque no contaba como exposición (al menos en el tríptico informativo), sí que hubo una pequeña pero preciosa muestra de ikebana (arreglos florales). Como todo el salón, por las prisas no pude disfrutar de ella a gusto, pero al menos le hice unas pocas fotos que, una vez en casa y con más calma, aunque la calidad no es todo lo buena que me gustaría, he podido apreciar con más calma.
En un lateral de la planta superior del Palacio 2 montaron un cutre-intento de jardín japonés con reproducciones de yokais. La idea es buena pero como casi todo en lo que a exposiciones se refiere, la ejecución es un desastre: no había cartelas informativas para cada figura, la alfombra verde es lo más triste del mundo (césped artificial o arena rastrilleada haciendo dibujos para hacer un jardín zen habrían sido opciones más dignas), vegetación falsa puesta sin acierto y una posición central de la muestra que impedía tomar una foto en que no saliesen stands o mesas de fondo. Si hubiesen puesto unos separadores, al menos en el fondo del Torii, impreso un fondo de bambúes a gran resolución puestos sobre éstos y dispersado mejor las plantas, el montaje habría tenido su aquél.
Y para cerrar la entrada, una exposición dedicada a El cantar de Heike. Sinceramente, la temática de la exposición no me interesaba pero las ilustraciones y la armadura que la acompañaban sí que llamaron mi atención.