La escritora Ana Medrano.
Ana también asegura que ahora sabe lo que quiere contar, y encuentra las palabras exactas para hacerlo, sin la necesidad de agradar a todo el mundo: "Soy más disciplinada, menos arrogante y no tengo tiempo que perder."Buena prueba de ello está en la novela que nos concierne, titulada "Y en nosotros nuestros muertos" (ISBN: 9781505589818), que le ha propiciado cumplir su sueño, y que próximamente se verá ampliado con su segunda novela (actualmente en fase de maquetación), que llevará como titulo "En el lugar de siempre", y una tercera que está escribiendo, denominada "Después de tantas penas" (todas ellas compartiendo el personaje de Nena Castelao).Entrando de lleno en el comentario sobre el libro, cabe decir que es muy aditivo, debido a su prosa clara y bien escrita, en el que su fluidez propicia que se lea sin problemas; también se debe a esos carismáticos personajes, sobretodo nuestra protagonista Nena, totalmente cercana... podría ser cualquier amiga, conocida o la vecina de enfrente, y esa familiaridad es un punto a favor para inmiscuirnos completamente en su historia; y además, está su tema principal sobre el expolio de obras de arte en España a principios del Siglo XX, un tema totalmente cierto y que potencia (aún más si cabe) la genial historia de esta mujer.
El 'espejito mágico' real.
Madrid, abril de 2012.
La desaparición de un espejo en el taller de restauración donde ha fallecido recientemente su padre es el detonante para que Nena (Magdalena Castelao) consiga convencer a sus amigos y a un inspector de la policía de que sus sospechas sobre la naturaleza criminal de esa muerte son fundadas.
Gracias al hallazgo de una carta, fechada en el año 1935, dirigida a su abuelo por el entonces párroco de San Tirso de Bóveda (Lugo) y de la ayuda del actual sacerdote a cargo de esa parroquia, la investigación irá desentrañando una trama organizada en torno al expolio y la venta fraudulenta de patrimonio artístico español.
A medida que la investigación avanza Nena descubrirá que la verdad no siempre te devuelve la paz.
Plaza de Olavide, Madrid (España).
Su ritmo empieza algo lento, lo justo para presentar debidamente a los personajes y ponerte en situación; sin embargo, una vez se mete de lleno en el entramado, va subiendo 'in crescendo', complicándose todo cada vez más para nuestra protagonista, hasta su impresionante final, en el que la autora consigue encajar todas las piezas del intrigante puzzle de manera precisa e impecable.En definitiva, "Y en nosotros nuestros muertos" es una novela notable, que engancha desde su primera hoja, deliciosamente escrita, con un entramado interesante y basado en hechos reales acontecidos en nuestro país (y por desgracia totalmente olvidados), y complementada de forma genial con esos fragmentos de las canciones, que tras terminarlo componen toda una banda sonora (como si de una película se tratase). Sin duda, una maravillosa y recomendable novela que deja patente lo buen escritora que es Ana.
Casa familiar de San Tirso de Bóveda, Lugo (España).
Una vez terminado el comentario, me gustaría compartir con vosotros la pequeña e interesante entrevista que tuve el privilegio de hacerle:1. ¿Cuales han sido tus influencias para conformar tu primera novela "Y en nosotros nuestros muertos"?
Plaza de Olavide, Madrid (España).
Creo que en primer lugar la lectura, todos los libros que he leído. Me encanta leer, desde pequeña; entonces no había ordenadores y únicamente disponíamos de dos cadenas de televisión con poca programación infantil por lo que la lectura se convirtió en el principal entretenimiento de mis hermanos y mío.En segundo lugar mi debilidad por la novela policiaca y de intriga: Conan Doyle, P.D. James, Vázquez Montalbán, Padura, Camilleri, D. León, Mankell, P. Highsmith…
Y por último mi hermano José Miguel que me introdujo en el tema del expolio del patrimonio artístico y cultural español.
2. El título hace referencia a un verso del poema/canción "Los hermanos" del cantautor y poeta argentino, Atahualpa Yupanqui... ¿Porqué te inspiraste en él y qué significado tiene, tanto para ti como dentro del contexto de la novela?
Somos quienes somos gracias a quienes nos han precedido, para lo bueno y para lo malo. Conocer la historia de tu país o de tu familia es importante, entre otras cosas para no permitir que las cosas negativas vuelvan a suceder y mimar las buenas; por desgracia el ser humano tiene poca memoria.
