Mis dedos en tu piel. Un pequeño lugar es lo suficientemente grande si ambas cosas caben. Desplazarlos jugando con su presión y contacto. La curva del hombro. La superficie del cuello. Marcar el lugar con los labios para volver alguna tarde a recoger tesoros. Juntar mi cuerpo a tuyo. Plegar el tiempo escrito en cuentos. Oler tu pelo. Cerrar los ojos y tener pequeños, bellos sueños. Urgencias. Buscar tus besos. Prestarte lugares para esconderlos. Dejarte sitio, Prestarte espacio. Encontrar tus brazos, seguir tus piernas. Besar tus muslos. Dejar, tener, querer, entrar. Verbos sin sentido. Diccionarios falsos, libros vacíos. Las palabras se han ido y las recojo a caricias sobre tu pecho. No te defino, no capto el momento, tan sólo existimos. Cerramos los ojos para ver lo mismo. Eres y estas, soy y voy. Venimos para irnos, sin movernos de un sitio que no existe, salvo en dos cuerpos que nadie puede ver salvo nosotros mismos. Que idiotez es la vida sin caricias. Que absurdo es tener manos sin tu cuerpo. Cuanto manchan mil poemas por el suelo. Que lejos pareces irte cuando estás tan cerca.
Y los lunes de lluvia las palabras se refugian en absurdos textos.
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