Creo que es de recibo contemplar el éxito de Santiago Segura y de su cine. Desde sus inicios en todos los concursos de la tele, desde sus primeros papeles siempre respaldado por Alex De la Iglesia, desde su inicio en la dirección con ese Torrente que arrastró en masa a la gente al cine ha conseguido hacer un cine peculiar pero siempre rentable cosa que no tiene mucho que ver con la calidad del mismo.
Hace un año estrenaba en verano Padre no hay más que uno. Delgado, con Toni Acosta a su lado y dos de sus hijas haciendo de lo propio en la pantalla se desmarcaba con una comedia que triunfó en las salas de forma resultona a golpe de chiste, un argumento simple y tirando de agenda para llenarlo de cameos. La premisa era sencilla: un padre adicto al trabajo y una madre trabajadora y que cuida a sus hijos se encuentran en la celebración de sus 15 años de casados, han preparado un viaje al que en el último momento él no puede asistir. De esa forma, enfadada por su actitud ella decide irse al Caribe con su cuñada dejando a Segura con sus cuatro hijos, el trabajo y sus agendas imposibles unidos a un trabajo que debe entregar convierten esa semana en un infierno lleno de desastres.
Tras el éxito llega de nuevo, aprovechando el verano y , sobre todo, la ausencia de estrenos en las salas una de las pocas cintas que harán dinero este año. Mismo esquema, misma dinámica, algo más forzada en un guión que es una suma de chascarrillos y situaciones estereotipadas que repite la misma sensación de felicidad desmedida al verse en alguna de las situaciones que plantea. Con un Santiago Segura ya más suelto en su papel de padre, convertido en padre alfa de la manada llega la noticia bomba de que amplían la familia con lo que será su quinto hijo. L os peques siguen lidiando con los mismos problemas del primer mundo que en la primera parte pero añadimos el aliciente de la gracia innata de Loles León, la suegra.
Así pues y en un alarde de igualar la presencia paternal en este espacio sobre cine, le dejaremos al bueno de Segura campar a sus anchas con esta comedia inofensiva pero amena que ha conseguido revitalizar las marchistas salas en tiempos de pandemia.
Pd. Por supuesto Toni Acosta sigue siendo un secundario de lujo y sigo sin saber en qué trabaja la pobre mujer.