Yo he tenido la suerte de crecer en una familia estupenda (en la que incluyo a mis amigos), llena de buena gente. Con la perspectiva que dan los años reconozco que mis padres nos educaron muy bien, el ejemplo que recibí de ellos, de mis abuelos, de mis tíos, de mis hermanos… en gran medida es lo que me ha hecho llegar hasta aquí. Siempre los llevo conmigo.
Como dicen los versos de Atahualpa Yupanqui: “Y así, seguimos andando curtidos de soledad…”
3. El libro tiene de forma subyacente el tema del Expolio de obras de arte en España a principios del Siglo XX. Explícanos largo y tendido el porqué tratar este tema en particular.
Portada del libro que trata el tema del
expolio de obras de arte en España.
Lo más impactante en es que a día de hoy continúa ocurriendo en menor medida, me asombró encontrar en los periódicos actuales noticias sobre piezas procedentes del saqueo de yacimientos arqueológicos españoles que se intentaban subastar en otros países.
Creo que la literatura puede servir de medio para despertar el interés del lector sobre algunos temas y es lo que he intentado. Como te dije antes, quizá conociendo bien nuestra historia conseguiremos no repetir los peores episodios.
4. Otra de las particularidades de la novela, es que contiene muchos fragmentos de canciones, que además de estar bien integrados en el contexto del libro, todas juntas podrían conformar una banda sonora. ¿Cómo se te ocurrió tal cosa y porqué?
La música siempre me ha acompañado. Hay temas que me recuerdan tal o cual suceso, e incluso puedo identificar a las personas de mi familia con determinadas canciones: recuerdo a mi abuela cantando “Santander” (un tema que creo era de Luis Mariano), las canciones francesas que le gustan a mi madre, o el disco de Caruso que utilizaba para despertar a mi padre los domingos por la mañana…
Mis recuerdos y mi vida están llenos de melodías y lo mismo le sucede a la protagonista de mis novelas.
Cuando las palabras ya no son suficientes siempre podemos echar mano de la música…
5. Cuánto hay de ti en la novela y en los personajes.
Intencionadamente nada, aunque supongo que sin querer siempre vas dejando rastro. Los amigos que han leído el libro me dicen que me reconocen en él así que he de aceptar que tienen razón.
Lo que si es cierto es que para describir situaciones y emociones te sirves de tu experiencia. Nena perdió a su padre de repente, a mí me sucedió lo mismo, no necesitaba imaginar cómo se sentía porque lo conocía de primera mano.
Rupturas, nacimientos, soledad, enamorarse… todas estas emociones las hemos vivido en primera, segunda o tercera persona. Soy muy observadora y tengo buena memoria, creo que eso me ayuda y consigue que los personajes resulten creíbles y “de andar por casa”.
6. Alguna recomendación al lector...
Calle Santa Engracia, Madrid (España).
“Y en nosotros nuestros muertos” es una novela atrayente, que habla del día a día de gente normal, personas que podrían ser cualquiera de nosotros: tu prima, el vecino de enfrente, un compañero de trabajo… Hombres y mujeres que viven lo que les toca e intentan ser felices (Mi padre decía que la realidad siempre supera a la ficción y tenía razón).El libro está lleno de buenas canciones, la mayoría posiblemente las conozcan, y además van a aprender un montón de cosas interesantes sobre la historia de España.
Estoy segura de que si lo empiezan, no podrán parar de leer.
