Y llegó la calma...

Publicado el 05 marzo 2014 por Elisabet Cordeiro @eldesvandehugo
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De repente como caído del cielo, el viejo pediatra que calmaba las pupas y los males de mi pareja cuando esté era un bebe nos trajo la paz.Fue una curiosa visita médica, se acercaba más a una íntima entrevista personal que a una consulta pediátrica, pero estaba desesperada, así que me deje llevar.Frente a mí se encontraba sentado el viejo más desagradable con el que había tratado, y he tratado con muchos. Serio, seco, algo neurótico, parco en palabras y puntilloso con cada contestación que debía dar a sus preguntas.Pero me quede, como digo estaba desesperada.Me pidió que le explicara con detenimiento el día de mi hijo, cada paso, desde que esté se levantaba hasta que lo metía en la cuna para dormir, así lo hice.Preguntas como, cuanta cantidad de leche toma al día, cada cuanto come, porque creo yo que es hambre lo que tiene, cuantas horas duerme durante el día, ( esta era fácil, ninguna),cacas diarias, vómitos (en el caso de que los que tenga), quien lo coge normalmente en brazos, y porque razón lo coge.Contestaba las preguntas indignada, preguntándome en que me iba a solucionar el problema todas esas preguntas contestadas tan escrupulosamente, me pareció estar horas allí dentro.Pregunta tras pregunta veía como mi hijo se impacientaba, como de costumbre empezaron los llantos y las quejas, hasta que feliz por encontrar el pecho paró de llorar, para  apartarse enfadado a los pocos minutos y ponerse  histérico otra vez por haberlo perdido.

El pediatra pudo ver en directo y en primera persona  " la gran función de mis dos últimos meses".El pediatra se dio cuenta al momento, Hugo demandaba el pecho a forma de chupete, de consuelo. No quería comer, estaba saciado y de ahí esa pelea por separase y patalear, pero si que quería el pecho para consolarse, para dormir, para jugar para sentirme, para estar seguro, para no sentirse solo, el problema es que no sabía utilizarlo sin comer algo de cada vez que se lo llevaba a la boca, de ahí su ira y su enfado, ese ir y venir de pequeños traguitos lo llenaban de aire que se manifestaba a última hora de la tarde en dolorosos gases que le impedían dormir, descansar y comer, hasta que de agotamiento caía rendido ante el sueño.Empecé a darle el pecho solo cada dos horas para comer, si lloraba buscábamos otras alternativas de consuelo, caricias, canciones, bailes, sentir piel con piel, nos llevó un poco y hubo mucho pero que mucho llantos, pero hubo un día en que los llantos cesaron, que comía tranquilamente y se quedaba dormido.Y ya está, sencillo, sin traumas.
Y llegaron los paseos, y aunque siempre hemos tenido muchas limitaciones por la clase de niño que es Hugo o por la clase de madre que soy yo, no sé. Llego un momento en que dijo basta, y se terminó, no quiso más pecho, fue duro pero fue su decisión. Fue poco tiempo, tal vez con más información todo hubiera sido más normal, más tranquilo, pero sobretodo hubiera sido con menos llantos, con menos dolor.Creo que debería existir un grupo de apoyo a las madres en todos los centros de salud, gente preparada, que sepa escuchar y entender tu situación, alguien que te diga que no eres la única madre que pasa por un mal día.El pecho de una mujer sirve para algo más que para alimentar a su bebe, pero si lo usamos de una forma errónea, o como solución para todo también podemos crear una dependencia dolorosa para ambas partes, ese fue el caso de mi hijo. Cuando las cosa se normalizaron el empezó a disfrutar de ese momento al igual que yo.
Paciencia y paciencia es lo que hay que tener si quieres que todo vaya bien, la empatía es un valor seguro a la hora de entenderlos, porque al fin y al cabo ellos no entienden nada.......el mundo es muy grande y las normas son demasiadas.