Editorial de ayer del programa El Penalti para para aquellos que no la escucharan.
El ínclito Jesus Gil puso el listón a distinta altura, bajo para los rojiblancos y altísimo para los azulgrana, y superar ese listón no fue sencillo.
Los del Cholo Simeone salieron con el cuchillo entre los dientes y arrinconaron al Barça durante media hora, pero se salvaron los muebles y el gol de Suárez dio luz, tal vez inmerecida, a un juego poco atractivo, de épica más que de estética, de pelotazo mas que de buenos pases.
Y luego vino el show arbitral. Error tras error, amarillas absurdas que obligaron a expulsiones, un penalti de los de plató de Estudio estadio, y un gol legal anulado a los rojiblancos, hasta que tras 5 minutos de descuento nos llevó a otra final, la cuarta consecutiva, la séptima de las 9 últimas ediciones.
En resumen, una nueva final, ante un rival complicado, el Alavés y en un estadio que aún no es oficial.
Este año ya debe de tocar poner Jacuzzi en los aseos.