Hay días en que uno se levanta, como diría yo… plof… sí, plof sería la palabra más adecuada, como si un presentimiento te dijera que te agarres, que sopla el viento de costado… Son esos días en que, después de regresar al mundo de los humanos tras visitar los jardines de Morfeo, de repente, no sabes por qué, a las gentes que nunca se interesaron por tus conversaciones, a quienes tu mundo friki se las traía, y trae, al pairo, de repente digo, les da por entrar en tu página y consultar cosas.
De repente, y como quien no quiere la cosa, los periódicos serios y los suplementos de ciencia, esos que traducen fuentes americanas sin añadir un sólo párrafo de cosecha propia y sin citar el origen y se atribuyen artículos completos como si de la pluma de grandes periodistas con iniciativa se tratase –ciencia, periodismo y ética, algún día, algún día…—, publican a toda prisa decenas de artículos sobre asuntos que hace unos meses eran de risa para salir raudos en las teles que, ahora sí, han decidido robarle algunos minutos al fútbol.
Frente a ellos, una caterva de descerebrados más frikis que uno mismo –descerebrado no como insulto, sino como reflejo de su renuncia voluntaria, porque en su estilo de vida el cerebro es maligno y han decidido regirse únicamente por los instintos más primarios a los que llaman “corazón”—, alzan los gritos al cielo clamando victoria.
Parece que el Norte se perdió hace mucho tiempo, pero nadie quiere sacar la brújula…
Aquí dejo los principales enlaces a las entradas de este blog para quien quiera copiarse la información. Seguro que hay mucha basura especulativa, pero es lo que hay. El tiempo, el espacio y el Big Bang también son basura especulativa y a nadie parece importarle.
- Meteoritos, ¿una amenaza real?
- Anomalías en Júpiter, ¿deberíamos tomarlas en serio?
- Los asteroides cercanos a la Tierra entretienen mientras… ¿se ignora el verdadero peligro?
- Bolas de fuego en los cielos
- La Tierra a medio plazo: atando cabos
Pero bueno, hagamos buen uso de tanto victimismo mal canalizado y transmutémoslo en homenaje a los auténticos Maestros, aquellos que nadie conoce pero gracias a los cuales aprendimos que el conocimiento no se vende.
Aquellos que nunca se rindieron a las zalamerías que exige el academicismo más elevado, ni se arrastraron para adular a quienes no sabían pero sí influían. Todos ellos fueron pasto de las risas y se consumieron en el olvido, pero tal fue su elección, no su condena. Nadie tenía poder para condenarlos.
Ahora, los mismos temas entrarán a formar parte del discurso de los serviles, quienes sí serán escuchados. Pero así es la vida, y así son las lecciones que vinimos a aprender.
En fin, me voy a los bosques…
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