Nadine Labaki ya nos había endulzado el año 2007 con su primera película, Caramel (Premio del Público y de la Juventud del Festival de San Sebastián) y su segunda realización promete encontrar una amplia y calurosa acogida entre el público con esta versión actualizada de la comedia de Aristófanes, Lisístrata (que, por cierto, este año cumple los 2400 años de su estreno).
Si esta enérgica matrona ateniense, harta de las guerras de los hombres sin sentido ni fin, tenía la total certeza de que sólo si las mujeres toman la iniciativa se remediarán las desgracias que pesan sobre su país, Nadine Lakabi comparte totalmente su opinión.
La idea se le ocurrió a la directora durante el estallido de violencia que sufrió Beirut en mayo de 2008. En ese momento acababan de anunciarle que estaba embarazada y se puso a pensar de qué sería capaz si tuviese que proteger a su hijo. La respuesta fue inmediata: de cualquier cosa y a cualquier precio.
Una maravillosa imagen ilumina el inicio del film: un grupo de mujeres, todas vestidas de luto, avanza hacia el cementerio pero ni siquiera ahí podrán consolarse juntas. El camino divide el lugar en dos, la parte cristiana y la musulmana.
Pero Nadine Labaki trata este doloroso tema desde la perspectiva del humor y se lanza sin red. Incluye momentos de verdadera comedia, números musicales, canciones extremadamente pegadizas y narra su sabia e inteligente metáfora, con un lúcido sentido de la puesta en escena y una soberbia capacidad de dirección de actores, dado que la mayoría de los actores son habitantes originarios de los pueblos de Taybeh, Douma y Mechmech, lugares donde se ha rodado la película.
Mención especial del Jurado Ecuménico y Premio François Chalais 2011, le película no se ha ido de Cannes con las manos vacías. La directora posee la difícil habilidad de saber combinar comedia y drama, encontrar las situaciones más absurdas para demostrar el lado más surrealista de la guerra de las religiones y una sensibilidad especial para crear ambientes. También estará presente en la Sección Perlas del Festival de San sebastián 2011.
Si bien el tono suena un poco más forzado que en Caramel, Nadine Labaki no engaña. Desde el principio nos dice que nos va a contar una historia y el espectador sabe que entra dentro del mito y de la metáfora. En todo caso, sigue emocionando cuando filma el dolor y sabe conmover al denunciar la estupidez del género humano. Una película que lleva por título una pregunta, Y ahora, ¿adónde vamos?, que cobra todo su sentido con los últimos acontecimientos políticos de muchos países árabes.