¿Y AHORA QUÉ HACEMOS?
Esa nueva clase media que, ganando en soles, compró en los últimos años un departamento o un carro con un préstamo bancario en dólares, descubre hoy que, con el alza del dólar, sus cuotas mensuales han aumentado por lo menos en un diez por ciento, y nadie sabe decirle cuánto más podrían subir.
Lo mismo sucede con las empresas que tienen ingresos en soles pero gastos en dólares y han visto desaparecer su utilidad de este año.
Esta es la consecuencia del viraje brusco del banco central americano (FED) que anunció de buenas a primeras hace un mes para este año el fin de la era de la política de estímulo monetario vigente desde el colapso de la burbuja global de 2008. El giro ha descolocado a medio planeta: millones de familias, empresas y países enteros.
Cae de su peso imaginar que si el giro era necesario, debía hacerse de manera muy gradual. Pero parece que “muy gradual” nunca es lo suficientemente rápido para los plazos políticos de la decisión de reactivar la economía norteamericana cueste lo que cueste.
El rumor era desde hace algún tiempo que el actual presidente del FED, Ben Bernanke, no continuaría al frente de la entidad y que el presidente Obama pensaba reemplazarlo por Larry Summers, un ex funcionario de un banco privado de inversión, como casi todos los que manejaron el rescate luego del colapso de la burbuja global en el 2008 –incluido Bernanke-, y que cinco años después siguen manejando el relanzamiento.
Lo que debería hacernos sospechar de esta reactivación norteamericana sea que necesite ser inducida, dirigida, el hecho de que no ocurre por sí misma. Uno no puede evitar la sensación de que se está forzando las cosas, apretando el acelerador demasiado al fondo, demasiado pronto. Que la desesperación se apodera de unos técnicos que ven llegar la hora del despido porque las cosas no van tan rápido como el poder exige.
La sola idea de que todo esto ocurra por razones políticas antes que técnicas resulta insoportable para quien tiene que pagar hoy considerablemente más por la hipoteca de su casa o la letra de su carro. Sin embargo, esto era previsible y el gobierno nunca le advirtió a la joven clase media que esto le podía pasar.
FUENTE: BLOG DE JORGE MORELLI. http://www.expreso.com.pe/blogs/jorge-morelli