Pero como todo, tiene su reverso tenebroso... El de las personas que se llenan la boca afirmando que apoyan la lactancia materna y luego se quedan en eso, en declaraciones altisonantes, que son gratis. ¿Quiénes cambian el mundo a peor?
- Los políticos que invitan a las madres a amamantar pero no dedican ni un céntimo de inversión a proveer a esas madres de apoyo y recursos para hacerlo.
- Los mandamases que embarcan a los centros de salud en una cruzada para acreditarse como centros de salud IHAN pero luego no desembolsan los 300€ necesarios para pasar la fase 1D... Y encima tienen el morro de acudir a congresos para presumir del gran número de centros de su comunidad que están en proceso de acreditación.
- Los gerifaltes que aprueban proyectos de bancos de leche o de formación, pero luego van olvidándose de ellos, año tras año, a la hora de asignar recursos y dinero en los presupuestos correspondientes.
- Los partidos que invierten miles de millones de nuestros impuestos en fomentar planes de ayudas para que la gente se compre un coche nuevo, pero olvidan temas más acuciantes que no revierten en tantos votos como el plan PIVE.
- Los directivos de grupos farmaceúticos que se llenan la boca hablando de honradez y honestidad y luego publican panfletos llenos de mentiras que, sorprendentemente, ninguno de sus amigos de las esferas sanitarias denuncia... Más bien al contrario, se les ponen alfombras rojas para que entren en los centros de salud que financiamos los ciudadanos con nuestros impuestos.
Un buen ejemplo: el del Banco de Leche del 12 de octubre, que se convierte en Banco Regional llevando la ayuda a los bebés de toda la Comunidad de Madrid gracias a la inversión de una fundación privada (la Fundación Aladina) y no con fondos públicos, como debería ser en un proyecto de este calado.
Un buen ejemplo: los responsables de atención al paciente de las distintas áreas de las Consejerías de Sanidad regionales que tienen dinero para bolis e impresoras pero no para una acreditación IHAN... Los mismos que dejan pasar a visitadores médicos de laboratorios que fabrican sucedáneos de leche materna hasta la cocina en centros de "salud" y hospitales, pensando que los bolis y carteles que reparten son inócuos y no hacen daño a nadie.
Un buen ejemplo: los responsables del Ministerio de Salud que edita una guía consensuada de Cuidados al Nacimiento basados en la evidencia científica, pero no la apoya con una partida presupuestaria destinada a poner en marcha todas esas medidas en todos los hospitales públicos.
El otro día en la visita al Banco de Leche del 12 de Octubre, la coordinadora nos hablaba de que en Brasil ha 200 bancos de leche y afirmaba que la gran implicación social por la lactancia materna (con deportistas y famosas que son donantes y hacen campañas en pro de la donación) estaba encabezada por el GRAN COMPROMISO INSTITUCIONAL con la lactancia... Y eso, en el fondo, es lo que yo hecho a faltar por estos lares. Menos palabras y más dinero... Porque hay personas que con palabras cambiamos el mundo (sí, con nuestras palabras, nuestro tiempo y el dinero que gastamos en formarnos), pero las palabras de los políticos se las lleva el viento y el cambio social en la base no es capaz de cambiar el mundo como nosotras querríamos... Al menos no a la velocidad suficiente como para verlo con nuestros propios ojos o tener la confianza de que nuestras hijas e hijos (nietas y nietos) se van a beneficiar de este cambio social.
Así que sí, llamadme cínica o lo que queráis, pero he terminado opinando que todo aquel político, mandamás, directivo o gerifalte que no apoya la lactancia materna con hechos (proyectos concretos respaldados con los presupuestos necesarios para llevarlos a cabo), está contribuyendo con su silencio, con su pasividad, con su verborrea, a cambiar el mundo a peor. HE DICHO.