http://www.amazon.es/nosotros-nuestros-muertos-Nena-Castelao-ebook/dp/B00OTVHLWG/ref=sr_1_1?s=books&ie=UTF8&qid=1432852651&sr=1-1&keywords=y+en+nosotros+nuestros+muertos
FRAGMENTO DEL LIBRO:Viernes, 13 de abril de 2012, 11:10
“I want to break free. I want to break free. I want to break free from your lies. You're so self-satisfied. I don't need you. I've got to break free. God knows, God knows I want to break free…” Llevaba el iPod conectado a los oídos a todas horas, la música me ayudaba a sobrellevar el maremágnum de sensaciones en el que se estaba convirtiendo mi vida. De repente me percaté de que había llegado a mi destino y me quedé en la acera parada, pensando. El cierre estaba bajado. Podía levantarlo pero la posibilidad de que algún conocido se acercase a saludar me echó para atrás; mejor accedería al local por el portal. Me temblaron las manos al sacar el llavero del bolso. Entré en el edificio, el portal estaba oscuro y frío, en silencio. Él siempre tenía la música puesta, ahora no se oía nada. Subí los dos escalones de una vez y me acerqué a la puerta de madera que había a mi izquierda, liberé las dos cerraduras y abrí. La oscuridad me pilló desprevenida y se me llenaron los ojos de lágrimas; todo había cambiado: no había luz, ni música; él tampoco estaba y no iba a volver. Desconecté la alarma y me apoyé contra la puerta obligándola a cerrarse. La mezcla familiar de aromas a barniz, cera, madera, disolvente y polvo que me envolvió nada más entrar hizo que los latidos de mi corazón se dispararan, mi piel comenzó a arder. Me acuclillé y respiré despacio. Permanecí así, esperando, la tranquilidad volvería, siempre volvía, de alguna manera. Pasados unos minutos me puse en pie de nuevo, paseé la mano por la pared de mi derecha hasta que encontré el interruptor y encendí. Aún no había dado de baja el servicio; Eduardo había insistido en que era hora de hacer borrón y cuenta nueva, vaciar el taller, liquidarlo todo y continuar con nuestras vidas, pero yo todavía no había querido tomar ninguna decisión al respecto. Era fácil seguir con tu vida a trece mil kilómetros, seguir con la vida en la que ya has aceptado la distancia y sus consecuencias; una vida en la que nosotros estábamos presentes desde el otro lado del mundo. “Con internet”, decía mi hermano, “nos mantenemos siempre en contacto”, pero era mentira: a trece mil kilómetros no se está en contacto, a esa distancia uno se comunica pero no se toca y esa comunicación no mitiga la soledad, más bien la demarca irremediablemente. Tenía la boca seca. Intenté tragar. Me dolía la garganta, llevaba toda la mañana tratando de digerir el nudo que se me había instalado allí desde que decidí acercarme al taller. No había vuelto a poner un pie en él desde aquel día. Di unos pasos hacia el centro de la habitación, giré lentamente sobre mí misma recorriéndola con la mirada. Noté una indefinible sensación de extrañeza, una impresión que se desvanecía nada más advertirla y que me hizo estremecer. El polvo o más bien su ausencia perfilaba huecos en las paredes y en el suelo. Eduardo, siempre tan pragmático, y Daniel, el hermano de mi padre, se ocuparon de contactar con los clientes que aparecían en los registros del taller y devolverles las piezas que estaban en depósito para su restauración. Aun así quedaban algunas en el local y en la cueva, un semisótano que hacía las veces de almacén y archivo. Había objetos acumulados allí desde antes de que mi padre se hiciera cargo del taller, cuando el abuelo enfermó; nadie los había reclamado en cincuenta años y ahora, sin él, no teníamos modo de encontrar a sus dueños. Desanudé el pañuelo que llevaba al cuello y limpié con él una banqueta alta, dejé en ella el abrigo y el bolso. Alguien había apoyado la escalera en la pared. ¡La puta maldita escalera! Les dije, por activa y por pasiva, que era imposible que él se hubiera encaramado a ella, tenía terror a las alturas; cuando no había más remedio me llamaba con antelación y era yo la que se subía y lo ayudaba. ¿Por qué iba a haber cambiado su rutina después de tanto tiempo?, justo ahora que empezaba a tener dificultades para moverse. Golpeé el suelo con el pie, ¡joder!, no era una idea peregrina, algo que se me hubiera ocurrido de repente, era la constatación de un hecho que se había repetido en las últimas décadas. Mi hermano lo conocía, Dado y Carlos también, pero no me habían escuchado. Cuando Eduardo llegó, un día después del fallecimiento de nuestro padre, no quiso oír hablar del tema. “Nena”, me dijo, “siempre has sido igual, no sabes frenar tu imaginación. Esto ya es bastante duro como para que lo empeores con tus locuras”.Fuentes:Fragmento extraído del propio libro: (ISBN: 9781505589818)Entrevista realizada por ©Oscar Vela Mastí,para el blog "La Taverna del Mastí".Biografía, Sinopsis y Fotos cortesía de ©Ana Medrano,
obtenidas de su página web:http://anamedrano.es/TWITTER: @ana_medrano_