Y llegó la temida secundaria...

Por Oliva23

En general, durante la Educación Secundaria baja el rendimiento académico de los chicos y las chicas así como su interés y motivación por la escuela. Desde la familia se debe hacer un esfuerzo por estimular el interés de los adolescentes por la escuela y favorecer así su desempeño académico.
La escuela es un contexto fundamental en la vida de chicas y chicos. Desde la entrada en vigor de la LOGSE, en España la educación es obligatoria hasta los 16 años. No obstante, la mayoría de nuestros jóvenes continúa su formación académica más allá de esta edad. Según el último informe del INJUVE (2002), Juventud en cifras 2001/02, la mayoría los adolescentes entre los 16 y los 19 años están escolarizados. Durante la educación secundaria el rendimiento académico habitualmente empeora. Con el paso a la ESO aumenta el número de asignaturas suspendidas por nuestros jóvenes, suspensos que siguen aumentando hasta tercero de ESO. Si bien en primaria la media de suspensos es de 0.57 y sólo un 4% de los estudiantes suspende cuatro asignaturas o más, en secundaria las cifras empeoran, y más de la mitad de los jóvenes –53%- pasa de una evaluación a otra con algún suspenso, siendo un 20% los que habrían fallado en cuatro o más asignaturas (Pérez-Díaz et al., 2001).
Adolescentes y escuela parecen no entenderse demasiado, ¿por qué ocurre esto? Probablemente, existan toda una serie de motivos que contribuyan a explicarlo. En primer lugar, el paso de la educación primaria a la secundaria se produce coincidiendo con un momento en el que chicos y chicas están experimentando los cambios físicos, psicológicos y sociales asociados a la pubertad. Asimismo, unos y otras tienen que enfrentarse a las nuevas exigencias de sus padres y profesores, que en este momento les demandan más madurez y responsabilidad, y que para algunas cuestiones –no todas- les consideran adultos. Evidentemente, el que en un mismo momento coincidan tantos acontecimientos importantes, pone a prueba a los adolescentes y aumenta su riesgo de experimentar problemas académicos. Por otro lado, la transición a la secundaria implica normalmente un cambio de centro educativo. Un centro de mayores dimensiones, en el que la organización es mucho más burocrática y en el que las posibilidades de contactos estrechos y personales con los profesores son bastante más escasas que en primaria. Esta situación se puede ver empeorada si unimos lo anterior al alejamiento de muchos de los amigos y compañeros que tiene durante la primaria, y al menor estatus que supone pasar de estar en el grupo de los mayores del colegio al de los más pequeños del nuevo instituto. Además, la educación secundaria supone cambios en el funcionamiento del centro. Justo en el momento en el que chicos y chicas están construyéndose como individuos autónomos e independientes de sus padres y que demandan más poder de decisión, las asignaturas y los horarios se vuelven más estructurados y complicados, las normas son más estrictas, se insiste más en el control y la disciplina, y el joven tiene menos capacidad de decidir lo que ocurre en el aula. Asimismo, las relaciones con los profesores pueden ser más distantes comparadas con las que se mantenían en primaria, y los jóvenes pueden percibir menos apoyo emocional de su parte. Es importante tener en cuenta que junto con los padres, los profesores son las figuras adultas que más influencia ejercen sobre los adolescentes, y desempeñan un papel fundamental como fuente de apoyo y guía, y como modelo de comportamiento. Finalmente, en secundaria las calificaciones se vuelven especialmente importantes, aumenta la competitividad, y son frecuentes las comparaciones entre compañeros. Estos tres elementos pueden repercutir negativamente en la autoestima de chicos y chicas, especialmente para aquellos que no logran alcanzar sus aspiraciones.
Es posible que las características de la educación secundaria influyan en la menor motivación e interés de los adolescentes hacia las materias escolares, así como en su menor rendimiento. No obstante, existen algunos factores que pueden ayudarles a que les vaya mejor en el colegio, como mantener un clima positivo en el hogar, donde se combinen el apoyo y el cariño con la existencia de normas y la supervisión de la conducta del adolescente.