Por Jorge Garacotche - Músico, líder de Canturbe miembro de AMIBA (Asociación de Músicxs Independientes de Buenos Aires).
En simultáneo con el Festival, el día sábado se realizó un encuentro entre referentes de espacios y organizaciones culturales de la región, que contó con la presencia de Luis Pedreira, Soledad Martínez y Julieta Carunchio, funcionarias/os del área de cultura del Ministerio de Producción, Ciencia e Innovación Tecnológica de la provincia de Buenos Aires. Durante el mismo, se habló de las dificultades que transitan los y las artistas para desarrollar su actividad profesional en la región, de la necesidad de que, a través de políticas públicas, se pueda fomentar la actividad y, asimismo, se comenzó a discutir un protocolo contra la violencia de género en eventos culturales. También, participaron Jorge Garacotche (referente de AMIBA) y Soraya Zavatarelli (directora de Mujer, Género y Diversidad del municipio de General Pinto)”.
Como integrante de AMIBA (Asociación de Músicxs Independientes de Buenos Aires), pude escuchar, de boca de algunos/as de sus protagonistas, lo que significa dar la pelea artística, intentar legislar, abrir espacios, comunicar y acompañar a los artistas populares en una ciudad del interior del país. Desde muchos lugares, nos llegan tristes noticias acerca del estado de la cultura, de sus instituciones, de la soledad de la gente que la genera, del abandono y la desidia con que se trató a programas que eran más que interesantes. Pero, si bien la realidad supera a lo esperado era algo que imaginábamos, se palpaba en el aire frío de los mercaderes que la despellejaron. Otra vez, habrá que remontar un partido duro y friccionado.
Sé y me consta que, a lo largo y ancho de la Argentina, se realizan numerosos festivales de esta índole. Precisamente, el FEMI surgió hace 10 años, cuando el contexto para desarrollar música no era muy favorable para las bandas de Junín y alrededores. Las ofertas culturales surgidas desde muchos municipios no satisfacen a los artistas, se realizan sólo en zonas céntricas, se ningunea a los barrios, no se promociona el evento, el sonido no está a la altura de las circunstancias y nunca falta la desubicación de plantearlo como un concurso.
En esta edición del FEMI, pude constatar la presencia de un mosaico de voluntades que actuaban por detrás de lo que se veía y conseguía un funcionamiento perfecto. Con mucha gente atenta, en tiempo y forma, a todo lo que se requería. La multitud circulaba en un clima de hermandad que emocionaba, era como revivir aquellos festivales históricos del rock nacional; creo que más de uno/a tuvo esa visión melancólica y sonrió hacia su propio pasado. Mientras daba vueltas por allí, ya estaba imaginando una nota al respecto, poder contar, y en primera persona, todos esos sueños compartidos que dibujaban una esperanza, la de dar esa batalla cultural que nos llama, que nos pide compromiso y corazón, coherencia y constancia, firmeza e inclusión. Por eso, necesitamos saber que estos encuentros se piensan y se realizan, que se pueden replicar en cada ciudad, en cada pueblo, que no se necesita lanzar la idea con todos los lujos y el presupuesto adecuado. Esto es algo que toma forma con el paso del tiempo. Hay que animarse, porque es impresionante la cantidad de gente que, día a día, se vuelca al arte, que tiene proyectos y que cuenta con una carrera o que, simplemente, tiene ganas. Después, está la gente ávida de generar cultura concurriendo a estos encuentros, apoyando y acompañando a sus artistas. Recordemos que están los medios de comunicación que no dudan en abrir sus micrófonos, sus redes a esta movida y que, desde su lugar, dan la batalla cultural todos los días. Sé que el dial de una radio es uno de los lugares más democráticos que existen. No dudemos: unamos fuerzas.
Por eso, creo que es esencial comunicar estas cosas, contarlo en todas partes, difundir, de la manera más exitosa: el popular y económico boca en boca, para juntar el coraje necesario y empezar a planear esto, que hace a la vida maravillosa. Porque, en verdad que emociona ver a tantas personas viviendo una experiencia semejante, mirándose como aliados, respirando el aire que se comparte cuando flota lo mejor que tenemos, esas ganas de reunirnos, porque sabemos que los proyectos tienen que estar en las calles.
Desde AMIBA, estamos impulsando la idea de conectarnos con todas las asambleas y agrupaciones de artistas y no sólo de música. Hay que planificar, intercambiar, llevar, juntar y traer información. Nosotros tenemos el proyecto de llevar no solo música, poesía o teatro, sino charlas, cursos, talleres, presentaciones de libros, toda actividad que apuntale la idea de la batalla cultural, de contarle a nuestra gente por qué estamos ahí, qué nos mueve y qué nos conmueve. Porque, si sólo vemos esto como un trabajo, como un patético kiosko, estaremos jugando para el otro bando. Hay que organizar eventos culturales con la idea de continuidad, de sembrar, de fomentar un movimiento que no pare de crecer, no tenemos que bajar el telón, siempre, hay que interactuar, ya no queda tiempo para la quietud. Venimos de años de inacción, de letargo y de individualismo organizado y planificado para excluir. Nosotros/as lo sabemos, por eso, sería doble pecado enmudecer y caminar en soledad.
El grupo de hombres y mujeres que llevó a cabo este espectáculo masivo es un faro que nos ilumina desde el oeste de la Provincia de Buenos Aires. Por supuesto, que tuvieron apoyo, contactos, auspicios, infraestructura y todo lo que, en ese fin de semana, era esencial. Pero, todo eso apareció, no de milagro, ningún viento de cola pasó por allí, simplemente, es un equipo que lleva diez años realizando una propuesta integral, para toda la familia, que trata de visualizar a los artistas locales y de la región. Lo emergente no se disuelve ante la indiferencia del mercado, muy por el contrario, se potencia y, lentamente, se va multiplicando. Qué suerte que en Junín pasaron cosas…
Jorge Garacotche