En la pequeña biografía que va acompañando y detallando su trabajo en Bandcamp, nuestros músicos nos hacen llegar sus sensaciones sobre esta nueva etapa que se les venía encima. Así pues, hablan de este ‘Máquinas Románticas’ como
“El disco del placer absoluto”. Casi nada. Y es que no es para menos. Desde su segundo álbum hasta ahora habían pasado unos cuatro años de aprendizaje a hostias y ninguneos. Es aquí cuando ya bien escaldados de experiencias anteriores se atrevieron y se plantaron en las oficinas de su nueva compañía para pedir el dinero suficiente con el que poder alquilar un estudio en pleno centro de la ciudad donde poder ensayar tranquilamente durante dos meses y preparar material nuevo ¿Parecen muchas pretensiones para unos músicos? Yo no lo creo. En absoluto.Siguiendo el pequeño resumen de este período vital de Circodelia, nos cuentan que en este tiempo transcurrido aprendieron también a rodearse de amigos, a quitarse presiones y a centrarse sólo en divertirse y disfrutar de la creación. Para ello, no dudaron en desprenderse de “productores estrella y managers cazurros” (¿tal vez un palito al señor Stivel?) y jugar y jugar sin parar con sus instrumentos.Pablo Parser, la otra cabeza pensante de la banda junto a Víctor Pérez, asumió en este caso la faceta de controlador todopoderoso (guitarras, Hammond, teclados, pianos, sintetizadores, programaciones, coros y por primera vez, productor del disco). Me da la sensación que el hecho de que no hubiera un ente extraño rondando entre los músicos (es decir, un productor) hizo que éstos a su vez se encontraran como más sueltos y cómodos, que pudieran dar de sí lo que no pudieron con la presión antes comentada. Es escuchar las cuerdas de Marcos Iñíguez, el bajo de Miguel Hinojosas y la batería de Javier Planelles y compararlas con sus trabajos para darte cuenta que ahora todo fluye con una profundidad, naturalidad y elegancia fuera de toda duda. Como sin tensión. Y es que, como ellos mismos aseguran “como en casa con la familia en ningún lado”.
Para no perder la tradición, el CD se dejaba abrir con la canción que daba nombre al disco ¿o más bien al contrario?: “Máquinas Románticas”. Un pepinazo de baterías como guantazos marca Javi Planelles, tecladitos powerpoperos y unas letras interesantes en las que Víctor convierte un relato de encuentro amoroso de los suyos en algo parecido a un relato de ciencia ficción de esos de Isaac Asimov donde los robots, los chips y demás cacharrería se confunde con lo orgánico, lo cálido… Ya me entienden.Con “We Love You” rinden pleitesía a todas las personas que estuvieron a su lado tanto en los buenos como en los malos momentos. Un amor, una fidelidad, un cariño y una paciencia que cobra forma de canción de dos caras que se van alternando, solapando y encontrando. Una parece ser digna heredera del delicado Pop Barroco de los 60 y otra es acerada y robusta… El contraste como delicia.
Que este disco está plagado de canciones que podían ser sin ningún problema singles es una idea que no me la quita nadie. “Monstruo Perfecto” es el ejemplo perfecto. Estribillos de esos que te obligan a coger un Boli en plan micro y ponerte a cantar, esa tensión instrumental que te mantiene en vilo, letras de contenido histórico…
Tiempos de arrepentimiento y desesperación se dejan asomar por entre los párrafos del medio tiempo “No Recuerdo En Qué Cajón”. De arrepentimiento de ese que es casi una confesión liberadora y de desesperación que atenaza a uno y no lo suelta jamás. Porque todos tenemos nuestro corazoncito, vamos.
“…Y aunque le vendí las noches al diablo y le compré las mañanas al Señor…” Son de esas letras por la que bien vale la pena hacerse con este y con los demás discos de Circodelia. Con “Vamos A Ir Al Infierno De Cabeza” estos señores nos llevan con la música de la mano a un saloon del salvaje y lejano oeste. Hay jugadores de cartas, tramperos, zarzaparrilla, bourbon y chicas graciosas…
Con este tercer trabajo ya no hay estilos o influencias tan palpables o evidentes. Parece como si Circodelia hubiera podido por fin destilar su propio sonido. “Orgullosamente”, “Mareando La Perdíz”, “Ámame Y Muere” u “Occidente”, que es con la que cierran el chiringo, se parecen entre sí tanto como un huevo a una castaña… Y eso es algo tan bonito y tan de agradecer en este mundo tan homogéneo…´