El desmantelamiento físico que se iniciaba, cruel e inexorable, aquella primavera de 2013 de la que en su día fue la fábrica de producción de pasta más importante de España, y corazón económico de Miranda de Ebro y su comarca durante décadas, me hizo reflexionar sobre ese desierto de ruinas industriales en que la especulación, la falta de previsión y la ineptitud de políticos y empresarios que no han sabido adaptarse a la voracidad del capitalismo global, ha convertido a un país que por un momento cometió el pecado de creerse lo que no era, dejándose llevar por una falsa prepotencia sin darse cuenta de que nunca dejó de ser un gigante con pies de barro.
Hoy, que la situación lejos de mejorar ha empeorado y en nuestra ciudad el huracán de la crisis estructural se ha seguido llevando por delante sueños e ilusiones, hoy cuando hemos visto cómo otros proyectos industriales asentados durante décadas han seguido cayendo sumiendo a poblaciones como la nuestra en un triste letargo de resignación y conformismo, quiero mostraros la cicatriz de la ausencia que, desde la impresionante boca de la que un día fue la más alta de las chimeneas, observa impotente la realidad desoladora de un tejido industrial que por mucho que políticos interesados se nieguen a reconocer, nunca volverá a nuestra tierra en un mundo globalizado en el que somos incapaces de competir.
Después de ver a vista de pájaro el impresionante vacío a los pies de la orgullosa chimenea os invito a conocer la historia de lo que un día fue en “Fefasa, ruinas sobre ruinas”.