Ayer mismo se presentaba en sociedad Cuerpos divinos, la obra póstuma del genial escritor cubano Guillermo Cabrera Infante. Una "biografía velada" según palabras del propio autor, que comenzó a escribir en 1962 y cuya escritura, naturalmente inconstante, no abandonó hasta su muerte en 2005.
La acción de esta flamante novela al parecer transcurre en La Habana, al igual que sus célebres Tres Tristes Tigres y La Habana para un infante difunto, entre los años 1958 y 1962; es decir, abarca desde los años previos al triunfo de la Revolución hasta el desengaño de Cabrera Infante con ésta.
"Las revoluciones son el final de un proceso de las ideas, no el principio, y es siempre un proceso cultural, nunca político. Cuando interviene la política -o mejor los políticos- no se produce una revolución, sino un golpe de Estado, y el proceso cultural se detiene para dar lugar a un programa político. La cultura entonces se convierte en una rama de la propaganda. Es decir, las ilusiones de la cultura, el sueño de la razón, se transforman en pesadilla".
Además, en la presentación del libro, la editorial Galaxia Gutemberg-Círculo de Lectores ha anunciado que a partir de noviembre se publicarán las obras completas Cabrera Infante. Será una buena oportunidad para conseguir algunas de sus obras ya descatalogadas.
De momento, Cuerpos divinos reposa sobre un brazo de mi sillón, aún huele a imprenta, pero enseguida comienzo a ventilarlo, acompañado de un combinado de jazz y r/son añejo cubano, que es como mejor se disfruta a Don Guillermo.