¿Y ahora qué? (2)

Por Tiburciosamsa

Lo principal en todo este proceso es que la Alianza adoptó un papel protagonista similar al del Partido del Congreso en la India. Había dejado claro que era ella quien lideraría el proceso de independencia. Su triunfo moral se vería reforzado aún por dos hechos. En diciembre de 1954 el partido de la minoría india, el MIC, se adhirió a la Alianza. Onn Jaafar, viendo que las simpatías de la opinión pública se alejaban de él, disolvió el PIM y creó el Parti Negara, supuestamente multiétnico, pero con una coloración pro-malaya más acusada. El típico bandazo político que huele a desesperación.

En las primeras elecciones al Consejo Legislativo la Alianza conquistó 51 de los 52 escaños en liza. El escaño restante fue para el Partido Islámico Pan-Malayo. Tunku fue nombrado Primer Ministro y se consideró legitimado para ser quien negociase con los británicos la independencia. El compromiso que se escogió para la Malasia independiente consistió en que se reconocerían el papel preponderante de los malayos, el carácter especial de la religión musulmana, a cambio de lo cual, los derechos de los sultanes y la co-oficialidad del malayo y del inglés. A cambio los no-malayos verían reconocidos sus derechos políticos. Puede que en su momento no pareciese un mal compromiso, pero casi sesenta años después resulta evidente que lo que hizo fue consagrar el comunitarismo e impedir la emergencia de una malasia auténticamente intercomunitaria. El compromiso además no hizo más que reforzar el carácter comunitario de los partidos políticos. En 1959 se celebraron las primeras elecciones generales de la Malasia independiente. La Alianza consiguió el 51,8% de los votos, 30 puntos por delante del Partido Islámico Pan-Malasio (PAS). Sin embargo, la normativa electoral le otorgó el 70% de los escaños, 74 de 104. La Ley electoral malasia de 1958 se basaba en distritos uninominales, lo que favorecía a los partidos mayoritarios. El sistema se vio amenazado en aquellos años sólo en una ocasión. Fue cuando Sabah, Sarawak y Singapur se integraron en la Federación Malasia en 1963. La integración de Singapur cambió los equilibrios étnicos a favor de los chinos. Peor todavía, al líder singapureño Lee Kwan Yew Singapur se le quedaba pequeño y decidió meterse en la política malasia jugando la carta del partido intercomunitario. El Tunku advirtió que la amenaza a su chiringuito era seria y pensó que prefería una Malasia sin Singapur que una Malasia con Lee Kwan Yew dentro. En 1965 la Federación le dio la patada a Singapur y UMNO siguió gobernando plácidamente una Malasia sin Lee Kwan Yew. Tan plácidamente que Tunku llegó a autocalificarse como “el Primer Ministro más feliz del mundo”. La placidez terminó en mayo de 1969, cuando se celebraron las primeras elecciones generales en las que participaron los nuevos estados de Sabah y Sarawak. A las elecciones se llegó con una cierta incertidumbre, toda vez que era la primera vez que se votaba en Sabah y Sarawak y que los escaños del Parlamento habían pasado de 104 a 144 para acomodar a los diputados de esos dos estados. La Alianza se fijó como objetivo conquistar al menos dos tercios de los escaños, esto es, 96. La cuestión de los dos tercios era clave, ya que era la mayoría necesaria para enmendar la Constitución. Los resultados de las elecciones fueron una sorpresa para la Alianza, que perdió doce escaños y se quedó a tres de la cifra mágica de 96. Muchos votantes malayos se fueron al islamista PAS, que ganó tres escaños. Los partidos chinos en la oposición, que eran el Partido de Acción Democrática (DAP por sus siglas en inglés) y el Gerakan, tuvieron la inteligencia de presentar una plataforma conjunta y además se vieron beneficiados por la desaparición de algunos partidos opositores. Entre los dos consiguieron 21 escaños. A nivel estatal la Alianza perdió ante el PAS en Kelantan y ante el recién creado Gerakan en Penang. También obtuvo unos resultados muy pobres en Selangor, el estado más desarrollado del país, y en Perak.Dos días después del anuncio de los resultados electorales tuvieron lugar los peores disturbios interétnicos que haya conocido Malasia desde la independencia. Las cifras oficiales hablan de 196 muertos, pero probablemente fueron muchos más. No voy a entrar aquí, sobre quién los provocó. Me interesan más los resultados que tuvieron a largo plazo.Tunku, el Primer Ministro más feliz del mundo, dejó de sonreír. Muchos en UMNO le echaban en cara los pobres resultados de las elecciones. Su segundo, Tun Abdul Razak, le movió la silla con notable entusiasmo y éxito. La derrota electoral, unida a los disturbios, mostró a UMNO que había que hacer algo para recuperar al electorado malayo. Ese algo fue la Nueva Política Económica, una política de discriminación positiva dirigida a conseguir que los malayos tuvieran más peso en la economía. Asimismo se enmendó la Constitución en 1971 para, entre otras cosas, reconocer el papel especial de los bumiputras, es decir los malayos y los nativos de Borneo.Finalmente la experiencia de 1969 llevó a UMNO a atraerse a nuevos socios a la Alianza. Entre 1971 y 1973 UMNO incorporó a la Alianza a los partidos de Sabah y Sarawak, a Gerakan, al Partido Progresista del Pueblo (PPP) y, ¡gran logro!, al PAS. Si Gerakan y el PPP reforzaban su apoyo entre los no-malayos, la incorporación del islamista PAS fortalecían su atractivo para los malayos. El 1 de julio de 1974 se inscribió oficialmente la nueva encarnación de la Alianza, el Barisan Nasional (Frente Nacional en malayo).La creación del BN fue un golpe maestro. Por un lado la oposición quedó capitisminuida. De representar el 37,5% de los escaños del parlamento, ahora representaba sólo el 15,3%. Por otro, al tener que lidiar con muchos más socios que antes, la preeminencia de UMNO salió reforzada. Por último, la incorporación de nuevas fuerzas permitía dar la imagen de que el BN era un movimiento plural donde todas las etnias y casi todas las opiniones tenían cabida. Esto último Tun Razak lo expresó de manera formidable: “la opinión que tenemos es que el gobierno democrático es la forma mejor y más aceptable de gobierno. Mientras la forma se preserve, la sustancia puede cambiarse para ajustarla a las condiciones de un determinado país.” Seguro que Goebbels se revolvió en su tumba de rabia de que una idea tan magistral no se le hubiera ocurrido a él. La estrategia rindió frutos inmediatamente en las elecciones que se celebraron entre el 24 de agosto y el 14 de septiembre de 1974 el BN se hizo con 135 de los 154 escaños en liza. La oposición quedó reducida a tres partidos que se repartieron los otros 19 escaños: el DAP, el Partido Nacional de Sarawak y el Partido de la Justicia Social. Durante las siguientes tres décadas todo funcionó a pedir de boca. El BN obtenía consistentemente más del 50% de los votos y retenía su mayoría de dos tercios en el Parlamento. Ni tan siquiera la salida del PAS del Barisan Nasional provocó más que un levantamiento divertido de ceja. Pienso que para que el invento funcionase tan bien como funcionó hacían falta tres premisas que funcionaron durante esos treinta años. La primera es que no se cuestionase la cuestión de la primacía y la discriminación positiva a favor de los bumiputras. Mientras los no-malayos aceptasen la situación y continuasen votando a sus partidos étnicos integrados en el BN, no habría problema en conseguir mayorías. La segunda es que al frente de UMNO hubiera un líder capaz de mantener cohesionado a sus distintas familias y a la vez de fungir como primus inter pares con los otros miembros de la coalición. La tercera premisa no era tan necesaria si las dos primeras funcionaban adecuadamente, pero tampoco entorpecía: una legislación electoral que favorecía descaradamente al BN.A comienzos del siglo XXI las dos primeras premisas empezaron a fallar. Jóvenes generaciones de chinos e indios urbanos que no habían vivido los disturbios raciales de 1969 comenzaron a cuestionar la discriminación a favor de los bumiputras. Ello coincidió con un Primer Ministro débil, Abdullah Badawi, que casi desde el principio vio cómo Mahathir, el mismo que le había designado como sucesor, le empezaba a poner palos en las ruedas, mientras que su propio Viceprimer Ministro le movía la silla con entusiasmo. Las elecciones de 2008 supusieron un shock para el BN. Perdió 58 escaños, mientras que la oposición coaligada en el Pakatan Rakyat conquistaba 61 escaños. En puntos porcentuales, perdió 13,63 puntos quedando ligeramente por encima del 50%, mientras que la oposición subía 10 puntos hasta el 46,75%. Y encima se quedó sin los mágicos dos tercios del Parlamento. En las elecciones estatales vio cómo cinco de los doce estados de la Federación pasaban a manos de la oposición: Penang, Kedah, Kelantan, Selangor y Perak. Ese último lograría recuperarlo al año siguiente por uno de esos misterios de la política. El shock fue tan grande que el liderazgo de Badawi no lo resistió. Tampoco lo pasaron mejor algunos de los socios del BN. El MCA perdió 25 de los 40 escaños que tenía y pasó los siguientes cinco años envuelto en dudas existenciales. El líder del MIC, Samy Vellu, dejó su liderazgo después de 31 años y dejó al partido desnortado, dividido y salpicado por acusaciones de corrupción. Con estos antecedentes, no es de extrañar que el BN contemplara las elecciones del pasado 5 de mayo con aprensión, porque era el momento en el que se dilucidaría si lo de 2008 fue algo coyuntural o el inicio de una tendencia. La prueba del algodón era si lograría recuperar la mayoría de dos tercios en el Parlamento o no. Pues bien, todo indica que 2008 no fue un simple accidente de recorrido. No sólo no recuperó la mayoría de dos tercios, sino que perdió ocho escaños, consiguiendo 133 de los 222 escaños de la Cámara. Y con una ley electoral diferente, los resultados habrían sido mucho peores, ya que por primera vez en su Historia no logró más del 50% de los votos (se quedó en el 47%). El voto chino se fue mayoritariamente a la oposición. De los partidos del BN, el que salió mejor parado fue UMNO que conquistó nueve escaños. Lo malo de esta victoria es que con los malísimos resultados obtenidos por sus aliados chinos e indios resulta más difícil presentar el BN como una coalición interétnica. Cada vez parece más una coalición malaya con algunos añadidos cosméticos. Y así ha llegado el momento de que los líderes del BN se hagan esa problema tan temida por los políticos: ¿y ahora qué?