Y nos fuimos de excursión

Publicado el 20 noviembre 2024 por Monpalentina @FFroi

Siendo chavales en la escuela del pueblo, si bien es cierto que nos habían hablado de la provincia de Palencia en términos generales; y, por ello, de la orografía de nuestro norte montañoso incluido, así como de localidades como Guardo o Cervera de Pisuerga en esencia; sin embargo, a aquella temprana edad no conocíamos mucho más que su existencia en nuestro norte provincial.


Sería más tarde, cuando nuestra maestra nos anunciara que uno de los próximos días nos llevaría de excursión al norte de la provincia para visitar, entre otros lugares, la localidad de Guardo y los enclaves de los dos pantanos que en sus proximidades se encuentran: Camporredondo y Compuerto, cuando realmente experimentamos la grandeza y hasta la magia de aquel paisaje. Acostumbrados como estábamos, en la práctica, a no salir de nuestro entorno rural, tan plano y tan rectilíneo casi en su orografía general; formada por las tierras de labor que nos rodeaban, donde las mayores alturas del terreno las habíamos visto en torno a las llamadas pequeñas "cuestas" o cárcavos en los entornos de la carretera desde el pueblo a Saldaña, encontrarnos de golpe al llegar al destino de nuestra excursión, con aquellas elevaciones montañosas tan pronunciadas y aquellos desniveles tan profundos junto a la carretera, supuso para nosotros estar en medio de un mundo totalmente distinto al que conocíamos. Incluso el viaje en autobús hasta allí, con aquellas pendientes tan pronunciadas del terreno junto a la propia carretera en sus últimos tramos, nos produjo en algún momento una cierta sensación de miedo.

Luego, ver aquellas grandes extensiones de agua, prácticamente inabarcables con la vista, que componían la grandeza de aquellos dos pantanos, nos impactaría fuertemente nuestra retina; hasta el punto de estar hablando de ello varios días, tanto en la escuela como luego con el grupo de amigos.

Y como, curiosamente, nuestra excursión coincidiría en el tiempo con las fiestas de la localidad de Guardo, fuimos testigos del desfile que protagonizaban en aquellos momentos por las calles del pueblo los populares y famosos Gigantes y Cabezudos. Y aquí, a fuer de ser sinceros, hay que reconocer que muchos de nosotros volvimos a sentir un cierto miedo en nuestros cuerpos cuando alguno de estos cabezudos, con aquella cara tan rara y tan espectacular se acercaba demasiado a nosotros, e incluso intentaba tocarnos o acariciarnos con aquella pequeña escoba que portaba en sus manos. Y fue entonces también cuando rememoramos por algunos minutos aquel otro miedo que sentíamos también con aquel "toro de fuego" que en Saldaña protagonizaba aquellas carreras interminables en torno a la plaza y sus aledaños en sus fiestas del Valle. De regreso a casa, la excursión resultaría ser para nosotros una mezcla de espectacularidad y asombro por los paisajes tan extraordinarios en torno a los pantanos, con algunos momentos de un cierto miedo personal. Y es que, ¡éramos tan chiquillos todavía en todos los sentidos, y nos faltaba tanto que conocer y madurar en la vida!, que cualquier cosa nimia que no conociésemos nos podía llegar a asustar de pronto. Algún tiempo después, aprenderíamos cantando aquello de: ¡"qué buenos son los padres alemanes..., qué buenos son, que nos llevan de excursión..."!.

Pero esa sería otra historia.