La cosa no pintaba nada bien ya que ha sido un año muy raro y la actividad durante todo el verano ha sido bastante floja, palometas, caballas, jurelas, sábalos, bailas grande y alguna lubinilla si que han dado la cara, pero tampoco era la cosa para tirar cohetes.
Uno de los peces que más me gusta pescar y con las que disfruto muchísimo todos los veranos son las anjovas, de las cuales no he sabido nada de ellas durante este tiempo, miles de lances dedicados a buscarlas con señuelos grandes, en todas las capas de agua y con todo tipo de recogidas posible, pero ni verlas.
Este pasado sábado, comencé a batir agua sin parar con mi Hart P.gasti, un minnow de 16cms que he probado este año y me encanta su natación y la capacidad de lance que tiene. A la hora de comenzar a pescar, mientras recogía el señuelo, vi al alcance de un lance un grupo de lisas pequeñas saltar a lo loco y sin pensarmelo recogí lo más rápido que pude para lanzar a la zona donde se mascaba la tragedia. Lance dos veces y ya pensaba que no iba a recibir una respuesta, pero por si acaso lancé otra vez más y para mi sorpresa algo golpeó a lo bestia mi señuelo, comenzó a correr y saltó! ¡¡Por fin una anjova!!
No es que fuera una captura descomunal, ni mi record, pero me sentó tan bien después de tanto tiempo buscandolas que seguí la jornada super-motivado y logre hacerme con dos más y un par de picadas fallidas a parte de una picada y carrera de otra el domingo que logró librarse del señuelo, pero todo bastó para que me quedara satisfecho con la pesca del fin de semana y con ganas de que llegue el proximo.