Era un secreto a voces desde que apareció lo del Coronavirus que no iba a haber Semana San... un momento; que era broma, hombre, que Semana Santa SIEMPRE va a haber; otra cosa es que salgan las procesiones a la calle, que como iba diciendo, va a ser que no.
¿Y qué le vamos a hacer? La ciudad más bonita del mundo se queda sin su semana más grande. (Se va a quedar sin más cosas, pero de momento, vayamos por partes). Y es que es así; yo lo siento por otras ciudades, pero cuando la primavera visita Sevilla, eso, eso es otra cosa... no se puede comparar con nada. Ese brillo, esa luz, esos aromas, esa vitalidad de la gente, esas ganas de vivir la calle, tan falta estos días. ¿Y por qué no decirlo también? Esas croquetas de Casa Ricardo, esas pavías de El Rinconcillo, ese adobo, esos montaditos de pringá, ese bacalao con tomate, esos garbanzos con bacalao, ese bacalao con... lo que sea, porque el bacalao la verdad es que va muy bien con tó.
Y no nos queda otra que quedarnos en casa. Cuanto mayor sea el esfuerzo, más pronto llegará la recompensa. Pero ojo, que eso no nos impida vivir la Semana Santa; coger el incienso e impregnar todo el salón, enchufar la televisión o internet durante todo el día y preparar unas tortillitas de bacalao y unas espinacas con garbanzos ¡oh! que quitan el sentío.
Porque nos duele no poder disfrutar de las hermandades en la calle y de ver todo el trabajo que han realizado durante meses para poder lucirlos por las calles de Sevilla pero como dice el dicho "la procesión va por dentro", y este año de la casa no van a salir.
Sin más, me voy a ir despidiendo ya, que además tengo que planchar el traje nuevo que estreno este año para el Domingo Ramos. Así que quedaos en casa y muy buena Semana Santa a todos.